El Hospital de Niños “Dr. Debilio Blanco Villegas” celebra hoy el 14to. aniversario de su inauguración, en un año atravesado por la recuperación del ritmo habitual tras la pandemia y el surgimiento de nuevas necesidades. A lo largo de su breve historia, mantuvo un crecimiento sostenido y logró posicionarse como un centro de referencia para la región, incorporando nuevas especialidades, profesionales, servicios y aparatología, y una mejora en la capacidad de atención. El traumatólogo infantil Camilo Espínola se hizo cargo de la dirección en diciembre de 2021, en reemplazo de la pediatra Manuela Beazley -ahora a cargo de Emergencias- con la ventaja de conocer el hospital desde sus inicios, lo que facilita su tarea de gestión. En diálogo con El Eco de Tandil, Espínola compartió su mirada sobre la tarea que lleva adelante y señaló que se encontró con un hospital “ordenado”. “Me encontré con gente que trabaja mucho que como están desde el comienzo, eso ayuda, porque saben los movimientos, las falencias y fortalezas, lo que se necesita para seguir creciendo y pensar en un hospital de acá a 20 años. Las gestiones siguen una misma línea de afianzar lo que se tiene y pensar en el crecimiento en todas las áreas”, desarrolló. Nuevos desafíos Conforme crece la ciudad, el nosocomio infantil va quedando chico para atender las demandas y complejidades que reclama la actualidad. La institución no sólo atiende las necesidades de la comunidad sino que es un centro de referencia en la zona: localidades como Ayacucho, Rauch y Benito Juárez derivan a sus pacientes a Tandil. Al respecto, el director sostuvo que el camino es complejizar los servicios y atender patologías cada vez más complejas de Tandil y de la zona. “El hospital está quedando chico en infraestructura”, reveló. En este sentido, hay proyectos para ampliar los consultorios externos y el depósito. Además, queda pendiente aún la apertura del quirófano propio, que se interrumpió por la pandemia y es una obra que se debe retomar. Por lo pronto, en los próximos meses de inaugurará la farmacia y entonces van a dejar de depender del Hospital Santamarina. Sobre ello, Espínola indicó que se trata de una iniciativa que arrancó con la gestión de su antecesora, que en poco tiempo se concretará. “Es importante tener toda la medicación acá e interactuar dentro del mismo hospital, es mejor para los pacientes”, completó. Recursos humanos El Debilio Blanco Villegas tiene un plantel de 65 médicos, 50 enfermeras, 12 administrativos, 10 mucamas, 3 trabajadoras sociales y personal de mantenimiento. Cuenta con una infraestructura de 53 camas de internación que, por las reformas de la pandemia (se montó un minilaboratorio), pasó a ser de 42 plazas de internación y posee, además, cuatro camas de terapia intensiva. Asimismo, el hospital dispone de servicios de traumatología, nefrología, neumonología, dermatología, oftalmología, gastroenterología, endocrinología, otorrinolaringología y odontología, pero esperan incorporar más especializados en el futuro. En esta línea, Espínola explicó que “las especialidades que tenemos, por lo grande que es Tandil, cubre también la demanda de las pequeñas localidades vecinas que no tiene que derivar a Mar del Plata o La Plata. Queremos seguir creciendo en eso y coordinar con la región”. Un escollo que no sólo tiene su correlato en Tandil sino en todo el país y al que el hospital de Niños también se enfrenta, es el déficit de recursos humanos especializados. De hecho, en estos días el Sistema Integrado de Salud Pública salió a la búsqueda abierta de médicos para suplir las vacancias y seguir dando respuestas a las demandas sanitarias de la comunidad. En torno a esta problemática, el cirujano reconoció que la contratación de recursos humanos es un limitante y detalló que “ es una falencia a nivel nacional el tema de las especialidades y es difícil conseguir gente, tenemos nuestros problemas pero se trabaja para contenerlos”. De este modo, amplió que se busca generar un ambiente laboral atractivo y en permanente actualización para tentar a los especialistas. En tanto, el rol de formación que desempeña la institución al recibir residentes o rotaciones lo convierte en un semillero de profesionales que, las más de las veces, eligen quedarse en el lugar. “Se puso la semilla y este aspecto crece a pasos agigantados. El empuje que dan las residencias al médico que ya está porque debe actualizarse y al residente que empuja desde abajo para aliviar el trabajo, son elementos fundamentales para continuar creciendo, también desde lo científico”, valoró. Cuidar las infancias Por otro lado, Espínola se refirió a su labor diaria y el contacto con los niños que llegan afectados por alguna dolencia. Los hospitales de niños, en este sentido, pretenden desterrar la mirada adultocentrista y abordar de manera pertinente las infancias en momentos de vulnerabilidad. Y también hacer frente cuando el desenlace no es el esperado. “Lo mejor es la sinceridad de los niños, lo puro que tienen. La mayor satisfacción es cuando se resuelve la patología, con la alegría que te miran y se expresan, es el motor de cada día y te hace olvidar de todo. Si tuviste un mal día, ese es el motor para seguir adelante; la satisfacción de ver al chico bien, la gratitud de los niños y sus familias. Si uno hace bien su trabajo y da todo, el chiquito lo expresa, eso es lo más lindo, yo lo siento así”, reflexionó. En este punto, con profunda emoción, agregó: “En mi especialidad, por ejemplo, cuando el chico viene con dolor, con inseguridades, hay que llevarlo al quirófano e invadirlo con los estudios, y eso es complejo. Pero cuando uno terminó el trabajo, ver la cara de felicidad del pequeño, eso emociona. Te olvidás de todo por un ratito, porque tenemos muchos problemas y vivimos en un país difícil, pero te quedas con eso y no hay dinero que lo pague”. Contra viento y marea Por su lado, en tanto expresó el “orgullo” de haber sido elegido para dirigir el timón del hospital, una tarea que le toca encarar en un contexto económico inflacionario que muchas veces dificulta la planificación y el trabajo cotidiano. No obstante, ponderó que los equipos institucionales “trabajan todos los días para seguir creciendo a pesar de las dificultades y ponerle el pecho, porque la única salida es trabajando y con lo mejor de cada uno. Por lo menos hacer el intento, a veces no se puede, pero no nos podemos quedar”. Por último, expuso que su reconocimiento a todos los que desde hace 14 años están en el hospital y a los que se incorporaron después, que hacen lo mejor posible para sostener la obra se gestó durante tantos años y que por fin de materializó un día como hoy de 2008. “Este hospital es todo el personal y la gente externa que ayuda porque sin ellos sería otro hospital. Aquí están la Fundación del Hospital de Niños, las voluntarias que dan una mano cuando una madre no tienen con quien dejar a su hijo o a hacen trámites desinteresadamente, el equipo de lactancia, la gente de la sala de lectura que ameniza la sala de espera, los vecinos que donan cosas y ofrecen su ayuda; es el trabajo de todos”, afirmó con infinita gratitud. El Hospital de Niños “Debilio Blanco Villegas” cumple 14 años siendo un pilar de la salud pública en la zona y su gente hará hasta lo imposible para seguir convirtiendo los sueños en realidad.