Un cuerpo para el castigo
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Es 16 de octubre de 1793 en París. La plaza está colmada de miradas que disfrutan viendo cómo esa mujer que parece una anciana asciende a su muerte.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailA pesar de su apariencia tiene 37 años, lo que le permite subir los peldaños que conducen a la guillotina a paso firme, mirando a la multitud que aplaude, grita, se empuja por ver. Lleva las manos atadas a la espalda, el rostro demacrado, la ropa sencilla. Ya no es reina, ya no es madre, ni siquiera ciudadana: es un cuerpo político reducido al escarnio público.
Ese cuerpo camino al sacrificio es, o alguna vez había sido, el de María Antonieta. La última reina del Antiguo Régimen francés. La misma que durante años fue blanco de panfletos obscenos, de acusaciones delirantes, de una obsesión pública que la convirtió en símbolo de todos los excesos.