La vida de Liliana Cantarelli, superación y trabajo constante
A pesar de estar tramitando su jubilación, sigue trabajando para garantizar su estabilidad económica.

Por Romina Magali Alvarez (*)
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLiliana Mabel Cantarelli es tandilense. Ingresó al mundo laboral a temprana edad y hoy cuenta su historia y deja un mensaje a los jóvenes.
Desde los 54 años, Liliana enfrenta desafíos laborales y personales con resiliencia, adaptándose a nuevas oportunidades, mientras lucha contra la artritis. Ella sigue un tratamiento y su medicamento cuesta dos millones y medio de pesos. Cada quince días se autoinyecta para frenar la enfermedad.
-¿Cómo fue tu entrada a la vida laboral?
-Arranqué desde muy chica, a los 13 años cuidaba a una nena de 9 meses. Trabajando como niñera estuve hasta los 16, lo hacía para poder ayudar a mi mamá con los gastos de la casa. No era mucho, pero algo ayudaba. Después estuve como empleada 12 años en una fiambrería hasta que nació mi primer hijo. A sus 9 meses empecé a trabajar en la administración de la Terminal de Ómnibus. Allí estuve dos años hasta que, por recorte de personal, me despidieron. En el período en que buscaba trabajo opté por limpiar casas, trabajé por 14 años, he llegado a tener diez casas en simultáneo, en ese trabajo cobraba por hora, por eso trataba de organizarme y hacer la diferencia con la plata. El dolor de manos por el reuma me forzó a tener que buscar otra cosa.
-¿Qué oportunidades surgieron?
-Por suerte entré en un kiosco, estuve 8 años hasta que el dueño lo vendió. Los nuevos propietarios decidieron atender ellos mismos, fue por eso que me trasladaron para la tintorería de la que eran dueños. Cuando me contaron la idea, no me gustó mucho. Yo sabía que, por mis manos, no iba a durar mucho, pero hice el esfuerzo porque necesitaba trabajar. El dueño de la tintorería sabía de esta situación. El trabajo constaba de fregar a mano o cepillos con el objetivo de quitar cualquier mancha y luego se metía la prenda en los lavarropas. Era un trabajo manual que se me dificultaba por la artritis. Al año y medio, mis manos ya no aguantaban más, era un dolor impresionante. Irme no era opción ya que tenía varios años trabajando y jubilarme por discapacidad tampoco, porque tengo 32 años de aportes y no iba a desperdiciar todo eso. Tuve que presentar un certificado médico, de hecho, hacía mucho tiempo que los tenía, y no los quería presentar porque hasta ese momento siempre había podido hacer bien mis trabajos, pero esta última situación era insostenible, no pude llegar a ningún acuerdo así que finalmente, los presenté. Me despidieron y ahí arrancó la crisis.
Un cambio de vida
-¿Cuál es tu actividad laboral hoy en día?
-Hace 6 años trabajo como empleada en una tienda de blancos; estoy en la casa central donde se recibe mercadería y se reparte.
-¿Y cómo conseguiste ese empleo?
-Me quedé sin trabajo a los 54 años, por mi enfermedad estaba muy limitada. A esa edad, por lo general, nadie te da la oportunidad de demostrar que vos todavía podés.
Uno de los primeros lugares en donde dejé mi currículum fue en la tienda de blancos en la que estoy trabajando ahora. Los meses iban pasando y no me llamaban de ningún lado, entonces fue entonces cuando tuve que empezar a usar la indemnización para poder subsistir.
-¿Cómo se resolvió?
-Un día me levanté, me vestí y dije: `Voy a preguntar, a ver si tengo suerte´. Me acerqué al local y tuve la suerte de poder hablar con la dueña. Ella me dijo que tenía a una chica a prueba por seis meses, en un puesto de atención al público. Lo bueno es que me contó que en el centro necesitaban cubrir a una de las chicas y obviamente le dije que sí. Salí feliz de ese lugar. Me contrataron para trabajar los sábados a la tarde, nada más.
No tenía mucho conocimiento del rubro de la tienda de blancos, más allá de que tenía años de experiencia en atención al público, no sabía nada de telas. Llegó el sábado, fuimos con la dueña al local y durante las horas de trabajo yo me sentía perdida. Cuando terminé la jornada laboral, le pregunté si el fin de semana siguiente tenía que ir, y ella me dijo que no, que fuera a la sucursal de Perón para poder aprender y ponerme en ritmo. De a poco fui aprendiendo y ahí me quedé.
-¿Qué recordás del momento en que te diagnosticaron artritis reumatoidea?
-Hace 18 años, estaba limpiando un salón de fiestas, trabajando. De la nada levanté temperatura, las manos y pies me empezaron a doler muchísimo. Tuve que llamar a mi marido para que me llevara a mi casa y me ayudara. A las dos y media de la mañana, sin poder aguantar los pinchazos, fui al Hospital.
Mi médico clínico me hizo todos los estudios correspondientes, me derivó a una especialista y resultó que tenía una enfermedad crónica, artrosis erosiva.
-¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a seguir trabajando?
-Más allá de que amo trabajar, la paso bien y mi jubilación sigue en trámite, trabajo por razones económicas, tengo que vivir: con 230 mil pesos hoy en día no hacés nada. Yo no alquilo, por suerte, pero tengo servicios, comida y medicamentos que pagar.
Hace poco me robaron mi medio de transporte, mi moto, que no tenía ni diez meses de uso, la tenía atada con candado, la cadena era gruesa y, aun así, se las ingeniaron para cortarla. Hice la denuncia, pero no apareció por ningún lado, esos días que caminé tanto, me parecía escuchar mi moto por todos lados.
Después de dos semanas de andar caminando, pedí dinero prestado para poder comprar una nueva e iré devolviendo la plata en cuotas.
Tengo una pensión por mi marido que falleció. Al ser pensionada y próximamente jubilada, el bono de 70 mil no lo puedo cobrar. Si no trabajara, tendría que vivir con 460 mil pesos al mes, imposible.
Puntos de vista
-¿Cómo fue tu experiencia en el ámbito académico?
-Yo terminé el secundario de grande, fue en el momento que trabajaba en las diez casas, hacía un recorrido largo para poder llegar a la escuela. Hubo días en que me levantaba a las cuatro de la mañana porque rendía prueba al otro día, pero hice los tres años y terminé con un promedio de 9,33.
Siempre pienso que me hubiera gustado estudiar para ser médica cirujana, amo leer sobre eso.
-¿Qué le dirías a un joven que está por arrancar a trabajar?
-Primero le diría que se capacite, yo lo hice de grande; que estudien todo lo que sea necesario, se puede trabajar de algo que te gusta, pero para eso es necesario estudiar.
-¿Cómo te ves en el futuro?
-No quiero dejar de trabajar, me gustaría viajar y tener unas lindas vacaciones. Si imaginamos que voy a vivir mucho tiempo más, sería viajar y conocer Italia. Me imagino disfrutando y estar siempre en movimiento.
(*) Esta entrevista fue realizada en el marco de Práctica Profesional 1 de la Tecnicatura en Comunicación Social del ISFDYT 10 de Tandil, bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi.