Trump y Milei en perspectiva
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/12/trump_milei.webp)
Por Roberto Estevez
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailprofesor titular ordinario, Filosofía Política, FCS-UCA
El tiempo presente no es ya de ruptura, sino de continuidad de los movimientos subyacentes desde mediados del siglo XX, con la natural confusión generada por los entrecruzamientos argumentales y estratégicos.
La ilusión de los intelectuales sobre la revolución de los “miembros de la mayoría” (Bolcheviques, 1917) comenzó a resquebrajarse poco después del final de la segunda guerra mundial y el bloqueo de Berlín (del 24 de junio de 1948 al 12 de mayo de 1949) por Joseph Stalin, de quien su sucesor, Nikita Jrushchov, denunciara las purgas de Stalin el 25 de febrero de 1956, en el XX° Congreso del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Al poco tiempo, las ideas de los que se propusieron el proyecto más “absurdo” del siglo XX (terminar con las guerras en Europa occidental): Jean Monnet, Konrad Adenauer, Robert Schuman, Alcide De Gasperi, Giorgio La Pira y Paul-Henri Spaak, mostraban como resultado la economía social de mercado, la desproletarización y la consecuente desmovilización política, de los sectores obreros industriales.
Paralelamente en China, un Mao debilitado por los millones de muertos, de su Gran salto adelante retoma el poder, mediante la Gran Revolución Cultural Proletaria (mayo de 1966-1976), alegando que elementos burgueses se habían infiltrado en el gobierno y en la sociedad en general, con el objetivo de restaurar el capitalismo.
Para ello realiza la movilización de jóvenes chinos formando grupos de la Guardia Roja en todo el país (los millones de muertos causados no se conocerán hasta muchos años después de la muerte de Mao).
En este contexto, el filósofo crítico alemán-estadounidense, Herbert Marcuse, ya había iniciado una reinterpretación de la sociedad capitalista (del bloque Occidental), y la sociedad comunista (de la Unión Soviética), con el concepto unificado de sociedad industrial avanzada, sosteniendo que ambas eran igualmente represivas (El hombre unidimensional, 1964).
Con una mirada ingenua de la Revolución Cultural China, se produce la revuelta estudiantil de París (San Michel, mayo de 1968). En ella Marcuse identificará la nueva fuerza revolucionaria para el camino comunista: el enemigo tiene ya su quinta columna dentro del mundo limpio: los rojillos y los hippies y sus semejantes, con el pelo largo y sus barbas, y sus pantalones sucios, aquellos que son promiscuos y se toman las libertades que les son negadas a los limpios y ordenados (Un ensayo sobre la liberación, 1969). Luego extenderá el carácter potencialmente revolucionario a todo tipo de minorías, particularmente las sexuales, en una estrategia de constituir minorías para que sean revolucionarias.
De esa toma del barrio de la Sorbona se recuerdan los grafitis: "Viole su alma mater", "Cuando la asamblea nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales", "Todo el poder a los consejos obreros (un rabioso) Todo el poder a los consejos rabiosos (un obrero)", "Un solo week-end no revolucionario es infinitamente más sangriento que un mes de revolución permanente.", "Abraza a tu amor sin dejar tu fusil.", "Aprende a cantar la internacional.", "Un policía duerme en cada uno de nosotros, es necesario matarlo.", "Dejemos el miedo al rojo para los animales con cuernos."
Sin embargo, en las mismas paredes se escribía también somos marxistas tendencia Groucho Marx (aludiendo al cómico de los años 30), y estas otras consignas:
"Decreto el estado de felicidad permanente.", "Graciosos señores de la política: ocultáis detrás de vuestras miradas vidriosas un mundo en vías de destrucción. Gritad, gritad; nunca se sabrá lo suficiente que habéis sido castrados.", "Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición.", "La emancipación del hombre será total o no será.", "Queremos las estructuras al servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras. "No me liberen, yo basto para eso.", "Abajo el realismo socialista. Viva el surrealismo.", "Exagerar, esa es el arma.", "No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre se compensa por la garantía de morir de aburrimiento.", "Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre."
