HABITAT Y CONCIENCIA
Existe una agricultura llamada “vegánica” y pregona que nutriendo al suelo se alimentará a las plantas
Cada vez son menos los que dudan que se está atravesando una crisis alimentaria global, no sólo en cuanto al hambre del mundo, sino también por el calentamiento del planeta, los problemas de salud, las pandemias y el sufrimiento de los animales.
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La mayoría de las hipótesis tienen una misma desembocadura y encuentran el origen en la forma en que, de un tiempo a esta parte, se producen los alimentos. Esto llevó a inevitables discusiones sobre cómo cambiar el sistema de producción para superar estas crisis o encaminarse hacia una vida más armónica con el entorno. Una de las propuestas que surgió entre esas intenciones es llamada “agricultura vegánica”.
Desde ese punto de vista, advirtieron como un comienzo el hecho de acabar con la agricultura intensiva de animales, aunque también consideran necesario cambiar la forma de cultivar las hortalizas y otros vegetales.
Si bien menos que la ganadería, el Zoólogo vegano especialista en comportamiento animal, Jordi Casamitjana, indicó que los cultivos de vegetales también pueden dañar el medio ambiente y perjudicar a los animales de manera accidental (por la cosecha) o deliberadamente (por pesticidas). “La filosofía del veganismo, que intenta evitar toda explotación animal y no perjudicar el medio ambiente, podría ayudar a cambiar todo esto”, asentó.
En este sentido, vale mencionar que para la comunidad vegana, la agricultura ecológica es una solución incompleta. Más allá de que evite fertilizantes químicos y utilice menos pesticidas, no aprueban el uso de derivados de la agricultura animal, como el estiércol a modo de abono.
De qué se trata
Ante esta necesidad de “encontrar algo mejor” miembros de la Sociedad Vegana en el Reino Unido (creada en 1944) hallaron una solución y fue allí donde surgió por primera vez, en 1960, el término “agricultura vegánica”. Lo utilizó en la columna de jardinería que publicaba una referente de dicha sociedad, Rosa Dalziel O’Brien, y que la describió como “el método de cultivo libre de animales”.
Entonces, y a grandes rasgos, este sistema propone producir alimentos bajo el respeto a los animales, al medio ambiente y a la salud humana. Conocida también como agricultura "sin ganado", "biológica-vegánica"¨ y "de origen vegetal", es una forma que va más allá de los patrones biológicos, ya que elimina el uso de productos derivados de animales en cautiverio y fomenta la libertad de la fauna en las tierras los campos.
Su intención es lograr el cultivo ecológico de plantas con una cantidad mínima de explotación o daño a cualquier animal. Por ejemplo, no usa bosta o fertilizantes que contengan huesos, sangre o pescado, y utiliza en su lugar compost vegetal.
Tampoco utiliza pesticidas ni recurre a los ganados para arar las tierras, por lo que los agricultores vegánicos apelan a la rotación de policultura e intentan producir sus fuentes de fertilidad directamente en el campo.
Con el tiempo, los agricultores vegánicos crecieron en número y se organizaron, desarrollando diferentes enfoques con sus estándares oficiales asociados, incrementando las consideraciones ambientales en sus métodos.
Finalmente, lo que empezó siendo una agricultura experimental a baja escala para evitar perjudicar los animales se convirtió en lo que hoy es “Agricultura Regenerativa Vegánica”. “Esta podría producir alimentos para la sociedad del futuro de manera sostenible y compasiva, y ayudar a reparar el planeta más rápidamente”, planteó el experto catalán Casamitjana.
El lema y sus interpretaciones en el mundo
“Si alimentamos el suelo con materiales orgánicos vegetales, entonces el suelo alimentará las plantas”, reza el principio básico de esta dinámica, sin embargo advierten que hay muchas maneras de hacerlo.
Lo cierto es que un estudio reciente de agricultores vegánicos estadounidenses mostró que hay diversas maneras de interpretar el concepto, por lo que algunos aceptaron utilizar gusanos, excremento de murciélagos o estiércol de ciertos animales. Esto ha llevado a que algunos pioneros certifiquen estándares oficiales de este tipo de agricultura.
En diferentes partes del mundo los enfoques se diversificaron, por ejemplo, en la Alemania de 1950, Adolf Hoops creó una agricultura puramente ecológica y vegetal que excluye cualquier aportación de origen animal. Esta promociona especialmente la biodiversidad, un suelo saludable, el cierre de ciclos orgánicos y la acumulación sistemática de humus. También utiliza la plantación de plantas compañeras, la rotación extensiva de los cultivos y la implementación de hábitats semi-naturales en la tierra de cultivo o en sus inmediaciones.
Tras la creación de una red “orgánica vegana” en 1996, el Reino Unido estableció sus estándares vegánicos con una línea de certificación ecológica mediante la cual inspecciona y legitima las granjas. Estas cultivan sólo con abonos vegetales y fomentan la biodiversidad funcional para que los pesticidas no sean necesarios, tampoco usan herbicidas, transgénicos ni animales en ninguna parte de la cadena.
Además, los establecimientos registradas no pueden tener animales para la producción de alimentos ni ganancias comerciales, a su vez utilizan barreras físicas para hacer frente a las especies competidoras y no matan intencionadamente ningún animal salvaje.
En Argentina
Si bien en este país todavía no hay conocimiento de espacios que se dediquen específicamente a este tipo de agricultura, el presidente de la Unión Vegana Argentina aconsejó a los empresarios agropecuarios que se reconviertan a otro sistema productivo e intimó a que “tarde o temprano los gobiernos van a limitar la producción de carne”.
Desde su militancia y conocimiento, Manuel Maetí destacó que la demanda está variando a nivel global y va a terminar cambiando completamente. Entendió que la tendencia “es irreversible” y sugirió sumergirse en la investigación para constatar que hay un cambio en los paradigmas de la alimentación, y por ende en la forma de lograr esos alimentos.
“Las grandes multinacionales del mundo se están volcando a la producción de alimentos basados en plantas”, aseveró, proponiendo la inclinación hacia las leches y carnes vegetales. “No estar consumiendo agrotóxicos, está en la creatividad de los productores encontrar la forma. Siempre los argentinos somos muy creativos”, incentivó.
La alternativa
La agricultura vegánica no usa pesticidas, ya sea herbicidas, insecticidas, matarroedores o funguicidas; tampoco utiliza abonos químicos ni Organismos Modificados Geneticamente (OMG).
Asimismo, no permite la matanza de animales ni recurrir a productos derivados de animales en cautiverio, como harina de sangre seca, harina de huesos, harina de plumas, emulsión de pescado, abono de camarones.
En su lugar, para fertilizar opta por técnicas de origen vegetal como lo son el conocido mantillo o mulching, que consiste en cubrir la tierra con hojas, viruta o paja, entre otros. También es útil la “basura o estiércol vegetal”, las ramas y madera molidas, el recurso de la rotación de cosechas y todas demás técnicas sostenibles que no dependan de la explotación de animales.
Además, la agricultura vegánica trata de demostrar una manera más sostenible
de cultivar con menos dependencia de los carburantes fósiles. Dentro de lo
posible, los agricultores vegánicos producen los abonos directamente en la
granja.