Del barco a mi casa
Relatos de estudiantes de 6to año de la Orientación en Comunicación del Colegio Ayres del Cerro. Los mismos se trabajaron en el Taller de Producción en Lenguajes coordinado por la profesora Gabriela Ballarre.
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Por: Joaquín Tenaglia
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailMi abuela Marisa Álvarez nació en 1942 en la ciudad de León, en España. Su infancia estuvo marcada por las consecuencias de la Guerra Civil Española, que había terminado unos años antes pero que todavía dejaba muchas dificultades. Cuando tenía apenas siete años, en 1949, tuvo que dejar su país y subirse a un barco junto con su hermano para viajar a la Argentina.
La verdad es que pensar en eso me sorprende un montón, porque hoy a esa edad apenas estás en la primaria, y ella ya estaba enfrentando un viaje larguísimo y lleno de cambios. No era como viajar en avión, era un barco que tardaba semanas y en el que todo era nuevo, distinto y hasta un poco incierto.
Cuando llegaron, se instalaron en Buenos Aires, en Temperley, y ahí empezaron a armar una vida diferente, lejos de su tierra natal. Al poco tiempo, su mamá volvió a España, mientras que ella y su hermano se quedaron acá. Eso significó que desde muy chicos tuvieron que aprender a arreglárselas en un lugar distinto, con nuevas costumbres y rodeados de otra cultura.
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Esa experiencia marcó a mi abuela para siempre, porque aunque ella se crio en la Argentina, nunca perdió del todo sus raíces españolas. Creció mezclando recuerdos de su infancia en León con la vida que construyó en Temperley. Y al mismo tiempo, esa decisión de venirse cambió también la historia de mi familia, porque gracias a ese viaje hoy estamos todos acá.
Con los años, estudiando, conoció a quien sería mi abuelo Raúl Tenaglia. Se pusieron de novios y más tarde se mudaron a Rauch, un pueblo tranquilo donde formaron su familia: allí nacieron mi papá y mi tío.
Pasó el tiempo, y en Rauch mi papá Miguel conoció a mi mamá Natalia. Estuvieron juntos un tiempo y decidieron mudarse a Buenos Aires. Ahí, en 2007, nací yo, y unos años más tarde, en 2013, llegó mi hermano.
Finalmente, en 2017, mis papás tomaron la decisión de mudarse a Tandil. Querían un lugar más tranquilo para estar en familia y empezar una nueva etapa. Desde entonces vivimos acá, ese viaje que comenzó con una gran historia y una difícil decisión atrás, de una u otra manera formó lo que tenemos hoy.
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