Techos vivos como oasis en el cemento: la transformación de los tejados en jardines
En medio del hormigón y el asfalto, una sinfonía de hojas y raíces sueña con emerger como intérprete de la naturaleza. Los techos vivos, esas islas de vegetación que flotan sobre nuestras cabezas, garantizan biodiversidad, gestión del agua de lluvia y moderación de las temperaturas.

En un mundo cada vez más urbanizado, donde el concreto y el acero dominan el paisaje, los techos vivos o ecológicos se presentan como una solución que trae consigo no solo frescura y belleza, sino también un profundo compromiso con la sostenibilidad ambiental.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn países como la Argentina su adopción asoma muy tímidamente, a pesar de los innumerables beneficios que prometen para el medioambiente y la calidad de vida de las personas, sin embargo, no es una práctica ajena y poco a poco va ganando terreno.
Se trata de techos cubiertos por una capa de vegetación que puede variar desde césped y plantas autóctonas hasta pequeñas huertas o jardines. Estos no solo tienen una función estética o de beneficios para quien vive debajo de ellos, sino que -hilando fino y con proyección a futuro- se erigen como una respuesta concreta a varios de los desafíos que enfrenta la ciudad moderna: el cambio climático, la falta de espacios verdes y la necesidad de reducir el impacto ambiental de las edificaciones.