Hoy comienza el juicio
Hoy comienza el esperado juicio de “La Huerta” y destacan su efecto “reparador” para las víctimas
Desde la Mesa Multisectorial por Memoria, Verdad y Justicia Tandil volvieron a remarcar la importancia de que se puedan realizar audiencias del juicio en esta ciudad. “Cada vez que uno relata esto y sobre todo si lo hace ante el Estado que fue terrorista y ahora es reparador uno siente un alivio”, dijo María del Carmen Silva, una de las víctimas que estuvo detenida en el excentro clandestino.
Hoy comienza el juicio por los crímenes de lesa humanidad de la causa denominada "La Huerta" en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata donde se juzgarán crímenes cometidos contra 118 víctimas en el circuito represivo que incluyó varios partidos de la Subzona 12 como Tandil, Azul, Olavarría y Tapalqué. Centros clandestinos de detención como “La Huerta”, el exISER, así como las comisarías Primera y Segunda de la ciudad de Tandil o las Unidades Penales 7 de Azul y 2 de Sierra Chica, formaron parte de dicho circuito represivo.
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En conferencia de prensa, desde la Mesa Multisectorial por Memoria, Verdad y Justicia de Tandil volvieron a remarcar la necesidad de que la mayor cantidad posible de actos procesales del juicio se realice en Tandil ya que es el lugar en que ocurrieron los hechos que se juzgarán y que es el lugar de residencia de la mayoría de las víctimas y sus familiares.
Petra Marzzoca, referente del grupo Memoria por la Vida en Democracia, recordó que la convocatoria a formar parte de la Mesa Multisectorial “fue abierta, se abrió a todos los sectores de la comunidad y todo aquel que quiso participar en los pasos que se van a dar para instalar esta memoria y trabajar por la realización del juicio en Tandil”.
“Nuestro objetivo primero fue intentar que el juicio se realice en Tandil, estuvimos con la fiscalía y el tribunal el viernes pasado, nos dieron información de que va a ser complejo pero queda abierta la posibilidad de que algunas audiencias se realicen en la ciudad”, señaló.
Explicó que “uno de los objetivos principales es que la ciudad tome contacto con esta parte de su historia que ha sido olvidada, negada y recuperada, ha transitado todos los momentos, y nuestro compromiso es que se inscriba en la historia oficial de Tandil y quede en la memoria de las nuevas generaciones para que la democracia no sea violentada nunca más”.
Efecto reparador
“Otro factor que tuvimos en cuenta y que nos interesa muchísimo es el efecto reparador sobre las víctimas, sobre las familias y sobre la sociedad en su conjunto que tendría que el juicio se realice en Tandil para que nos sintamos acompañados realmente por el entorno familiar, de amigos y de la ciudadanía. No es lo mismo estar solo ante un tribunal”, remarcó.
En ese contexto, recordó que “tenemos la experiencia de Monte Pelloni 2 que fue muy triste para las víctimas, donde realmente estaba las víctimas y algún testigo y el resto eran familiares o adherentes de represores sentados cerca de ellos y testimoniar en esas condiciones es muy difícil”.
Por otro lado, contó que hoy viajarán a Mar del Plata y señaló que solamente algunos podremos estar en el interior de la sala porque la capacidad del lugar es pequeña y no tiene ventilación. “Así que estaremos afuera diciendo presente e instalando el tema”, indicó.
Por su lado, María del Carmen Silva, una de las víctimas que estuvo secuestrada en el excentro clandestino de detención “La Huerta” recordó que la convocatoria surgió del grupo Memoria por la Vida en Democracia, y destacó que tuvieron “una recepción muy amplia de distintos sectores de la comunidad, la Universidad, el Concejo Deliberante, sindicatos, centros de estudiantes y personas que vienen a ofrecer lo que puedan aportar, nos sentimos muy acompañadas”.
“En mi caso específico que voy a declarar como víctima, soy querellante, valoro muchísimo el acompañamiento y la buena manera en que fuimos atendidos tanto en el tribunal como en la fiscalía, todo el entorno del juicio es reparador para las víctimas”, resaltó.
Argentina, un ejemplo en el mundo
Y explicó que “después de esperar tanto tiempo para llegar a esto a partir de que se abre la posibilidad de los juicios penales cuando durante el gobierno de Néstor Kirchner se anulan las leyes de impunidad, antes también en la época de Alfonsín con el Juicio a la Juntas, hubo retrocesos pero siempre los organismos de derechos humanos manteniendo vigente el tema”.
