René Lavand cumpliría 97 años: el recuerdo de sus hijos y las anécdotas inéditas
El ilusionista tandilense que deslumbró al mundo es recordado por sus hijos a través de frases emblemáticas y anécdotas, como la del histórico vagón de 1812 que llevó a su casa.
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El ilusionista René Lavand que viajó por el mundo de la mano de su baraja, hoy cumpliría 97 años. Nacido en Buenos Aires el 24 de septiembre de 1928, a los nueve años Hector René Lavandera perdió su mano derecha en un accidente automovilístico y desde entonces todo fue distinto. Su interés por el ilusionismo había despertado en él una pasión que pronto lo llevaría a presentarse como René Lavand en programas internacionales, recorrer los escenarios de todo el mundo con la baraja en su mano izquierda y relatar historias inconfundibles que dejaron huellas en los corazones de miles de espectadores.
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Con posibilidad de haber vivido en cualquier ciudad del mundo, siempre eligió Tandil como su lugar, su vértice. Tal como lo dijo él en una entrevista publicada en 2009 “yo soy más tandilense que todos aquellos que fueron paridos aquí. Yo adopté a Tandil como ciudad querida; como vértice en el mundo, porque voy y vengo. Y Tandil me adoptó a mi a tal punto que me han nombrado del Municipio hace años ‘Ciudadano Ilustre’; cargo que no se si merezco pero que sí hago gala de tenerlo y me emociona profundamente”.
El 7 de febrero de este año se cumplieron diez años de su partida. En un último homenaje para esta fecha, la familia de Lavand abrió las puertas de ‘Milagro Verde’, la que fue su casa para quienes quisieran recorrerla solo por ese día. En diálogo con El Eco de Tandil, Lauro Lavandera, su hijo lo describió como “un cierre al homenaje” y agregó “en Tandil y en otras partes del mundo se han hecho homenajes cada siete de febrero de estos últimos diez años. Algunos muy interesantes, muy bonitos, y otros que no tanto, honestamente”. Así surgió ‘Renacer’ que Lauro describió como una tarde en la que “casi 400 personas pasaron a sacarse fotos y a llevarse un souvenir, y a recorrer Milagro Verde. Hicimos un brindis y dimos por terminada la etapa de recordar la partida”.
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Al día siguiente se realizó una gala, donde participaron varios magos de renombre internacional “por iniciativa del Municipio, algunos artistas vinieron desinteresadamente y se llenó el teatro. Si bien las entradas eran gratuitas, se agotaron en 53 minutos. Lo que marca un interés por el ilusionismo, por la figura de René”. Entre quienes participaron aquella noche estuvo Lore Lavand, hija del gran ilusionista, y sobre aquel día recordó en diálogo con este medio: “El 7 y 8 de febrero la sensación que sentí de cariño por parte del público hacia él después de 10 años de su muerte me pareció algo increíble y algo que creo debería pasar de generación en generación”.
Con la idea de celebrar al ilusionista cada aniversario de cumpleaños surgió Tandil Ilusiona, una propuesta cultural en torno al ilusionismo que, como comentó Lauro “la idea es que vaya creciendo con el paso del tiempo y que vaya tomando envergadura nacional e internacional. Lo escribimos, lo diseñamos y está esperando fondos para su realización” sostuvo. Lore Lavand también compartió sobre el festival y enfatizó “realmente lo que hay que celebrar es haber podido disfrutar de él y de su arte. Me parece importante y creo que como él eligió Tandil como su lugar en el mundo, es importante que sea en su ciudad, en la ciudad que se sintió y se siente orgullosa de él; que esa ciudad no deje que él desaparezca”.
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Celebrar la vida
Lauro resaltó que este 24 de septiembre es una fecha para celebrar a René “nos parece mucho más saludable recordar el nacimiento y celebrar la vida. En este caso cuesta cambiarlo porque tenemos toda una cuestión cultural; como era una persona pública la gente tiene muy presente que se fue el siete de febrero de 2015; y poca gente recuerda su cumpleaños”. Y agregó “los argentinos recordamos el paso a la inmortalidad. Pasa con los próceres, Belgrano, San Martín; es un poco macabro, es decir, tenemos presente un anclaje cultural con la muerte. Hay países en donde eso es diferente y a nosotros nos pareció que era mucho mejor recordar el natalicio, el cumpleaños, el nacimiento”.
En el marco de Tandil Ilusiona, en julio se realizó el show de Norberto Jansenson, uno de los discípulos de René Lavand con mayor popularidad en el país. Sobre esto Lauro comentó “el nombre de Jansenson está en el imaginario colectivo asociado a René Lavand. Poco tiempo después de fallecer René, Norberto escribió un libro de anécdotas. Está muy asociada a la figura de René, la figura de Norberto”; y sumó “por eso nos pareció interesante invitarlo. Fue un gran esfuerzo de la familia y del Municipio, porque ya no fue gratuito. Empezaron a jugar otros intereses y eso hizo que fuera distinto a febrero cuando Marcelo Insúa, Ariel Dominguez, Adrian Lacroix y Lore Lavand realizaron la gala de principio de año”.
