Peregrinación a Luján: "No queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor"
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa de la peregrinación a Luján y en su homilía destacó el amor maternal de María.
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Miles de peregrinos llegaron este domingo a la basílica de Nuestra Señora de Luján, tras caminar más de 60 kilómetros desde el santuario de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers. La 51ª Peregrinación Juvenil se realizó bajo el lema "Madre, danos amor para caminar con esperanza", en una jornada marcada por altas temperaturas y una lluvia intensa en el tramo final del recorrido.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa central y en su homilía destacó el amor maternal de María: "Hoy nosotros también te venimos a decir que necesitamos de tu amor de Madre, ese amor que cura, que no juzga, que nos levanta y nos anima en la esperanza".
García Cuerva, citado por la agencia AICA, llamó a confiar en la mirada tierna y compasiva de la Virgen: "Conforta nuestras vidas y nos sostiene en medio de las cruces personales, de los dolores y de las tristezas", y alentó a los peregrinos a mantener el compromiso con un país más justo y fraterno.
"Con una Madre así, y a pesar de tantas cruces pesadas que carga nuestro pueblo, seguimos caminando; no aflojamos y nos comprometemos a no abandonar los sueños", afirmó, al exhortar a vivir la esperanza como confianza, gratitud y fortaleza ante la adversidad.
El arzobispo porteño advirtió que "hay muchos hermanos en nuestro país que ya no tienen fuerzas para seguir, no encuentran sentido al camino de sus vidas y han detenido su marcha", y señaló: "Les pesa demasiado la pobreza, las consecuencias del narcotráfico, las enfermedades, la soledad".
"Por ellos también peregrinamos, los traemos en la mochila del alma, porque no queremos ser un pueblo indiferente ante tanto dolor, ni tampoco dejarnos ganar por la impotencia del no se puede", agregó.
Finalmente, García Cuerva invitó a los fieles a llevar el impulso de la peregrinación a la vida cotidiana: "Podremos detener nuestros pies para descansar, pero no detendremos el corazón, porque estos corazones volverán a sus hogares movilizados por el amor de una Madre que nunca nos deja solos y nos anima a caminar con esperanza".
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