“Es una lucha de tantos años y muy importante decir que Argentina es ejemplo en el mundo en materia de juzgamiento de estos delitos de lesa humanidad. Los delincuentes juzgados por sus jueces naturales, con todas las garantías, más allá de las limitaciones que pueda tener el poder judicial que no van a poder estar acá en Tandil todas las sesiones como hubiéramos querido, pero es importante valorar eso y también que el juicio comienza, porque es una mega causa, va a durar mucho y estaba pedido desde 2019, comenzó y ahora no se va a detener”, subrayó.
Recordó que en su caso declaró por primera vez en Azul en 2006 ante el juez Juan José Comparato y fue “la primera vez que hable de lo que me había pasado porque yo esto no lo había hablado ni con mi familia porque salíamos del lugar de detención muy amenazados y sabíamos que estaban dispuestos a cumplir las amenazas”.
“Estaba amenazada yo si contaba y también mi familia o cualquiera que escuchara el relato de lo que me había pasado, por décadas no hable”, confió.
Y expresó que esa primera vez que declaró sintió que “el Estado que me había hecho tanto daño se ponía a mi disposición, me sentí protegida, muy escuchada con mucha paciencia, porque yo relataba pero hubo lágrimas, hubo de todo, muchas horas declarando estuve y en esa época no había acompañamiento, no fui con abogado, pero me atendieron muy bien, me sentí segura”.
“Cada vez que uno relata esto y sobre todo si lo hace ante el Estado que fue terrorista y ahora es reparador uno siente un alivio”, aseguró.
El “alivio de saber que se hará justicia”
En diálogo con El Eco de Tandil María del Carmen Silva, una de las víctimas que estuvo secuestrada en el excentro clandestino de detención “La Huerta” recordó que se encontraba cursando la carrera de trabajo social en la Facultad de Humanidades en la Universidad Nacional del Centro cuando fue detenida y trasladada a “La Huerta”.
“Formaba parte del centro de estudiantes y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. A partir del golpe del 76 se disolvieron los centros de estudiantes, la actividad política se prohibió y comenzó la persecución a los militantes. En un momento dado nos empezamos a enterar que caían presos compañeros, muchos se exiliaban, cambiaban domicilio, y yo permanecí en mi casa, seguí estudiando, conseguí trabajo”, relató.
La militancia se había cortado porque “al haber tanta persecución no teníamos posibilidad de reunirnos, teníamos miedo también pero nos íbamos enterando que cayó una compañera, otra. No decíamos desaparecidos, en esa época pensábamos que los llevaban detenidos, que iban a estar un tiempo y luego regresaban”.
No obstante, se daban cuenta de que “en cualquier momento podían venir por nosotros”.
“Es muy difícil resistir la tortura”
Una noche llegó a su casa situada en el barrio de Villa Italia un grupo del Ejército. “Yo vivía con mis padres y mi hermana y en ese momento yo me había acostado, estaba con mi mamá en la casa nada más. Yo trabajaba en una fábrica que estaba en Pasteur al 900, me levantaba muy temprano así que me acostaba temprano, y esa noche aparecieron, allanaron la casa, mi mamá les abrió la puerta, dijeron personal del Ejército y de poco hubiera servido resistirse porque iban a tirar la puerta abajo”, rememoró.
Tras allanar y revisar toda la casa dijeron que María del Carmen Silva los tenía que acompañar. “Ellos tenían mucha información sobre mí porque me habían estado espiando, y porque antes que yo habían caído otros compañeros que me habían nombrado. No es que fueron alegremente a decir que me conocían, fue bajo tortura, es muy difícil resistir la tortura, es una experiencia terrible”, expresó.
Y contó que “mis compañeros tampoco dijeron nada del otro mundo, solamente que yo había militado con ellos. Me hicieron subir a un auto en la parte de atrás, me encapucharon, y a partir de ahí yo ya no vi más nada pero me di cuenta de que el auto empezó a andar por Sáenz Peña dobló por Urquiza a la derecha como yendo para la Ruta, después dieron vueltas, y yo calculo que como a los 15 o 20 minutos nos detuvimos en un lugar donde abrieron una tranquera y entramos”.
“Yo todo eso no lo podía ver, en el camino me iban amenazando. Bajamos en una casa, recuerdo que al bajar se pisaba pedregullo al entrar. Ingresamos en un lugar y recuerdo perfectamente que en ese momento estaba la radio prendida y terminaba el noticiero de Radio Continental, me introdujeron en una habitación y empezaron los interrogatorios”, recordó.
Estuvo secuestrada en ese lugar durante tres semanas, desde el 8 al 29 de septiembre de 1977 cuando la liberaron.
Durante sus días de encierro, mayormente estaba sola en la habitación pero escuchaba que en otras habitaciones había otras personas detenidas y en otras oportunidades no había nadie, era como un “lugar de tránsito”.
