El Salón de los rechazados
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El movimiento cultural que pasó a la historia como La Ilustración (desde mediados del siglo XVII hasta fines del siglo XVIII), fue posible porque antes se desarrolló una teología (puritana) en base a la cual pocos son los elegidos, creció el desprecio de las emociones, se produjo la identificación unívoca de la espiritualidad con la racionalidad, la transposición de la escatología cristiana a la filosofía del progreso lineal e ilimitado, y la autoconciencia europea como La Civilización en un mundo de barbarie. Todo lo cual terminó por genera un mundo brillante -y para pocos-, como los salones de baile victorianos.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEse mundo, en el que, por las alianzas dinásticas, se llamó a la Reina de Inglaterra “la abuela de Europa” ha desaparecido, y es hoy un mundo único, pero de civilizaciones diversas.
La crisis de la Modernidad, si bien se produce dentro de un cambio global, es solo crisis de la civilización euroamericana -y donde esta influye culturalmente-. Las restantes civilizaciones, no se encuentran en crisis, no fueron Modernas y la Modernidad colonial, fue solo una superficie.
Sin tinta roja
Los sistemas políticos, son sistemas de refuerzo de las civilizaciones, y por tanto la crisis euroamericana, es también una crisis de la democracia republicana, que refuerza su identidad
Slavoj Zizek, hablando ante un acampe en Wall Street (Occupy Wall Street, 2011) refirió un chiste de la era soviética: Un hombre de Alemania Oriental, sabe que lo van a mandar a un campo de concentración en Siberia y acuerda con sus amigos un código: cuando les escriba, va a usar tinta azul para todo aquello con lo que se propone agradando a sus censores, y tinta roja para todo aquello que es la verdad de su condición.
Luego de un mes, los amigos reciben una carta íntegramente escrita en tinta azul, donde dice que los negocios están llenos de comida, que se entretiene viendo películas del Este, los departamentos son amplios y lujosos, y que lo único que falta es tinta roja.
Zizek que se apartó de la teoría marxista de sus orígenes para desarrollar su pensamiento con la filosofía de Hegel y el psicoanálisis lacaniano, representa de algún modo las ideas que han imperado en la cultura euroamericana luego de la revuelta de Paris de 1968, y revela la propia situación de las izquierdas gramscianas, se han quedado sin tinta roja.
Uso la expresión “izquierdas” que siempre ha sido equivoca (como la de “derecha”), y lo será cada vez más en la medida del debilitamiento de la racionalidad ideológica que produce el fin de la Modernidad. Ella denominaba a aquellos que buscando la igualdad buscaban “todo dentro del estado, nada en contra del estado, nada fuera del estado” (para más confusión, esta expresión proviene del libro La revolución fascista, de Benito Mussolini), sin reparar en toda la vitalidad social que esto arrasaba al comenzar a concretarse.
Las democracias liberales también, en su lucha contra los totalitarismos (el nazismo fue nacional socialismo), fueron incorporando mecanismos totalitarios que lejos de ser desactivados al terminar la lucha, adquirieron su propia lógica, en expansión por las nuevas tecnologías disponibles.
En este contexto del fin de la Modernidad, a nadie le importa ya la coherencia y la racionalidad del discurso, la emotividad está a flor de piel, y mi individualidad no se ve como fruto de la libertad pública, sino en la aceptación de mi existencia y creencia, en mi tribu/colmena, que flota en los vientos de la historia.
Se ha producido así un distanciamiento, con cansancio del discurso y un agotamiento del esfuerzo individual seguido después de la segunda guerra mundial para la construcción del estado de bienestar, que a la par de sus beneficios -que nunca son suficientes-, ha creado oligarquías nacionales y transnacionales, por lo que las fuerzas que han dominado el discurso se han quedado sin palabras para ganar elecciones.
Los rechazados
El 15 de abril de 1874, en el estudio del fotógrafo Nadar, ubicado en el número 35 del boulevard des Capucines de Paris, sucedió algo verdaderamente luminosos para esa época, en que la civilización euroamericana estaba en su cenit victoriano, y ya había comenzado su crisis. Un grupo de artistas como, Monet, Renoir, Degas, Morisot, Pissarro, Sisley y Cézanne decidieron organizar su propia exposición, al margen del Salón de Paris. Así surgió lo que, pasaría a la historia como el Impresionismo.
Lo primero que este movimiento tuvo en común, es que muchos eran los rechazados del salón oficial de ese año (Salon des Refusés). Amigos como Pissarro y Cézanne, pintaron muchas obras en paralelo y es más sencillo ver las diferencias entre ellos que las coincidencias, del uso del color y la luz.
