El yoga trabaja integradamente cuerpo, mente, emociones y energía, y su eficacia tomó relevancia en pandemia
Es esencialmente una disciplina espiritual milenaria que apunta hacia la armonía de mente y cuerpo. Un arte y una ciencia para la vida saludable más allá de lo físico. La pandemia ha exacerbado el sufrimiento psicológico y espiritual en muchas sociedades, lo que puso en relieve la urgente necesidad de abordar la salud en todas sus dimensiones. La reflexión de tres facilitadores.

En septiembre de 2014 el Primer Ministro de India Shri Narendra Modi manifestó la necesidad de adoptar el Día Internacional del Yoga para concientizar a la población sobre sus beneficios. La fecha establecida fue 21 de junio y este año transcurrió en un momento en que el Covid-19 continúa alterando las vidas y los medios de subsistencia de las personas en todo el mundo.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEs esencialmente una disciplina espiritual milenaria que apunta hacia la armonía de mente y cuerpo. Un arte y una ciencia para la vida saludable más allá de lo físico. La pandemia ha exacerbado el sufrimiento psicológico y espiritual en muchas sociedades, lo que puso en relieve la urgente necesidad de abordar la salud en todas sus dimensiones.
Entonces, el mensaje del yoga para promover el bienestar integral de la humanidad nunca ha sido más relevante y así lo reconocen tres practicantes-facilitadores que compartieron sus reflexiones y vivencias con Hábitat y Conciencia de El Eco de Tandil. Aquí, en primera persona sus relatos.
Jorge Akel: “Un cambio de era”
La pandemia trajo varias consecuencias en todos los niveles del ser humano, el aislamiento y el miedo nos afectaron a nivel energético; activó el primer chakra de una manera bastante intensa.
Ese centro de energía es el que establece la conexión con la tierra y con la supervivencia más básica del Yo, nos conecta con nuestras raíces, familiares, de comunidad.
A la vez se dio una contradicción, la comunicación global, Internet y un exceso de información característico de la época afectó al sistema nervioso, nadie llega a procesarla y produce una disrupción no sólo en las personas comunes, sino también en los que toman las grandes decisiones.
Por eso es importante la práctica de meditación de Yoga, sobre todo para poder liberar pensamientos, calmar la mente y lograr claridad. Únicamente cuando la mente está en calma puede ser intuitiva, sino solo sigue los impulsos, dando lugar a excesos de negatividad y positividad.
Hay gente que aún se aferra a los paradigmas de la era pasada. El cambio ya se dio desde el siglo pasado y otras culturas hace miles de años vienen advirtiéndo que empezaría en 1991 y terminaría en 2012 con la transición de una era a otra. Los que vivimos antes del ‘91 y estamos acá sabemos que el mundo no es el mismo.
El Yoga nos acompaña en esa adaptación que tenemos que hacer nos guste o no, ya que nos trasciende como individuos.
La práctica nos brinda herramientas como la meditación, el fortalecimiento del sistema nervioso, todas cosas que nos ayudan a lidiar con estos cambios de paradigmas, porque al final todos sabemos en el fondo, ya sea por los hábitos que adquirimos durante la cuarentena o por el efecto de la misma, que después de esta pandemia el mundo no va a ser igual y las personas tampoco.
El poder aceptar y adaptarnos física y mentalmente a los cambios es lo que va a marcar la diferencia, y en eso el Yoga, como otras técnicas, pueden ser grandes herramientas para la evolución.
Vale Zallocco: “Despertar sensibles y lúcidos”
Nos estiramos. Nos plegamos. Nos invertimos. Nos enroscamos y nos desenroscamos para volver a salir al mundo. ¿Pero sólo eso hacemos los yoguis?
La práctica de yoga se ha popularizado en occidente durante las últimas décadas. Gran parte de lo que conocemos hoy como “yoga” tiene que ver con las posturas, pero la tradición va mucho más allá de eso que se conoce como ásanas, y es justamente lo que hace a esta disciplina algo tan especial.
Si la vida moderna impone ciertas reglas, como ser eficientes, movernos con automatismo repitiendo conductas, buscar en lo mundano y externo a nosotros lo que nos traiga placer, encontrar soluciones rápidas e inmediatas; entonces el yoga es el viaje a la inversa. Es nadar contra la corriente.
La práctica nos propone salir del automático y entrar despiertos al momento presente. En lugar de hacer, pausar, en tu cuerpo y en tu respiración. Acá y ahora.
Las posturas son la puerta de entrada a una percepción más consciente de nuestro cuerpo. La posibilidad de realmente sentirlo. Habitarlo. En ese sentir, la mente discursiva se aquieta. Cuerpo, mente y espíritu encuentran su alineación y cuando eso sucede, podés sumergirte en las profundidades de tu ser, conectar con tu esencia y encontrar ahí todo tu potencial.
Una práctica realizada correctamente, sostenida en el tiempo con paciencia y constancia, fortalece el sistema inmunológico y calma el sistema nervioso. Cuestiones claves para estos tiempos pandémicos que estamos atravesando.
Pero el yoga transciende lo que hacemos en un rato sobre el mat (alfombrita que se usa para las ásanas). La verdadera transformación del yoga tiene que ver con cómo actuamos en el mundo, encontrando balance entre nuestros deseos, el entorno en el que vivimos, los ciclos de la naturaleza y nuestros propios ciclos. La verdadera práctica es despertar sensibles y lúcidos, para vivir en paz y armonía y regalar eso a nuestro mundo.
Guillermina Gandola: “Comunidad que nutre y acompaña”
Cuando comencé a practicar Yoga, alrededor de los 21 años, no tenía idea de la filosofía de vida que había por detrás ya que fui criada dentro de una familia católica. Luego comprendí cómo se asemejan las prácticas espirituales más allá de una religión en particular. Fui testigo de ello.
El primer contacto con las ásanas fue en clases de acrobacia aérea, donde se usaban para entrar el cuerpo en calor. Aquel día sentí claramente cómo los músculos comenzaban a estirarse, liberarse y expandirse. Tampoco olvido aquella relajación, mi musculatura había trabajado tanto que me fundí en el suelo mientras sentía diluir mi mente.
Al poco tiempo decidí estudiar Yoga Integral y hasta hoy continúo enriqueciéndome con las herramientas que dicha filosofía de vida me brinda. Claro que no siempre me mantengo en alta vibración, soy humana.
He transitado momentos de dolor donde mi autoindulgencia hizo que me alejara de la práctica cotidiana. Era pura acción para trabajar y atender asuntos familiares. Pero siempre me mantuve consciente de los hechos, gracias a las herramientas del Yoga.
Con esto quiero decir que hay recursos que son inmortales y que cuando hay desidia o apatía, algo ocurre dentro para reconectar con esa fuente de amor que sana. Una de las consecuencias más importantes que tiene Yoga para mí es Sangha, que significa comunidad. Esa comunidad espiritual que te nutre y acompaña.
Hoy día con tanta incertidumbre y carga emocional colectiva, desarrollar un espacio de anclaje a la realidad y de purificación a través de la meditación es necesario para despejar la mente de pensamientos que nos intoxican, sobrecargan.
Yoga es la puerta de entrada al Ser incorruptible. Yoga es la ciencia de la autorrealización. A su vez, siento que hay algo más allá de ella y es la divinidad. Esa energía que está en la ley de causa y efecto que hace, entre otras cosas, que me haya conectado con el Yoga y con las personas que hacen de mi vida algo maravilloso más allá del dolor que existe por el sólo hecho de vivir en este mundo dual.