Hay consenso en que esta revolución de los hijos de papá, como la llamó De Gaulle -después de una tregua en la que consiguió que los obreros no volvieran a las barricadas, y antes de sofocarla-, abrió en primer lugar la subyacente desconfianza de la autoridad, el respeto a las minorías sexuales, de edad o raza, y del dominio cultural de las izquierdas elegantes, o con pretensión de serlo (la izquierda da fueros, decía el presidente Néstor Kirchner).
Pero en agosto del mismo año -de la revuelta de los estudiantes franceses-, también sucedía la represión soviética de la rebelión de la Primavera de Praga, en octubre la masacre de estudiantes que pedían democracia, frente al Partido Revolucionario Institucional (la izquierda del PRI) en Tlatelolco (México). Los escapes –con riesgo de su vida- de quienes vivían el socialismo real eran constantes, la realidad es visibilizada en el Archipiélago Gulag por Aleksandr Solzhenitsyn (1958-1968), se producen las atrocidades del Khmer rojo (1975), la invasión de Campuchea por parte de Vietnam y de Afganistán por la Unión Soviética (1979).
Estos eventos terminan por abrir, en segundo lugar, un consenso anti totalitario, desconfiado del estado, libertario en lo social, individualista y liberal económico, en el paréntesis Thatcher-Reagan-Juan Pablo II (1979-1990), que permite derrotar a la URSS.
El hecho de que el proceso de desnazificación alemán no fue realizado por sus aliados, en Austria, Francia e Italia -por solo citar los más comprometidos en las deportaciones masivas de sus propios ciudadanos judíos- (señalado por Géraldine Schwarz, en Los amnésicos 2019), sobre), ha facilitado que aflore una tercera línea subyacente: la Nueva Derecha que se considera nacida en 1968 desde una perspectiva eminentemente metapolítica, para la cual:
El liberalismo, es el enemigo principal; el hombre: es un ser arraigado, peligroso y abierto; la sociedad: es un conjunto de comunidades; lo político: es una esencia y un arte; lLo económico: está más allá del mercado; el mundo: es un pluriverso. Está contra la indiferenciación y el tribalismo, por unas identidades fuertes, contra el racismo, por el derecho a las diferencias, contra la inmigración, por la cooperación, contra el sexismo, por el reconocimiento de los géneros, contra el jacobinismo, por la Europa federal, contra el productivismo, por el reparto del trabajo, contra la huida adelante financiera, por una economía al servicio de lo vivo, contra el gigantismo, por las comunidades locales, contra la ciudad-hormigón, por unas ciudades de dimensión humana, y contra el daimon de la técnica, por una ecología integral
Proclamándose por la libertad de espíritu y el retorno al debate de ideas, al margen de las viejas divisiones que obstaculizan las posiciones transversales y las nuevas síntesis. Y hacemos un llamamiento al frente común de los espíritus libres frente a los herederos de Trissotin, de Tartufo y de Torquemada (Manifiesto de la Nueva Derecha, Alain de Benoist y Charles Champetier, 2000).
La Nueva Derecha rescata el paganismo griego, sobre la herencia judeo-cristiana, proclama la ruptura con la tradición católica, el anti igualitarismo, el reconocimiento de la diversidad sexual, y la critica la visión economicista del mundo. Convirtiendo al liberalismo en su enemigo principal, adhiere a un neo nacionalismo indoeuropeo, eurocéntrico y por tanto receloso de la cultura norteamericana.
En ese mes revolucionario en París (1968) se materializó la nueva izquierda liberacionista, se inspiró la Nueva Derecha -que ahora lo toma como acto de nacimiento-, pero también se inició el cuestionamiento del camino seguido por las democracias occidentales, con las estructuras sociales de posguerra y el estado de bienestar.
En estos tres movimientos, impera hoy una expresividad subjetiva y una ruptura deliberada con la ortodoxia en la representación ideológicas, con entrecruzamientos argumentales y estratégicos. Tanto para Trump, como para Milei, el tiempo hará visible cuales son las identidades y cuales las alianzas oportunistas.
Profesor titular ordinario de Filosofía Política, FCS-UCA.