Los médicos celebran su día
Camilo Espínola, traumatólogo infantil, valora el crecimiento que ha experimentado la ciudad en el sector de la salud. El formoseño radicado en Tandil marca como un “cambio rotundo” la fundación del Hospital Debilio Blanco Villegas.
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Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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En el país, cada 3 de diciembre se celebra el Día del Médico. Tiene que ver con el nacimiento del médico cubano Carlos Finlay, quien descubrió que el mosquito Aedes Aegypti transmitía la fiebre amarilla. La fecha fue elegida por la Confederación Médica Panamericana y es celebrada de manera conjunta en Latinoamérica.
Es hoy que se conmemora la labor de los profesionales de la salud en la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades.
Lejos de su Formosa natal, Camilo Espínola se radicó en Tandil hace un par de décadas. Desde su fundación, trabaja en el Hospital de Niños Debilio Blanco Villegas, luego de optar por la especialidad de traumatología infantil.
“Estudié traumatología general. Después, en la rotación, que tenemos como obligatoria en los últimos años de residencia, mi idea original era hacer algo de medicina del deporte pero justo coincidió que mi residente superior había rotado en el Garrahan y me dijo que allí era todo espectacular. Entonces, después de la residencia, fui a hacer la beca al Garrahan. Así fue que me especialicé en traumatología infantil, haciendo la denominada posbásica. En ese entonces, ya estaba en pareja con Ana, mi esposa, quien es tandilense. Cuando me surgió la posibilidad de trabajar en el Hospital Ramón Santamarina, me radiqué en Tandil, en 2005. Después, con la apertura del Hospital de Niños se amplió mucho la parte de pediatría. Eso fue un ‘golazo’, hubo mucho más trabajo. Estar en el Hospital de Niños desde su fundación es uno de los orgullos más grandes que tenemos los que arrancamos en ese momento, es un lujo”, comenzó narrándole, a El Eco de Tandil, Espínola sobre su recorrido como médico.
-La fundación de ese Hospital fue un avance para la comunidad y una oportunidad invalorable para usted.
-Exactamente, se fue dando. Cuando vine a Tandil, el único que hacía ortopedia infantil era el doctor Oscanoa, junto a quien sigo trabajando en el Hospital de Niños. Hace poco, se sumó la doctora Laura Ortiz, con lo cual somos tres. Integramos un equipo hermoso de trabajo.
-¿En principio el deseo pasa por ser médico y la especialización se proyecta con el tiempo?
-Es así. De entrada quise ser médico, por influencia de mi papá. Siempre fui un apasionado por los deportes, sobre todo por el fútbol. Cuando pensé en la posibilidad de ser médico, mi deseo pasaba por trabajar en un plantel de fútbol, ése era mi sueño. Después, mientras fui transitando mis estudios, me gustó más lo de ortopedia infantil. Originalmente, mi búsqueda estaba para el lado de la traumatología del deporte. Lo hago paralelamente, aunque mi especialización sea la ortopedia infantil.
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-¿Llegó a cumplir ese sueño de desempeñarse en el fútbol?
-Sí. Trabajé en las divisiones formativas de Gimnasia y Esgrima La Plata durante muy poco tiempo, mientras estaba haciendo la residencia.
Y, cuando me radiqué en Tandil comencé a compartir guardias con “Nacho” Drysdale, quien me ofreció trabajar en el básquet del club Independiente. Sigo allí desde hace casi veinte años, no es el fútbol pero sí una manera de seguir vinculado laboralmente al deporte. Desde ese rol, doy una mano y disfruto.
Estoy capacitado para trabajar también con adultos porque hice la formación en traumatología general. Tras especializarme en pediatría, ya casi no trabajo con gente adulta, además la ciudad ha crecido y conseguido muy buenos profesionales en adultos en cada una de las especialidades, ya sea rodilla, cadera, columna…
-¿Eligió la parte de pediatría por alguna cuestión técnica o por lo que significa emocionalmente trabajar con niños?
-Tiene que ver un poco con todo, pero es fundamentalmente por el trato que tengo con los chicos. Me siento mucho más cómodo que cuando trabajo con adultos.
Además, en el Garrahan encontré un grupo de profesores y formadores de altísima calidad, tanto en lo profesional como lo humano. No podía creer las cosas que hacían. Ver la felicidad de los chicos y sus familias era emocionante, fue lo que hizo que me incline por la pediatría.
El chico es muy genuino, espontáneo. En el Garrahan vi de cerca patologías muy complejas, lo cual me afloraba emociones, los chicos son únicos.
-¿En su trabajo diario cuánto hay de implementación de su formación primigenia y cuánto de actualizaciones y de su impronta personal?
-La medicina ha evolucionado muchísimo desde el momento en que me formé hasta la actualidad. Y, en los últimos años, el avance tecnológico y técnico ha sido abismal. La mayoría de las cosas se resolvían con un yeso o con un período de inmovilización. Son lesiones que hoy requieren otra técnica, implantes o lo que fuera.
Por otro lado, la práctica deportiva ha hecho que actualmente se vean lesiones que antes no se veían. Es por la cantidad de horas en que los chicos practican deporte y por la intensidad a la que lo hacen.
-Con el agregado del stress…
-Exacto. La vida misma los lleva a eso, todos los días tienen una final o un evento que no se pueden perder. Y otro tema a tener en cuenta es el de los accidentes de tránsito, cada vez se involucran más chicos, ése es un problema grave. Son lesiones que adquieren una patología más compleja, que desde otra situación no verías en una edad pediátrica.
-¿Por qué son más frecuentes esos casos?
-Porque la población ha crecido y por la tecnología que tienen los vehículos, hablamos de velocidades distintas a las de antes.
En definitiva, es algo multifactorial, también hay muy poco respeto a las normas de tránsito. Manejan chicos que no tienen la edad para hacerlo, no se respeta el máximo de velocidad ni los semáforos.
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Espínola, junto a sus compañeros del Hospital de Niños.
-¿Qué evolución nota en el sistema de salud de la ciudad desde aquel 2005 en el que se radicó en ella?
-Tandil creció ordenadamente e institucionalmente también experimentó un crecimiento. La creación del Hospital de Niños representa un cambio rotundo en la salud en general.
Además, han venido muchos colegas a reforzar especialidades que Tandil ya tenía, como también llegaron otros con cosas que no existían, como neurología, nefrología, alergia o inmunología. Un montón de especialidades que llegaron con gente muy bien formada. Eso eleva el nivel general en el sector de la salud de la ciudad.
-¿En qué medida ayuda que el intendente sea “del palo”?
-Es algo que ha significado un salto de calidad. Se nota que es alguien que proviene del sector y que ha invertido muchísimo dinero en salud.
-¿Teme que desde diciembre eso pueda cambiar con su salida?
-No. Considero que la salud pública es un bastión para cualquier persona que quiera ser intendente. Soy totalmente optimista respecto a ese tema.