Desde Tandil hasta Alaska: la experiencia de la familia tandilense que lleva más de un año recorriendo América en su camioneta
Dejar atrás las comodidades, la zona de confort y los afectos suele ser el principal impedimento que tienen todas las personas para emprender un viaje sin fecha de regreso. Pero no fue el caso de los tandilenses Esteban Passarelli y María Felisa Girado, quienes decidieron partir en abril del año pasado, junto con sus dos hijos, desde nuestra ciudad hasta Alaska.
A bordo de una camioneta Chevrolet modelo 65, que en un principio les dio varios dolores de cabeza, Esteban Passarelli y María Felisa Girado, junto con sus dos hijos, recorrieron ya 13 países y procuran continuar haciéndolo en un futuro. No obstante, primero desean regresar al país para pasar las fiestas en familia y, por tal motivo, decidieron comenzar una campaña solidaria para recaudar fondos.
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En este momento, Esteban (33), Felisa (33), Emilia (6) y Antonio (4) se encuentran en México, en la ciudad de Teotihuacán y planean quedarse allí, por lo menos, hasta el 2 de noviembre, jornada en que se celebra el Día de los Muertos.
En diálogo con El Eco de Tandil, la pareja contó cómo comenzaron su viaje, algunas experiencias del mismo y brindaron algunos detalles de la campaña que iniciaron.
El viaje
-¿Con qué expectativas comenzaron el viaje?
-La expectativa que teníamos en un principio era el intercambio cultural. Salimos con una camioneta con menos comodidades de las habituales con la idea de que la gente nos abra las puertas de la casa y del corazón.
-¿Por dónde arrancaron?
-Empezamos por Chile: cruzamos La Pampa, San Luis, Mendoza y luego la Cordillera para llegar a Santiago. En un principio teníamos una manera de ir acercándonos a la gente que era ir tomando fotografías de los lugares para hacer publicidad en la página, pero no nos daba mucho resultado, así que cambiamos la táctica.
-¿En qué se trasladan y dónde se quedan?
– Nos trasladamos en una Chevrolet modelo 65, una camioneta que conserva prácticamente todas sus piezas originales. Es un poco gastadora y más cuando salimos, porque estábamos más cargados.
Y nos vamos quedando por ahí. Siempre que llegamos a un lugar, primero preguntamos por algún lugar seguro, tratamos de vender algo y ahí se nos van abriendo puertas, la gente se acerca y nos invita a sus casas.
-¿Cómo es un viaje de este estilo con niños tan pequeños?
– El viaje se va moldeando a medida que vamos avanzando y los chicos van creciendo. De hecho, Antonio acaba de cumplir cuatro años (salió con dos). Entonces en el camino él fue aprendiendo a hablar, dejó los pañales, y un montón de cuestiones más que en la vida cotidiana son un poquito más llevaderas.
Igualmente los chicos son los que mejor la pasan, porque están en la playa, en las plazas, conocieron la nieve e hicieron millones de amigos en todos lados. Además aprendieron geografía, economía y más. Es magia constante.
-¿Tuvieron alguna complicación?
– Lo más bravo es cuando alguno se descompone, porque no tenemos las comodidades de un baño. Y si no tenemos la suerte de “pegar” una familia, nos quedamos en la camioneta. Y se pone complicado, pero son los subibajas del viaje.
-¿Cómo se solventan económicamente?
– Cuando salimos de la Argentina lo hicimos con unos ahorros, entonces estuvimos un par de meses viajando sin trabajar. Recién arrancamos a hacer artesanías en Perú y realmente valió la pena. Pero cuando se nos complica con eso, nos conviene encarar por el lado gastronómico; la empanada y la pizza argentina a la gente le encantan.
-¿Hacia dónde tienen pensado continuar el viaje?
– En este momento estamos en México y ya decidimos que vamos a seguir para los Estados Unidos pero lo haremos después del Día de los Muertos, porque nos llama mucho la atención la fiesta que hacen acá.
-¿Sigue siendo Alaska el objetivo principal?
– El objetivo sigue siendo Alaska, sí. A los Estados Unidos entraremos en fechas de invierno, entonces tenemos que estar dando un par de vueltas en el sur, esquivando la nieve hasta más o menos abril o julio, cuando comience el verano. Recién ahí podríamos cruzar a Canadá y luego llegar a Alaska.
Algunas experiencias
-¿Qué experiencias les deja este viaje?
– Es muy difícil responder esta pregunta porque hay muchas experiencias. Por ejemplo, en un principio nos emocionábamos cuando cambiábamos de provincia y hoy ya vamos por el país número 13. Es un aprendizaje constante; todos los días tenés una aventura diferente
Algo que nos marca es cuando nos encontramos con algún argentino porque revivimos muchas cosas. Quizá estamos medio bajoneados y la gente nos ayuda, entonces ahí se genera un quiebre en el viaje y nos dan ese empujón que necesitamos para seguir.
Hace poco Emilia, jugando en una laguna, se encontró con una nena francesa que tenía también seis años y solo hablaba francés, y Emilia solo habla español. Sin embargo, jugaron toda la tarde, comunicándose mediante señas, compartieron juguetes y todo. Eso creo que también son las cosas que nos enseña el camino, que no existen las fronteras, sino que están en la mente nada más.
-¿Qué les dice la gente cuando le cuentan de su viaje?
– La gente en el camino te sorprende día a día con las preguntas y las ocurrencias que tiene, que muchas veces nos resultan graciosas por la ignorancia sana. Por ejemplo, nos dicen si Argentina queda al lado de Francia o si nos costó mucho aprender español. Pero siempre se ponen muy felices porque es el sueño que muchos tienen guardado en el cajón y no se animan a cumplirlo.
Un tema que les preocupa mucho es la educación de los chicos. De hecho, algunos nos juzgan como irresponsables por salir a vivir de esta manera, pero a nosotros no nos parece que sea así.
También nos han preguntado si vendíamos a nuestros hijos, que les pusiéramos un precio; es muy común en algunos países, como por ejemplo en Perú. Pero desde el amor, no con mala intención.
-¿Qué extrañan de Tandil o de la Argentina?
– Lo que más se extraña es el respeto por el otro. Por ejemplo, en la Argentina cuando entrás a algún local se respeta el orden de llegada; en otros lugares no es así, te pasan por encima. Después, lógicamente, también los asados, los salamines y el jamón crudo.
Otra cuestión que se echa de menos es la cultura argentina, como por ejemplo la sobremesa de los domingos. Nosotros hemos conocido familias hermosísimas en el camino que, cuando nos disponíamos a comer un fin de semana, cada uno lo hacía por su lado. No tienen esa costumbre de sentarse todos en el mismo lugar y charlar; se mira televisión.
Y, por otra parte, en esta pregunta nos parece que tenemos que mandarle un mensaje importante a todos los argentinos: en situaciones como las que se están viviendo, hay que tratar de mirar el lado positivo; siempre.
La vuelta
-¿Planean regresar a Tandil?
– Sí. La idea es para estas fiestas regresar a Tandil. Los chicos necesitan ver a sus primos y a sus parientes para que no se les olviden las caritas. Entonces va un poco por ese lado el tema de la campaña, la colecta que arrancamos.
-¿De qué se trata esa colecta y cómo se puede colaborar?
-Nuestra idea es poder viajar hasta allá y después regresar, por lo que dejaríamos acá la camioneta. Iríamos un tiempito de visita y luego continuaríamos con el viaje. Por eso, todo aquel que nos quiera ayudar puede escribirnos a nuestra página de Facebook –Tras el sol en familia- y ahí les compartimos un número de cuenta para que nos depositen.