A cuarenta años del desastre de Bhopal (diciembre de 1984), que tras la fuga masiva de gas tóxico de una fábrica de pesticidas que causó miles de muertes y graves daños ambientales, y que dio fecha al Día Mundial del No Uso de Plaguicidas, la fecha vuelve a abrir una discusión central: cómo se transforma el modelo agroproductivo argentino en tiempos de edición génica y uso intensivo de herbicidas.

Mientras el país se convierte en uno de los territorios con mayor impulso a las nuevas biotecnologías, municipios como Saladillo, Rauch y Tandil enfrentan reclamos crecientes por fumigaciones y exposición comunitaria.  

El aumento sostenido del uso de agrotóxicos en el mundo convive con una transición tecnológica que promete precisión, eficiencia y una supuesta disminución de riesgos. Sin embargo, la creciente presencia de organismos obtenidos mediante edición génica, sumada a un marco regulatorio debilitado y un volumen de aplicaciones cada vez mayor, muestra un escenario más complejo del que suele plasmarse en el discurso oficial. Este panorama coincide con conflictos que se multiplican en distintos puntos del país, entre ellos la región y Tandil, donde la discusión sobre el derecho a la salud y a un ambiente seguro vuelve a ganar fuerza.