DE INDIA AL MUNDO
El arte milenario del masaje Shantala, un alimento para los bebés igual de indispensable que la leche
Una de las modalidades de la llamada medicina alternativa de mayor efectividad terapéutica es el masaje. Esta práctica consiste en la manipulación de los tejidos blandos del cuerpo: músculos, tendones y ligamentos, con la finalidad de relajar la mente y el cuerpo y conseguir el alivio de una amplia gama de dolencias y padecimientos.
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Si bien generalmente son los adultos los que acuden a sesiones de este tipo para aliviar tensiones y contracturas puntuales, sus alcances son sumamente benéficos desde el nacimiento. No por una cuestión de dolencias, sino más bien de armonización y conexión, ya que es recomendable que el masaje a los recién nacidos se los propicien sus madres.
El masaje Shantala es una técnica milenaria de origen hindú centrada en las caricias que las mamás hacen a sus bebés. Entre su gran cantidad de virtudes, se destaca su potencial de reforzar el vínculo afectivo de la díada, aportando seguridad y bienestar total.
Fue el ginecólogo francés Frédérick Leboyer quien en los años 50 observó en Calcuta como una madre masajeaba a su bebé con una técnica extraordinaria. Sorprendido, decidió acercarse a ella para conocer más. Se llamaba Shantala, de ahí el nombre de este tipo de masaje, que el médico trajo al mundo occidental.
La lectura del cuerpo
Con el masaje, el profesional “lee” el cuerpo a través de sus dedos. Con sus manos es capaz de percibir y resolver problemas físicos o tensiones emocionales que se han canalizado a través del organismo.
No es extraño que cuando una persona siente un dolor, molestia o incomodidad en alguna parte de su cuerpo automáticamente, casi sin pensar, lleve sus manos a la zona afectada. Ya sea bajo presión, frotación o golpes, tenemos la sensación de que eso va a calmarse.
Así, hace milenios que el masaje se ha ocupado de liberar las tensiones acumuladas, devolviendo la elasticidad a un músculo, e incluso trabajando a fondo la zona en varias sesiones puede conseguir restablecer el equilibrio emocional.
De esta forma, este amasamiento del cuerpo ha sido utilizado históricamente y se ha perfeccionado a lo largo de los años, con una cada vez más amplia gama de técnicas y modalidades. En este sentido, se ha comprobado que las cualidades del masaje se multiplican cuando se combinan con aceites esenciales, ya que al penetrar en la piel las moléculas pueden llegar hasta la sangre y esparcirse a través de la circulación.
También existe un abanico amplio de esencias con diferentes cualidades terapéuticas; que van desde las calmantes, estimulantes, analgésicos, reconstituyentes, desintoxicantes, energéticos y hasta relajantes.
Las caricias al recién nacido
Las mujeres indias realizan con frecuencia un tipo de masajes a sus recién nacidos en busca del equilibrio y para ayudarse a habituarse a su nueva vida con mucho amor, paz, ternura y comunicación.
Los beneficios que aporta son múltiples, sobre todo en casos de bebés prematuros o con bajo peso. Aunque es una práctica habitual y ancestral en ese país, se ha hecho conocida en todo el mundo bajo el nombre de Shantala, por una mujer que mientras masajeaba a su hijo en una calle de Calcuta fue vista por el ginecólogo francés Frédérick Leboyer.
Fue él quien plasmó todos estos conocimientos en un libro que va más allá de la técnica y se sumerge en el emotivo sentimiento que atañe al recién nacido, desde su confort intrauterino hasta la salida al mundo desconocido y todo lo que eso significa para el pequeño ser.
Según su planteo, una vez que sale del útero, el niño lo que comienza a conocer es el miedo y ya nunca se separará de ese sentimiento. Todo lo que tiene ante sí es incierto, desconocido. Sin embargo, la voz de la madre no le es extraña, y así sus manos, con las caricias también deberán convertirse en lo más seguro, en eso que siempre va a estar para protegerlo y guiarlo.
“Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados, cada una de estas cosas es alimento para los pequeños, tan indispensable –sino más- que vitaminas, sales minerales y proteínas”, escribió en sus primera páginas Leboyer, antes de adentrarse en el paso a paso de las técnicas.
Alimentar, no solo con leche
“Las semanas que siguen al nacimiento son como la travesía de un desierto poblado de monstruos: las nuevas sensaciones internas que asaltan el cuerpo del niño. Tras el calor del seno materno, después del abrazo que es el nacimiento, llega la soledad helada de la cuna y entonces surge una fiera, el hambre, que muerde al bebé en las entrañas.
Sin embargo, lo que trastorna al niño no es la crueldad de la herida. Es la novedad, que confiere al ogro unas proporciones inmensas.
¿Cómo calmar semejante angustia? ¿Alimentar al niño? Sí. Pero no solo con leche. Hay que abrazarlo, acariciarlo, acunarlo... y masajearlo. Hay que hablarle a la piel; hablarle a su espalda, que tiene tanta sed y tanta hambre como su vientre.
En los países que han conservado el sentido profundo de las cosas, las mujeres todavía conservan esta sabiduría. Aprendieron de sus madres y enseñarán a sus hijas este arte profundo, sencillo y muy antiguo que ayuda a los niños a aceptar el mundo y sonreír a la vida”, resume en su contratapa el francés.
No garantiza el autor la numerosa serie de beneficios, sino que lo hacen las madres que generaciones tras generaciones llevan adelante este masaje Shantala a sus descendencias.
Entre las que más se destacan, son el fortalecimiento y tonificación de los músculos; la transmisión de seguridad y confianza al bebé; el forjamiento de un vínculo afectivo entre ma-padre e hijo.
Además, confirmaron que potencia el crecimiento del bebé y beneficia la adaptación al nuevo entorno; mientras que a la vez combate el insomnio y relaja al pequeño, estimulando al sistema nervioso, mejorando en caso de que existan trastornos digestivos como cólicos, gases o estreñimiento.
Por otra parte, facilita el desarrollo del aparato respiratorio e hidrata la piel, ya que se aconseja realizar el masaje con un aceite de almendras.
¿Cómo realizar el masaje?
En más de 150 páginas el ginecólogo plasmó minuciosamente las formas correctas de abordar cada parte del pequeño ser, la postura de la madre y otros detalles, con palabras y fotos. De todas formas, es posible resumir en una breve guía para dar los primeros pasos en la práctica.
Colocarse sentada en el suelo, sobre una esterilla o alfombra y mantener la espalda recta y los hombros relajados. Elegir un espacio con una temperatura agradable, ya que el bebé debe estar desnudo, despierto y sin hambre.
Acostarlo boca arriba sobre las piernas estiradas para iniciar el masaje por el pecho, deslizando suavemente las manos, siguiendo la línea de las costillas, como si se alisara un papel arrugado. Subirlas y bajarlas, desde el costado hasta el hombro.
Acostarlo sobre el lado derecho del cuerpo, con un bracito extendido, sujetándolo por el hombro mientras con la otra mano le masajeas en semicírculos, deslizándolos por el brazo. Luego cambiar de lado.
Masajear también las palmas de su mano con la ayuda de las yemas de los dedos. En la tripita, deslizar las manos hacia el centro del adulto con movimientos suaves y constantes.
En las piernas realizar el mismo movimiento semicircular que en los brazos. Darle la vuelta con mucho cuidado y colocarlo en posición transversal a las piernas, con la cabecita a la izquierda. Colocar las manos en la parte superior de su espalda y moverlas hacia delante y hacia atrás. Masajear desde la nuca hacia la cola, como si fuera un rodillo y, con la otra mano, empujar las nalgas hacia arriba.
Para terminar con el masaje, recomienda acariciar la cara con las puntas de los dedos, de la frente hacia las mejillas.