"ALAS EN FANTASÍA"
La carta
Textos de un Taller Literario que compartimos en El Eco de Tandil
Unos días atrás, conocí un simpático muchacho mientras paseaba displicentemente por uno de mis lugares favoritos que a menudo visito. Nos pusimos a charlar y me conto que su sueño era ser cartero. Pensé, que actividad algo obsoleta. ¿no? En esta era de las comunicaciones digitales, pero claro, acá las cartas no se usan.
Pero no le dije nada. Su rostro me parecía familiar, pero no podía ser, parecía de otra época.
Más tarde, me puse a pensar en la insólita conversación, y pensé, después de todo, no es una mala idea.
Debería escribir una carta, hay tanto que quiero expresar, hay tantas cosas que los mortales ignoramos. No quiero indicar que yo lo sé todo, no, pero tengo un poco más claras mis ideas ahora, tendría tantas cosas que decir. Pero la carta no debe ser muy larga, les aburriría, deberá ser positiva, auténtica.
Averiguaré si puedo enviar cartas, si podré enviar tal vez, una por mes. O acaso me autoricen una por año. Eso es muy importante, su contenido depende de la frecuencia de las mismas. Por suerte, acá podemos realizar varias actividades que nos gustan, otras son rutinarias, de convivencia, y sobre todo de aprendizaje, un cántaro que jamás se llena.
A veces me pregunto, cómo llegue aquí, por qué estoy aquí. Una hoja en blanco es mi mente, quizás, nunca tenga una respuesta o sí. Todo depende, de quién, vaya uno a saber, algunos lo llaman destino, karma, azar.
Lo que, sí sé, es que moveré cielo y tierra, andaré hasta las últimas consecuencias, para enviar una carta.
Recuerdo que mi abuela me contaba que por dos años mientras estuvieron separados con su prometido por razones políticas, su único medio de comunicación y muy preciado, era epistolar, no importaba si algunas tardaban demasiado en llegar a destino o alguna se perdía. Esos frágiles y amarillentos pétalos de amor, que un día sacó del ático y me mostró, cual tesoro invaluable, se convirtió en la fuerza que ambos necesitaron para enfrentar la adversidad y mantener impoluto su amor.
A lo mejor, pueda como mis abuelos, ofrecer un bálsamo para el alma, una caricia al dolorido corazón.
Que las cartas lleguen a destino, dependerá que el sueño de este muchacho se cumpla, y por qué no, con
perseverancia, insistencia, tesón, paciencia, los sueños se cumplen.
Mi carta deberá ser escueta, clara, no irme por las ramas. El lenguaje escrito no es el fuerte de esta generación, flashes de información, imágenes destellantes que no superan la pupila de los ojos.
Deberé hacer varios borradores, transcribir lo más significativo que deben saber, lo que no debemos olvidar, y luego seleccionar lo más trascendental.
Esta tarea me deparará varios días, pero que apuro tengo, acá los días, las mañanas, las tardes, se asemejan a un Friedrich, melancólicas, espirituales, o a un bucólico Constable, cuya calma invita a la reflexión, qué existirá tras esos cielos nubosos, tras esa paleta de variados verdes, o a la noche estrellada, emotivas, intensas, que hacen vibrar mi transparente corazón.
Ansioso enigma es el tiempo tras estas rejas invisibles, barrotes inmateriales que yo sola veo, que
posiblemente, por ventura pueda traspasar. Quien sabe, tal vez, algún día, vuelva a la vida, con la fuerza, el
ímpetu, la calma, el saber, la experiencia, que me dio esta travesía inmemorial.
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Nora Emma Acosta