El Jardín Maternal del Centro disfruta de su casa de juegos construida con más de 150 ecoladrillos
El proyecto “Pequeños actores para grandes cambios” comenzó en 2015. Este año techaron la casita que forma parte del patio, donde también incorporarán juegos con material reciclado. El cuidado del medioambiente atraviesa a la institución, que separa los residuos en origen y concientiza a los niños y sus familias.
El Jardín Maternal del Centro, que depende de la Unicen, construyó una casa de juegos para el patio con ecoladrillos, como parte de un proyecto más amplio y que tiende a formar a los niños en el cuidado del medioambiente y en el reciclaje. El espacio, de 2 por 2,25 metros y una altura de 1,7 metros, se concretó con más de 150 bloques de botellas plásticas rellenas con material reutilizable.
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El jardín, ubicado en Alberdi 542, tiene 50 alumnos en salas de bebés, uno y dos años, y funciona en dos turnos, con horario corrido de 7.30 a 16.30. Un equipo integrado por ocho docentes, dos preceptoras, un auxiliar, el profesor de educación física, vicedirectora y directora recibe a los hijos de los estudiantes, no docentes y docentes de la Unicen.
El proyecto
En los inicios de la institución, que se inauguró en 2014, el equipo docente comenzó a diagramar los proyectos que se iban a desarrollar y definió trabajar en el cuidado del medioambiente, que hoy es el sello que marca la vida cotidiana del jardín. En ese momento, optó por hacer algo distinto para equipar el patio, que no tiene juegos convencionales.
“Pensamos en hacer algo sustentable, en reciclar elementos que son reutilizables y desechables en nuestra sociedad. Entonces se nos ocurrió construir una casa con ecoladrillos”, contó Soledad Beguiristain, preceptora del turno tarde.
La iniciativa de la casa de juegos se inició en 2015, siempre gracias al trabajo en conjunto con los papás. El primer paso fue la base, con materiales tradicionales. Sin embargo, para levantar los muros utilizaron entre 150 y 200 ecoladrillos.
La docente describió que estos ladrillos “son botellas de gaseosas vacías que fuimos rellenando con papeles, bolsas, plásticos, entre otros elementos que no se utilizan. En cada sala había envases que traíamos, y los chicos iban guardando todos los papeles ahí”.
Las familias también colaboraron mucho porque se llevaban botellas a sus casas y en lugar de tirar papeles y plástico en el tarro de la basura, rellenaban los futuros ladrillos.
En los albores del proyecto, el Jardín Maternal del Centro se acercó a Punto Limpio, pero también trabajó con unidades académicas de la Unicen, con arquitectos y La Sachetera Tandil, entre otras personas e instituciones que los capacitaron y aconsejaron.
“Nos asesoramos, vinieron a darnos charlas, nos explicaron cómo clasificar. Entonces, implementamos tarros en la cocina donde va lo plástico, en otro los papeles, los pañales van en otra bolsa porque eso no nos sirve. Fuimos clasificando y enseñándoles a nuestros nenes cómo clasificarlo, ya desde sala de un año aunque los bebés también estaban presentes”, relató Soledad.
De este modo, los chicos comenzaron a naturalizar la separación de residuos, a través del jardín. “Ellos van entendiendo cómo cuidar el planeta, cómo clasificar y cómo cuidar el jardín, y también lo transmiten en sus casas”, valoró.
La materia prima
Como resultado del trabajo institucional, armaron una enorme cantidad de ecoladrillos y llenaron el depósito del jardín. Es que para lograr el objetivo realizaron una gran campaña de difusión, llevaron botellas y pancartas a distintas facultades, y la respuesta fue una enorme recepción de estos bloques.
La casa, que tiene 2 por 2,5 metros y 1,7 metros de altura, llevó entre 150 y 200 bloques, entonces algunas familias del jardín se llevaron ecoladrillos para concretar proyectos en sus hogares.
En cuanto a la obra de la casa de juegos, dos familias se encargaron de confeccionar los planos, y los padres concretaron la base, en jornadas de mates y recreación que se organizaban después del horario del jardín. Mientras tanto, otros integrantes de la comunidad seguían armando ecoladrillos.
El paso siguiente fue levantar los muros, donde las botellas se encastraron y están sostenidas por una malla metálica. Luego usaron barro, el tradicional adobe, para el revoque.
Todo el proceso llevó dos años y, al comenzar este ciclo lectivo, lograron techar la casa, con madera que compró el jardín y el trabajo de dos padres. Ahora falta colocar una protección para evitar las filtraciones del techo que realizarán con envases de tetra brik.
Además, la construcción cuenta con ventanas que están realizadas con la misma malla metálica y cuenta con maceteros de lona de piletas, que cosió una mamá para aportar más elementos reciclados al patio.
El patio
La casa para los chicos es uno de los elementos que forma parte del patio, pero buscan generar una propuesta más amplia. Por el momento, pintaron neumáticos, pero van a investigar qué otros juegos se pueden implementar con materiales reutilizables.
“Además, estamos evaluando cuáles son los espacios adecuados, para no recargar mucho el patio porque los nenes hoy van a cualquier plaza y encuentran los juegos convencionales. Queremos espacio para que ellos deambulen, experimenten”, señaló la preceptora.
Un reconocimiento
En simultáneo al armado de los ecoladrillos, el Jardín Maternal del Centro participó, en 2015, del concurso de Proyectos Ambientales Innovadores, que organizaron la Facultad de Ciencias Humanas y el Centro de Innovación y Creación de Empresas (CICE). Resultaron ganadores con esta propuesta, que titularon “Pequeños actores para grandes cambios”.
Además del logro, compartieron un video en YouTube en el que contaron todos los detalles de cómo arrancó esta iniciativa que busca dejar un planeta más limpio y potenciar las buenas prácticas en favor de la comunidad.