Dormir la siesta: el superpoder que no es solo para niños
Descubrí cómo un descanso bien planificado puede mejorar tu tarde y tu salud.

No es solo cosa de bebés. Aunque muchos dejamos la siesta atrás cuando pasamos del jardín a la primaria, la ciencia confirma que este pequeño placer puede ser una poderosa herramienta de bienestar.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn varios países de Europa y América Latina, la siesta es tradición. Y no solo los humanos la practican: murciélagos, pingüinos y hasta las medusas disfrutan de pausas de descanso durante el día. La clave, para nosotros, es saber cuándo y cuánto dormir para que la siesta sea una aliada y no una ladrona de sueño nocturno.
Por qué nuestro cuerpo pide siesta
Nuestros antepasados cazadores-recolectores no dormían ocho horas seguidas, sino en tramos más cortos repartidos entre día y noche. Aunque ya no vivimos atentos a depredadores, nuestro reloj biológico conserva ese “bajón” natural después del mediodía.
Además, casi un 30 por ciento de los adultos duerme menos de las 7–9 horas recomendadas, y eso pasa factura: hipertensión, problemas cardíacos, diabetes, depresión y accidentes son solo algunas consecuencias de la falta de sueño.
La buena noticia: una siesta corta y bien tomada puede ayudarte a recuperar energía y proteger tu salud.
Beneficios comprobados de la siesta
- Más alerta y mejor humor: estudios recientes muestran que una siesta de 20–30 minutos mejora la atención, la memoria y el estado de ánimo.
- Rendimiento físico: en personas activas y deportistas, las siestas aumentan resistencia, coordinación y desempeño.
- Corazón más sano: investigaciones en España y Suiza sugieren que siestas breves (menos de 30 min) pueden ayudar a regular la presión arterial y reducir riesgo cardiovascular.
La fórmula de la siesta perfecta
- Tiempo justo: entre 20 y 30 minutos. Así evitás caer en sueño profundo, que luego te deja atontado. Si necesitás una recarga grande (y podés), una siesta de 90 minutos completa un ciclo de sueño.
- Horario clave: entre las 13 y las 15, para no interferir con tu descanso nocturno.
- Entorno ideal: oscuro, fresco y silencioso. Un antifaz y tapones pueden ser tus mejores aliados.
- Alarma siempre: no duermas “hasta que el cuerpo quiera” si no querés pasar la tarde en modo zombi.
- Despertar activo: levantate enseguida, abrí cortinas, caminá y tomá agua para cortar la inercia del sueño.
Extra tip: el “coffee nap”
Suena raro, pero funciona: tomá un café justo antes de tu siesta de 20–30 minutos. La cafeína empieza a hacer efecto justo cuando te despertás, y el combo multiplica la energía. Eso sí, si la cafeína te altera el sueño nocturno, evitá hacerlo después de las 15.
Próximo paso
Esta semana, regalate una siesta bien planificada y observá cómo cambia tu tarde. No es pereza: es una herramienta para cuidar tu salud, tu rendimiento y tu buen humor.
Y si sentís que necesitás dormir todos los días para sobrevivir, revisá tu descanso nocturno: puede que ahí esté la raíz del problema.
Dormir bien no es un lujo. Es un hábito inteligente. Y una siesta a tiempo puede ser tu mejor inversión en energía.
MV UBA DH, Microbióloga, Esp. en Wellness