Algo semejante sucede con los movimientos políticos que hoy se califica de derecha. Al observar en la misma “rueda” a Friedrich Merz, Marine Le Pen, Giorgia Meloni, Trump, Bukele y Milei, recuerdo el Salon des Refusés ¿Son estos movimientos políticos lo mismo, o en esta época del eclipse del racionalismo ilustrado (representación ideológica de la realidad, por una segunda realidad clara y distinta pero yuxtapuesta), son la expresión de los rechazados desde la predominancia cultural de 1968?
La duda no invalida la observación de Geraldin Schwartz (en la parte final de Los Amnésico) sobre el crecimiento de una derecha nostálgica, y que la desnazificación realizada en Alemania, no fue hecha en Austria, Italia y Francia (recordar que el estado francés de Vichi colaboró activamente con las deportaciones de sus ciudadanos judíos). Lo cual explica a algunos de los movimientos, que se esconden en la reacción más amplia, sin embargo, sigue faltando tinta para explicar el crecimiento de mucho otros.
Hay múltiples experiencias que pareciera indicar esa actualidad no nostálgica, como la rebelión de los chalecos amarillos en Francia: Emmanuel Macron establece un pequeño impuesto a los combustibles para fortalecer lo que es “políticamente correcto”, la lucha contra el “calentamiento global”. Se tacha de irracional que alguien pueda oponerse a ello, y tal vez sea adecuado para una racionalidad abstracta, pero la emotividad/racionalidad de los que se oponen con virulencia está sobre el suelo. Ellos son quienes no gozan del transporte público de calidad de las ciudades. Deben moverse en sus vehículos y trabajar en sus tractores ¿Se oponen por el impuesto, o se cansaron de ser invisibles, como sucedió con la resolución 125 argentina? ¿Sucederá luego de la baja temporaria, demasiado corta, de los derechos de exportación a los cereales?
La política que ha ido creciendo en la civilización euroamericana, a partir de la agenda “políticamente correcta”-, incluye regulaciones que implican la vuelta de la desigualdad, la reducción de la esfera de lo privado, el crecimiento de los impuestos, y la expansión de lo estatal.
Las fuerzas de centro que se asocian a esa agenda, se alejan del electorado que las sostuvo, y ha perdido el encanto ideológico -aunque han hecho valiosas contribuciones en el pasado-, no importa si son los Demócratas norteamericanos, los Cristiano Demócratas alemanes, los Populares españoles o el Pro argentino.
Por ahora crecen “los rechazados” de ayer y todo parece lo mismo, sin embargo, las alianzas en el Parlamento Europeo suelen ayudar con las diferencias, entre Giorgia Meloni, aliada del partido (CDU) que llevó a Angela Merkel al poder, y Marine Le Pen, aliada del opositor Alternativa para Alemania, nostálgica de la Alemania de preguerra.
Parece ser el “aire del tiempo”, que las fuerzas que sigan copiando la textura del terreno, expresado a las muy diversas realidades que han estado negadas durante medio siglo, seguirá creciendo por su conexión con el contexto axiológico de la civilización euroamericana actual, aunque sean demonizadas con tal o cual rútulo En la medida en que abandonen esta práctica, y se vayan encerrando en una ortodoxia ideológica –sin importar cuál sea- irán retrocediendo junto a la Modernidad que fue ideológica, y se va.
Desde la década de los ochenta el modelo de capitalismo casino (consuma ahora y que lo pague la siguiente generación) y cultura antagónica de masas (estrato no creativo que crece en la mera contestación crítica de lo existente) se fue extendiendo de su núcleo europeo y norteamericano al resto de esa civilización, sin que el paréntesis Thatcher-Reagan (1979-1990) lo afectaran.
En la deconstrucción del hombre, y la superación del hombre, creció la comprensión del sujeto como esencialmente desigual. Los modernos se empeñaron en manifestar la radical igualdad de todos los seres humanos, frente al antiguo régimen. Hoy están en marcha múltiples proyectos ideológicos, que, bajo excusa de las desigualdades relativas, van sugiriendo una comprensión de la realidad humana, que se dice diversa, pero en el fondo es trans igualdad; lo que poco a poco va justificando nuevas exclusiones ejercidas sobre grupos humanos.
No se sale de la lógica de exclusión, sino que se cambia el motivo de exclusión; de modo que sexo, color de la piel, origen étnico, nivel educativo, lugares de su educación, rentabilidad económica, salud, nacionalidad, pensamiento, religión... siguen siendo así factores de exclusión social que crecen para justificar la lucha por el poder de elites, con multitud de conductas impositivas y violentas, que aspiran a ser oligarquías. Esta idea fue desarrollada en ETHOS Y ACTUALIDAD: La crisis del poder, Publicado en la Revista CRITERIO, Nro. 2495 de enero-febrero de 2023.
Profesor titular ordinario de Filosofía Política, FCS-UCA.