Este miércoles 24 se proyectará el documental “René Lavand en primera persona” en el Teatro de las Confraternidades dedicado a la vida y trayectoria del ilusionista tandilense.
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No se puede hacer más lento
‘No se puede hacer más lento’ es una de las populares frases que trasciende generaciones. Acompaña el juego de cartas que realizaba Lavand llamado “agua y aceite”, donde las cartas negras y rojas se alternaban en una ilusión perfecta. Así como esta, a lo largo de su trayectoria, fueron muchas las historias y frases icónicas de René que no perdieron vigencia. Al pedirle a sus hijos que recuerden una frase o historia que para ellos haya dejado huella, Lauro recordó la que decía en el escenario su padre “Por qué querer saber por qué la rosa. ¡Por qué! ¡Está la rosa!”.
Lore Lavand también dijo cuál sería una de sus historias favoritas “cuentos me costaría más elegir; el del soldado ‘Sabía que ibas a venir’, creo que es el cuento más corto que he escuchado con mayor impacto. No es solo por el cuento sino por la manera de decirlo; un cuento puede ser leído sin que deje casi nada o puede ser leído o contado y que te atraviese todas las emociones. Y creo que él era la combinación perfecta entre encontrar historias potentes y saber contarlas”.
“Si tuviera que elegir una frase”, continuó Lore Lavand “casi casi íntima que para mí se convirtió en el número que hago, que es un homenaje a él sin nombrarlo; desde que me vine a vivir a España siempre que hablábamos por teléfono y yo le decía ‘te extraño’ o algo así, él siempre me repetía ‘no estés triste, solo es tan lejos las cosas que no sabemos mirar’. Y mi número se basa en esta frase porque la última vez que yo hablé por teléfono con él, esa fue la frase con la que se despidió”. Y agregó, “como bien él decía, era contrabandista de frases y cuando me puse a buscar el origen de aquella, para mi sorpresa, es parte de una canción de Atahualpa Yupanqui. Y yo durante muchos años pensé que era algo que él había escuchado en la mesa de un café, en una película; nunca se me ocurrió que podía ser una frase escrita por un grande de folclore argentino, que era su amigo y que él pudiera llegar a hacerla tan propia”.
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Pata de Fierro: el vagón de ferrocarril de René Lavand
“Un día me fue a buscar al departamento de 11 de septiembre donde yo vivía y me dijo ‘tengo una idea, acompañame, vamos a un lugar; ¿Sabes lo que quiero hacer? Comprar un vagón. Me dijeron que acá tengo que preguntar, en Maipú’” contó su hijo Lauro Lavandera sobre la vez que Lavand le compartió el sueño de comprar y restaurar un vagón de tren para tener en el parque de su casa. “Yo le dije ‘¿un vagón de tren?¿Dónde vas a meter un vagón?’ y me dijo ‘sí, en la quinta, ya vas a ver, ahí al lado del triangulito, allá en el límite’”. Lauro relató que en aquel entonces “no había nada, era un espacio vacío, no habían árboles, ni el ombú estaba. Lo pusieron después del vagón”.
El traslado fue una travesía de grúas por la ciudad que llevaron colgando el vagón de tren de 1812 a restaurar en la casa de Lavand. Aunque no hay fotos sobre este acontecimiento en el año 1996, sí se encuentra la digitalización de un VHS que capturó una familia amiga del ilusionista en la que se muestra la bajada del armatoste entre árboles y cables de electricidad.
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“Para mí lo anecdótico de esos sueños” contó Lore Lavand sobre el Pata y otros proyectos de su padre “a él se le ocurrían y parecían de primeras una locura para todos, como meter un vagón de tren en su casa, porque lo vió no sé dónde y se le antojó. Lo gracioso era que el mundo se detenía y todo giraba en torno a ‘porque si lo pongo así…’, ‘si le da el sol…’, ‘si le da la sombra…’, ‘si pongo acá una palmera…’; entonces era un bucle inacabable de hablar del vagón, y de que cada uno tenía que regalarle algo; pero al final contagiaba con la ilusión a todo el mundo y hartaba también a todo el mundo” concluyó entre risas su hija.
Lauro Lavandera relató que a su padre con el Pata “no le importaba gastar lo que fuera, creo que le salió más caro el traslado y ubicarlo, de lo que pagó el vagón”. Y agregó “se hizo público lo del vagón cuando ya estaba listo. A mí me tocó ver todo el proceso y acompañar el reciclado”.
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