No anduve mucho ayer, es cierto. Pegué unas vueltas por el barrio, fui a un chino y no mucho más.
Por eso, a lo mejor, mi estadística no es del todo confiable: vi muchos menos chicos con juguetes que otros años. Seguramente desde la Cámara Argentina del Juguete tendrán sobradas razones para explicármelo. No es necesario: más o menos entiendo. No hay un mango.

Pero puede que exista algo más. No sé.

Por caso, mi nieta, que tiene siete años, estaba muy contenta con la performance de Papá Noel. Le pregunté si le había traído algo lindo y me enumeró: libros de cuentos, otro libro para colorear, un juego de fibras o lápices especiales, unas chinelas muy buenas y una remera de Lyna y Mandarina que estrenó al pie mismo del arbolito de Navidad y que, creo, va a costar mucho sacársela. Fascinada.