Avenida

Un buen amigo me mandó la foto de uno de los párrafos de mi columna de ayer. “Mi p… manía de corrector”, anticipó antes de la fotografía en cuestión en la que se lee “una venida…”. Era “una avenida”, claro. “Avenida”, “avenida”, “avenida”… Me lo repetí como cien veces, como si no lo supiera, como para que me quedara grabado en alguna parte de mi ser, de manera de no volver a equivocarme nunca más. Al menos, cuando me refiera a una “avenida” (“avenida”, “avenida”….).
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPor supuesto que me amargo cuando me entero de esas cosas. Pero soy muy agradecido de que me las hagan ver (lógicamente, en esto también juega un rol fundamental el modo). Tengo la suerte de que la gran mayoría de las veces en que cometo un error, quienes me lo hacen notar utilizan una manera cariñosa. Lo que no me quita la amargura.
¡Epa! ¿Es para tanto? Sí.