La economía Argentina: un análisis de los "dólares del colchón"
El reciente anuncio del gobierno argentino respecto a un plan para movilizar los dólares que los ciudadanos atesoran fuera del sistema bancario, popularmente conocidos como "dólares del colchón", ha puesto en el centro del debate la particular relación de los argentinos con la divisa estadounidense y el ahorro. Para entender el alcance y los objetivos de esta medida, dialogamos con el doctor Sebastián Auguste, Director del Centro de Investigación de Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.
Sebastián Auguste explica que esta medida se enmarca en un contexto preexistente donde los argentinos con capacidad de ahorro no lo depositaban en los bancos porque la inflación licuaba el ahorro en pesos. La forma de defender el valor del ahorro era comprar dólares. Sin embargo, el acceso al dólar oficial es limitado para la mayoría. Aunque existe el dólar MEP, comprarlo implica operar en bolsa, entender los mecanismos financieros y tener plata en blanco, lo que llevó a muchos, con dinero justificado o no, a volcarse al dólar blue. Esta práctica convertía ese dinero en informal o ilegal, ya que comprar dólar blue no era legal. El resultado es una cantidad significativa de dinero en dólares en poder de la gente.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl objetivo del gobierno con este plan es motorizar ese ahorro que hoy está "bloqueado" o tiene usos limitados (como compras pequeñas sin que se note o la construcción). Se busca darle más uso a esos dólares para que la gente pueda canalizarlos hacia otros instrumentos de ahorro o inversión. Sebastián Auguste cree que, si estos dólares de ahorro se mueven, no será para consumo diario, sino para otro tipo de ahorro, como la compra de bienes durables: un auto, electrodomésticos o una casa. Además, la medida intenta simplificar el uso de dólares y avanzar hacia una economía bimonetaria normalizada, superando el período de "mucha represión" donde comprar dólares era visto como ilegal. Se busca que la compra en dólares sea más normal, como lo fue alguna vez en los 90.
Según Auguste, esta iniciativa está dirigida a montos medianos o chicos. Los montos grandes, que podrían provenir de actividades ilícitas como la corrupción o el narcotráfico, ya tienen vehículos muy fáciles para blanquearse, como la construcción, que ya existe. La medida es más para la "gente que tenga un dólar guardado por ahí", buscando canalizar el "chiquitaje" que aparentemente no entró en blanqueos anteriores. Si bien tener que justificar ingresos al comprar una propiedad sigue siendo necesario, la medida simplifica el manejo del billete en sí. Se menciona también la importancia de una posible "ley de blindaje de ahorristas" para generar seguridad y confianza, recordando que el gran problema de Argentina ha sido el cambio constante de reglas, peor que tener reglas malas. Esta inseguridad jurídica genera ansiedad y se traslada al pricing de los productos.
Respecto a la situación económica general, Sebastián Auguste ofrece un panorama mixto. Considera que la macroeconomía "va bien" porque se corrigió el problema grave del déficit fiscal, que obligaba a emitir dinero y generaba inflación. Esta corrección, aunque positiva para ordenar la macro y reducir la inflación, lamentablemente afectó a los jubilados y la inversión pública. Sin embargo, este ajuste ha generado cierta previsibilidad macroeconómica.
Un problema persistente es la distorsión de los precios relativos. Esto significa que algunos bienes son muy caros en comparación con otros o con precios internacionales. Se mencionan específicamente electrodomésticos, autos, ropa e infinidad de cosas. Esta carestía, en parte, se debe a la inseguridad jurídica: los empresarios ponen un margen más alto "por las dudas" ante la incertidumbre sobre el costo futuro de reponer insumos importados. Auguste señala que el gobierno está intentando arreglar estos desórdenes de precios, aunque lleve tiempo.
La situación de los jubilados es calificada como el "gran tema". El experto la vincula a decisiones pasadas que "desarmaron el sistema jubilatorio normal" al jubilar a mucha gente sin aportes. Esto genera un costo fuerte, donde quienes aportaron toda su vida pueden terminar con una jubilación mínima, mientras otros reciben beneficios sin haber contribuido, resultando en una situación "tristísima". Auguste sugiere que las jubilaciones universales, si se implementan, deberían financiarse con impuestos generales (como el IVA) y no solo con los aportes de los trabajadores formales, para no fomentar la informalidad. Reconoce que la transición para ordenar esto es difícil. Espera que a medida que la economía crezca y aumente la recaudación tributaria, el gobierno pueda destinar más fondos a los jubilados y a la obra pública.
Sobre la actividad económica, indica que está "fuerte", creciendo al 5% según datos de marzo, aunque el impacto no es uniforme en todos los sectores. La obra pública, por ejemplo, está parada, afectando a los sectores vinculados. Cree que, a medida que los precios relativos se normalicen, empezarán a aparecer "brotes verdes" por todos lados.
Finalmente, contrapone la percepción pública negativa sobre la economía ("estamos mal") con algunos indicadores recientes que muestran mejoras: la tasa de desempleo cayó, la tasa de pobreza cayó, y la confianza del consumidor ha aumentado, alcanzando niveles superiores a los del gobierno anterior. Auguste se pregunta dónde se refleja esa percepción de "estar mal" en los números. Reconoce que es un proceso de ordenamiento complejo y con "muchos muertos" heredados, que llevará tiempo, pero que se está avanzando en micro y macro en poco tiempo.