El camino hacia el auto autónomo
Los autos autónomos están cada día más presentes en las noticias, bien sea por sus virtudes o por sus defectos. ¿Qué tan lejos estamos de vivir en ciudades pobladas de este tipo de vehículos?
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Sorprendentemente, y al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, el desafío de crear un auto de conducción autónoma, no salió de las oficinas de alguna de las grandes automotrices del sector o de las empresas tecnológicas que hoy en día escuchamos nombrar cuando se habla de conducción autónoma.
Muy por el contrario, y al igual que una gran cantidad de tecnologías de consumo masivo, tuvo su inicio en la investigación y el desarrollo de tecnologías militares. Es así como un concurso organizado por la agencia gubernamental estadounidense DARPA, llevó en 2004 a fundar los cimientos de la tecnología que hoy podemos ver funcionando por las calles de San Francisco, eso sí… siempre con la supervisión de un ser humano.
Ninguno de los participantes de la competencia terminó esa primer “carrera” organizada en el desierto, pero el avance fue tal, que al segundo año, cinco vehículos lo hicieron. Este avance fue el que sentó las bases para que las primeras automotrices iniciaran sus desarrollos particulares.
Aun así, lejos están estos eventos de explicar el actual auge de los vehículos autónomos. Fueron empresas como Google, Apple, Tesla y hasta Uber los encargados de llevar este tipo de vehículos a las primeras páginas de los diarios en los últimos 5 años, convirtiéndolos casi en una obsesión para los segmentos de tecnología. Pero cuál fue realmente el empuje para que esto sucediera, qué fue lo que despertó el interés en los automóviles autónomos en la última década?
Es acaso el avance tecnológico y la capacidad para poder llevar a cabo proyectos de esta magnitud? En parte, sí (aunque la capacidad de navegar de manera autónoma en cualquier condición, está aún en una etapa muy temprana). Fueron entonces políticas gubernamentales? Para nada, aun cuando los experimentos militares fueron la primera piedra, el gobierno estadounidense se ha visto reacio a incorporar este tipo de tecnologías en situaciones reales. Interés de los consumidores? Otro gran No, al menos a grandes rasgos. Al igual que con el caso de los vehículos eléctricos, el público se ha mostrado escéptico acerca de los beneficios de este tipo de tecnologías y, aunque se reconoce el avance de la tecnología en términos de seguridad y confort, aún está por verse el verdadero interés del mercado.
Llegamos así a las empresas de tecnología y a las empresas automotrices, que en una suerte de carrera armamentista entre industrias, se están esforzando por vender la solución a un problema que los consumidores parecen no tener (al menos actualmente). O puesto de otra manera, las grandes automotrices han llegado a la conclusión de que la tecnología podría sacarles parte del mercado si no se suben al tren de los autos autónomos en un futuro cercano.
Volviendo a los consumidores y la demanda, los estudios enfocados en intención de compra, encontraron que menos de la mitad de los estadounidenses (aproximadamente un 45%) sienten que los vehículos autónomos sean inseguros, lo cual es un gran avance desde el 74% que median las encuestas un año antes. Este tipo de estudios, demuestran que la base de confianza está creciendo lentamente, y si la tecnología puede continuar demostrando que el avance es lento pero seguro, el futuro a mediano y largo plazo se vé muy prometedor.
El impacto real en el mercado de consumo es algo aún está por verse, y puede justificar el temor de las grandes automotrices. Los próximos años será cruciales en cuanto a la mezcla de las dos industrias (tanto en el plano de los autos eléctricos como en el de los autónomos) y para muchos de ellos, quedarse afuera puede significar en el final. Sumado al hecho de que las Startup tecnológicas empiezan a mostrar resultados muy prometedores, tenemos todos los ingredientes para lo que promete ser una enorme transformación en la industria.