“Escuchaba gritos de gente que era torturada”
“Había guardias de a dos que estaban 24 horas, a las 8 o 9 de la mañana hacían el cambio. Escuchaba gritos de gente que era torturada en un espacio que estaba cercano a esa casa. Yo también fui torturada”, rememoró.
Recordó que al entrar a esa habitación, tuvo la sensación de que entraba a un gallinero porque “era un lugar cerrado pero con mucha ventilación”.
María del Carmen Silva tenía 20 años en ese momento. “Los últimos días que estuve ahí escuchaba mucho movimiento de gente y ahí sí compartíamos la habitación con otros. Estábamos con los ojos vendados, encapuchados, esposados a camas. Esos últimos días vinieron con muchos detenidos, se escuchaban los gritos, los llantos”, explicó.
Ese 29 por la noche “se escuchaba en la cocina que había muchos hombres comiendo un asado, se sentía el olor, estaban como de fiesta, contaban cuentos. Ellos se divertían mientras en las habitaciones de la casa estábamos un montón de detenidos esposados, vendados, hambrientos, sucios, ese día no nos dieron de comer en todo el día”.
“Yo tenía dos sensaciones, la esperanza de salir, y la sensación de que era posible que nunca más saliera. A esa edad uno siente que no puede ser que la vida se te termine si todavía no hiciste nada, no dejaste tu huella. Eran sensaciones encontradas, mucho miedo, yo trataba de reconstruir mi vida desde los momentos más remotos de mi infancia, y me pasaba las horas pensando en todos los detalles de mi vida, aunque era tan corta”, expresó.
Aseguró que no pudo reconocer a las personas que la tuvieron cautiva porque “las únicas caras que yo vi era la de los tres tipos que entraron en mi casa, y la verdad que no sé quiénes eran, uno era el jefe y otros dos parecían ser subordinados de él, pero no pude saber quiénes eran”.
“En un momento dado me dijeron que me iban a dejar libre, pero que me tenía que presentar ante un responsable de ellos. Y o tenía que llamar a un teléfono, era una oficina que contestaba Comando de Brigada, era clarísimo que era el Ejército, y ahí me decía a qué lugar tenía que ir para encontrarme con uno de ellos que controlaba mi vida, me hacía preguntas”, relató.
Y continuó explicando que “por suerte eso no duro mucho, yo fui liberada en septiembre y para diciembre fue el último encuentro, porque después yo llamaba y se hacían los que no sabían para qué llamaba, con lo cual deje de hacerlo, pero con mucho miedo porque no sabía si iban a regresar a buscarme”.
“El miedo me duró mucho tiempo, no sabía qué iba a pasar conmigo y la verdad que tenía terror de que me volviera a pasar lo mismo, que me volvieran a llevar a ese lugar era algo que me aterrorizaba”, confió.
Respecto a si logró reconocer a más detenidos señaló que “pude reconocer a una persona porque escuché su nombre, yo sabía que era evangelista porque él a un guardia le pidió la biblia y yo lo escuchaba rezar, y me di cuenta quién era, fue la única persona que nombre en mi declaración, lo llamaron a declarar y efectivamente era él”.
“No pude reconocer a otros, me enteré que lo últimos días había llevado militantes de Olavarría y Azul peor no sabía quiénes eran”, indicó.
“Un gran alivio”
Ahora manifestó que “es un gran alivio saber que se va a hacer justicia, y que la comunidad de Tandil va a saber lo que pasó, se van a caer muchas caretas porque hubo mucha complicidad civil, se van a saber muchas cosas”.
“Es muy importante para nosotros que la comunidad de Tandil sepa lo que pasó, es un alivio y también el hecho reparador de que sea el Estado democrático el que viene a reparar los daños que hizo el estado terrorista. En ese sentido es un gran alivio y saber que si hay castigo, si hay conciencia la historia no se va a repetir, porque realmente esto nunca debió haber pasado, es un horror, pero pasó y puede volver a pasar si lo dejamos impune”, enfatizó.
Y agregó que “no pasó de la nada, no es que vinieron unos locos malvados a arruinarnos la vida, este fue un plan orquestado, fueron el brazo armado de los grandes grupos económicos de poder, también tenemos que saber por qué paso, no fuimos víctimas de unos delincuentes cualquiera, fue gente muy poderosa que estaba detrás de ellos, y que siguen estando aunque ahora las fuerzas armadas no van a hacer el papel que hicieron en ese momento, pero siempre se la rebuscan para volver, son grupos muy poderosos”.
“La sensación es de un gran alivio, de sacarse uno un peso de encima, haber recorrido un largo camino, haber llegado y estar acompañados”, concluyó.