RECUERDO
El vicegobernador del interior bonaerense: a 30 años del adiós de Luis María Macaya
Fue un destacado dirigente del Partido Justicialista desde el retorno a la democracia hasta el final de su vida. Ocupó diversos cargos políticos, siendo el más importante el de vicegobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1987 y 1991.
Hace treinta años atrás, en la ciudad de Mar del Plata, falleció a los 45 años Luis María Macaya. En menos de una década fue senador provincial (1983-1985), diputado nacional (1985-1987), vicegobernador (1987-1991) y nuevamente diputado hasta el final de sus días. Cursó sus estudios en el Colegio San José de Tandil, luego migró a Buenos Aires para hacer la carrera de Licenciatura en Sociología en la Universidad del Salvador. Más tarde y una vez recibido, ejerció como profesor de la Universidad de Tandil (hoy UNCPBA). Además, de su destacada carrera como político y profesional, su vida también estuvo ligada a la actividad agropecuaria.
Sin lugar a dudas, Macaya fue uno de los políticos más destacado de Tandil. En los meses finales del último gobierno militar, conformó un núcleo de dirigentes de diversas trayectorias para organizar al peronismo local de cara a las próximas elecciones. Este sector se haría visible con claridad, luego de la derrota del PJ en el orden nacional, provincial y local, con la apertura de una nueva sede justicialista: La Casa Peronista ubicada en la esquina de San Martín y 9 de Julio. A este grupo también lo integró el ex intendente “Gino” Pizzorno.
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La actividad política de Macaya no se limitó al pago local. Desde los meses iniciales de 1984 formó parte de la dinámica interna del PJ provincial. El tandilense, junto a otros dirigentes de la quinta sección electoral se opusieron a la conducción del aparato partidario, en manos del ex candidato a gobernador Herminio Iglesias. Como promotor de los encuentros, en los cuales se establecían estrategias comunes entre los dirigentes distritales participantes, Macaya se fue convirtiendo en el principal referente del polo opositor de la sección. Esto le valió para integrar el quinteto junto a Antonio Cafiero, Eduardo Duhalde, Jesús Rodríguez y Roberto Navarro de la Mesa de Unidad del Movimiento Justicialista Bonaerense. Allí, se sintetizaron las distintas líneas internas que pretendían renovar el peronismo y desplazar a Iglesias. Este sector impulsó en la provincia de Buenos Aires la corriente renovadora dentro del peronismo. Esta había florecido en febrero de 1985 con la convocatoria al Congreso Nacional realizado en Río Hondo. Luego del conflictuado congreso efectuado meses atrás en la ciudad de Bueno Aires, en el cual se definió una nueva conducción sin el sector renovador, que se habían retirado del recinto.
Asimismo, el equipo tandilense concentrado en la Casa Peronista y los dirigentes que participaban de las reuniones seccionales formaron parte del sector renovador dentro del peronismo. A su vez, Macaya había comenzado a desarrollar diversas giras por la provincia de Buenos Aires. Las recorridas las hacían en una camioneta tipo trafic, acompañado de su compañero Roberto Mouillerón. Durante las visitas a los pueblos y ciudades bonaerenses, el objetivo era hablar con los locales para conocer sus necesidades y problemáticas de primera mano. Mientras que, en plano partidario, se compartían las consignas de la corriente renovadora: ampliar la participación del afiliado justicialista mediante elección directas para cargos electivos y partidarios. A su vez, los lugares visitados no fueron al azar. Más bien, se priorizó recorrer a aquellos distritos y secciones del “interior bonaerense”, es decir, lo que no formaba parte del Gran Buenos Aires. Esto se debió, a la instalación de una idea, la cual Macaya fue impulsor y difusor. Se trataba de aumentar la participación de dirigentes del interior de la provincia en los espacios de decisión, como en el partido y en el poder ejecutivo. Esta propuesta fue haciendo cada vez mayor eco, siendo esencial para la definir los criterios de la fórmula para las futuras elecciones a gobernador.
Para finales de 1986 Cafiero se había convertido en el titular del PJ provincial. Su nombre era número fijo para ser candidato a gobernador, quedaba resolver quién sería su compañero de fórmula. Esta definición, se llevó adelante en el Congreso provincial del justicialismo a principio de 1987 en la ciudad de La Plata. Los nombres posibles para acompañar a Cafiero en la fórmula fueron Manuel Torres, Macaya y Duhalde. El apoyo de los congresales, sobre todo de aquellos pertenecientes al interior bonaerense colocaron al tandilense en la dupla electoral. Incluso, fue el mismo Duhalde quien realizó la moción en el congreso para proponer a Macaya. El por entonces intendente de Lomas de Zamora, había negociado ser primer candidato a diputado nacional con los sectores identificados con Macaya. La idea que venía circulado en torno a que el segundo de la fórmula debía ser alguien del interior, se había hecho realidad, y ese alguien fue Macaya. Así lo expresó al finalizar el conclave partidario, se logró “lo que siempre quisimos, es decir, un equilibrio lógico en la política del justicialismo bonaerense”.
El eslogan de campaña fue “¡Cafiero Ya!”, que expresaba el juego de nombres entre Cafiero y Macaya. En el mes septiembre de 1987 triunfó el justicialismo en las elecciones, y el tandilense se convirtió en el representante del interior bonaerense en la vicegobernación.
Quienes compartieron camino junto a Macaya, enfatizan en presentarlo como un dirigente político excepcional, un adelantado a su época. Con una gran capacidad para persuadir a quien tuviera en frente, con rasgos intelectuales que sobresalían entre sus pares. Estas habilidades le permitieron construir su liderazgo en Tandil y en la provincia de Buenos Aires, esenciales para su ascenso a la vicegobernación. También, se le reconoce el lado sensible de un hombre que fue muy afectuoso y generoso hacía con los demás.
El día posterior a su fallecimiento, Macaya es velado en el palacio municipal de la ciudad serrana. De su último adiós, participó la plana mayor del gobierno nacional y provincial. En aquel día, el presidente Carlos Menem estuvo presente. Estos se conocían desde años atrás cuando el riojano estaba preso durante el gobierno militar. Este, pasó tiempo de su prisión en Tandil, específicamente en la casa de Macaya. En su adiós, Menem, lo despidió como un entrañable amigo.
* Por Juan Pablo Fossati | Profesor de Historia UNCPBA