Un nuevo año, una oportunidad para repensarnos
Un nuevo año comienza y, casi como si la vida fuera un almanaque en el que se arranca una página para pasar a la siguiente, el inicio de un nuevo ciclo trae consigo oportunidades para reflexionar y decidir qué queremos lograr en los 365 días por delante.
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En esta ocasión, más que ofrecer información, ejemplos o iniciativas inspiradoras, esta nota plantea preguntas que invitan a reflexionar sobre el rol que cada persona ocupa, el impacto que puede generar desde su metro cuadrado y lo que produce a través de sus acciones.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCuando se habla de Empresas con Impacto, se hace referencia a organizaciones que buscan contribuir a resolver o mitigar desafíos sociales y ambientales mientras generan beneficios económicos. Hablar de impacto implica analizar los efectos significativos y medibles que una organización genera en términos económicos, sociales y ambientales como resultado de sus actividades, productos o servicios. En otras palabras, todas las acciones —seamos o no conscientes de ello— dejan una huella, ya sea positiva o negativa, en el planeta y las personas.
Cada actividad proviene de una decisión, y cada decisión, de personas con un nivel de conciencia determinado. Cuidar al planeta y a las personas comienza por cuidar la vida. Requiere comprender que los seres humanos y los demás habitantes de la Tierra están íntimamente conectados, y que la acción humana tiene un enorme potencial para equilibrar y regenerar los ecosistemas o, por el contrario, desequilibrarlos.
El resultado —equilibrio o desequilibrio— depende de las acciones tomadas, y estas acciones, de las decisiones previas. Por eso, cambiar la forma de actuar implica asumir la responsabilidad y tomar conciencia sobre las elecciones, desde las más simples hasta las más complejas. Sin embargo, tomar conciencia requiere cuestionarse, y eso, a menudo, puede ser incómodo.
Algunas preguntas para iniciar la reflexión:
- ¿Cuál es el propósito último del trabajo que realizo?
- ¿En qué invierto cada una de las 24 horas de mi día?
- ¿Cómo me relaciono con los demás? ¿Me gustaría ser tratado de la misma manera en que trato a otras personas?
- ¿Cómo gestiono los residuos que genero? ¿Contribuyo a reducir, reutilizar y reciclar, o consumo sin pensar en las consecuencias?
- ¿Qué compro a diario? ¿De dónde provienen esos productos o servicios? ¿Cómo fueron elaborados y en qué condiciones?
- Si el dinero no fuera un impedimento, ¿a qué me dedicaría?
- ¿En qué actividades siento que el tiempo se detiene?
- ¿Qué me entusiasma, motiva, enoja o preocupa?
Hay personas que se sensibilizan más con temáticas sociales y otras con cuestiones ambientales. Pero, cuando una emoción se asocia a un factor externo, sin dudas hay allí un punto de partida para explorar cómo se puede contribuir.
¿Cuál es mi propósito de vida?
Las preguntas abren puertas. Cada persona tiene algo único para aportar, pero descubrirlo no es un camino sencillo ni lineal. Muchas veces, lo que más entusiasma y motiva queda relegado a un hobby ocasional o postergado para “cuando haya tiempo o dinero”.
Encontrar el propósito de vida no es como hallar un tesoro que pone fin al camino. Más bien, se trata de identificar aquello que enciende el motor interior y comenzar a transitar un camino con más sentido y plenitud. Es asumir la responsabilidad sobre la propia vida, sanar heridas, soltar vínculos y cosas que dañan, y empezar a prestar atención a las señales que indican estar en el rumbo correcto.
Todas las personas tienen la capacidad de generar un impacto positivo, empezando por su metro cuadrado. Que este 2025 sea la oportunidad para descubrir qué te moviliza y, desde allí, aportar al bienestar del planeta y las personas.
Gracias por leernos. Si te gustaría contactarme, podés hacerlo a jessica@marcasquemarcan.com o https://www.instagram.com/jessioyarbide/
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