Un sistema de salud que se fortalece
A pesar de los innegables aspectos negativos generados por la pandemia de Covid-19 y que debemos lamentar, incluyendo personas fallecidas y un profundo impacto económico, hay aspectos positivos que debemos destacar. Uno de ellos es el rol del Estado en la organización del sistema sanitario para garantizar el derecho a la salud a través de una atención oportuna y adecuada. El otro aspecto positivo es el de la solidaridad de la sociedad. Así pudimos achatar la curva pandémica.
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El sistema de salud argentino encastró sus niveles nacionales, provinciales, municipales y, al mismo tiempo, los subsectores de las obras sociales públicas y privadas, lo que permitió que todos los actores, especialmente en la zona del AMBA, coordinen una mejor atención.
La participación de Argentina en el desarrollo y producción de vacunas, de test diagnósticos y la fabricación de elementos de tecnología médica también son muestra de la capacidad instalada, de los profesionales formados y del desarrollo potencial de ese sector, olvidado por la gestión del expresidente Mauricio Macri, quien degradó al Ministerio de Salud y al Conicet y disminuyó la inversión en esas áreas clave.
Las obras de infraestructura que se hicieron van a quedar. En el caso puntual de PAMI, se abrieron dos hospitales del Bicentenario –el de Esteban Echeverría y el de Ituzaingó- que continuarán atendiendo una vez que disminuya la pandemia, del mismo modo que lo harán los hospitales inaugurados por el Gobierno nacional y la provincia de Buenos Aires. Se trata de estructuras modernas que aportan y fortalecen todo el sistema de salud.
PAMI cumple una función central en la estrategia para enfrentar la pandemia. No solo por ser la obra social más importante de Latinoamérica, con casi 5 millones de afiliadas y afiliados, sino también porque brinda cobertura a las personas mayores, a las personas con discapacidad y a otras poblaciones más vulnerables a la infección por el nuevo coronavirus.
En este sentido, abordamos la pandemia a partir de dos políticas centrales. La primera fue ampliar la infraestructura de los efectores propios y prestadores, no solo con la puesta en marcha de dos nuevos hospitales sino con la contratación de nuevas clínicas, ambulancias y personal para atender las líneas de teléfonos de emergencias, lo que permitió robustecer la capacidad de atención con más camas, tecnología médica y profesionales.
Además, acabamos de instrumentar un pago de $80.000 para fortalecer a los prestadores por cada paciente internado con diagnóstico de Covid, una medida con la que buscamos apoyarlos financieramente en la compra de insumos y elementos de protección personal. Esta política se suma al esfuerzo que el gobierno nacional viene realizando en materia de subsidios, como el ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción).
La segunda línea se basa en el acompañamiento a las personas mayores, como el fomento de actividades a través de Comunidad PAMI, la implementación de la receta electrónica para que los afiliados y afiliadas no vayan a buscarlas a los consultorios médicos, la vacunación a domicilio, los turnos web y los controles estrictos sobre las residencias de larga estadía para evitar los brotes.
El futuro implicará mucha responsabilidad, con un rearmado de las relaciones sociales, que deberán tener en cuenta especialmente el cuidado de las personas mayores. De la pandemia tenemos que salir con un sistema de salud fortalecido, con más recursos y más equitativo, con un Estado presente que garantice el derecho a la salud de todos y todas.
* Médico sanitarista, secretario general Técnico-Médico de PAMI.