HOY, JUEVES
Sin tutear

Lo vio llegar como todas las tardes.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEse hombre que con movimientos precisos, sin pensarlos, abría y cerraba el pasador del portillo de alambre con el espacio de tiempo justo para entrar y regalarle una sonrisa sin verla al otro lado de la ventana, habría de tardar 15 segundos, no más de 20, en ingresar a la cocina, darle un beso y lavarse las manos en la pileta de la mesada. Esos pocos segundos estaban reservados a saludar al Mancha, que como ella lo esperaba todas las tardes a la misma hora.
A diferencia de otros días, de todos los días de todos esos años, no se apuró a cebar el primer mate para entregarle ni bien se secara las manos con el repasador colgado de la manija del horno.