Precipitados
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailExplicar por qué tengo “la biblioteca” en la planta alta de mi casa me llevaría toda una columna. No está mal que eso ocurra: tengo entendido que todo llevan consigo el germen de una historia, y una historia bien contadas se convierte en relato.
Pero hoy no quiero contar por qué tengo “la biblioteca” en la planta alta de mi casa. Quiero contar otra cosa. Entonces diré que es por una cuestión de espacios, que ciertamente lo es pero no en un todo. De paso, debería decir por qué utilizo comillas para nombrar mi biblioteca: porque la hice yo con algunas maderas que siempre me procuro tener y dado que el espacio tampoco es muy grande y es petiso quedó como una biblioteca entre comillas. Por una cuestión de arquitectura, el techo de mi casa tiene diferentes caídas. Por caso, en dos de los cuatro rincones el espacio se va acortando en altura, de manera tal que por allí hay que circular agachado para no darse la cabeza contra los tirantes. Bueno, por allí anda mi biblioteca petisa. Que consta de tres estantes, así que para acceder a los libros que están en el de más abajo, prácticamente hay que tirarse de panza al piso de madera.
