Las máquinas de escribir, las redacciones con humo de cigarrillo y olor a tinta
Los inicios de El Eco de Tandil reflejan la fusión entre oficio gráfico y periodismo en una época de modernización y crecimiento urbano.

Por: Susana Suffredini y Patricia Gavazza.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn una época de máquinas de escribir que marcaban el ritmo de la noticia con su tecleo constante, de redacciones cargadas con el humo del cigarrillo y el penetrante olor a tinta fresca, nacía en Tandil un periódico destinado a convertirse en una institución. La historia de los inicios de El Eco de Tandil no es solo la crónica de un medio de comunicación, sino el reflejo de una era donde el periodismo y el oficio de la imprenta eran caras de la misma moneda.
El 30 de julio de 1882, la casualidad y la oportunidad unieron a un boticario español y a un obrero tipógrafo de origen uruguayo. Juntos, decidieron adquirir la imprenta que hasta entonces había pertenecido al bisemanario “La Voz del Pueblo”. Con esa compra, no solo se hicieron de una maquinaria, sino que fundaron un nuevo periódico que bautizaron El Eco de Tandil.