HOY, SÁBADO
Sin quitarle la mirada

El centro viene raro. Buen centro, pero raro. Ni muy alto ni muy bajo. Y Romina, como siempre va a buscar la pelota; no espere que le llegue, va a su encuentro, como le enseñaron. Un instante antes de llegar ya tiene decidido qué hacer: darle de cabeza. Como si aún tuviera seis o siete años y escuchara la voz del profe que le llegaba de afuera de la cancha: ¡meté la cabeza, Romi. Meté la cabeza…´.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEntonces salta. Pero no mucho, porque la pelota viene ahí nomás y pasarse con el envión es mandarla por arriba del travesaño.
Se acuerda también de eso que le enseñaron: “no cierres los ojos para cabecear, no le saques los ojos a la pelota…”.