HOY, SÁBADO
Una y otra
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En la misma cuadra de mi casa de infancia vivían dos ancianas. Parecían hermanas. Tan así que yo no podía distinguir una de la otra. Sin embargo, fuera de su condición de vecinas, no tenían nada en común.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAmbas vivían en la misma dirección, pero una en el departamento B y la otra en el C, es decir, por un pasillo hacia el fondo. El departamento A daba al frente y era del dueño de toda la propiedad. Aparentemente, las dos ancianas alquilaban.
Fuera de ese parecido físico —que a esa edad se me hacía más notorio, puesto que las personas de más de 50 o 60 años para mí eran todas iguales— resultó ser que eran bien diferentes. Al menos de carácter.