Fuente: archivo El Eco.

Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).

Cap. 1

Al cabo de su campaña contra el aborigen en territorio bonaerense, el coronel francés Federico Rauch llegó, en noviembre de 1826, al Fuerte del Tandil. Y -según el historiador Ramón Gorraiz Beloqui- puso en venta, en pública subasta, 534 vacas de las tomadas al indígena, todas orejanas.

Adquirió las mismas Pedro Ponce, en la suma de 5.577 pesos, a razón de poco más de diez pesos cada una. También compró 137 mancas por 137 pesos y 15 yeguas sanas, a dos pesos cada una.

Fueron vendidas en esa oportunidad, además, varias prendas de plata por la suma de 90 pesos y 120 cabezas de ganado vacuno marcado, en 480 pesos; es decir, 4 pesos por cada animal.

Este fue el primer remate público en la historia del pueblo. Después, seguramente, hubo otros de los que no poseemos datos. Hasta que aparece en nuestros archivos la subasta del edificio y terreno donde había estado el Templo Parroquial, en la calle Pinto, frente a la Plaza Independencia, en un punto intermedio entre la actual esquina de Yrigoyen y el edificio Tandilsa.

El remate tuvo lugar el domingo 25 de abril de 1878.

"La situación del terreno es inmejorable", decía un aviso publicado por el semanario "El Porvenir" -primer periódico impreso que tuvo Tandil- el día 6 de ese mismo mes. Y agregaba: "Nunca, o por lo menos difícilmente, se presentará una oportunidad como ésta. El bien a subastarse hace cruz con nuestra hermosa plaza y está enfrente a la manzana reservada para mercado y edificio público".

"Todo el que emplee aquí su dinero - recomendaba- tiene la seguridad de duplicarlo o triplicarlo en poco tiempo, pues por más crisis que venga, el terreno nunca desmerecerá. La situación, lo preserva del desmérito. Y además de la ventaja señalada, tiene la de ser la venta a plazos de dos, cuatro y seis meses".

Luego preguntaba: "¿Quién, con tan brillantes posibilidades, no va a comprar?" Y firmaba: Manuel Suárez Buyo, rematador.

Compró el inmueble el médico Dr. Eduardo Fidanza, para construir allí su residencia. Y "El Porvenir" se congratulaba de ello en un comentario posterior, haciendo referencia también a que al lado estaba construyendo su casa, el boticario José E Currás. "Con vecinos como éstos -decía- pronto será Tandil un pueblo chiche".

Cuatro años más tarde -allá por octubre de 1882- los carteles andaban por las paredes, los volantes de mano en mano, anunciando un nuevo remate. Y por si la propaganda no había sido lo suficientemente eficaz, a la hora de la subasta las bombas resonaban en el espacio, estremeciendo al pueblo con el ruido.

En esa oportunidad, no se remataban animales, ni muebles, ni terrenos. Salía a la venta... un cuadro de Murillo, pintado... ¡454 años atrás!, aseguraban.

No hemos podido saber quién lo compró ni en cuánto se vendió. Sólo tenemos a la vista el anuncio del remate:

"ATENCION - HOY - HOY", decía. "A las dos en punto de la tarde se rematará un cuadro al óleo de un metro de superficie, obra notable en todos los conceptos, tanto por su historia como por la idea que representa".

Luego señalaba: "Este hermoso cuadro, que bien merece llamarse arqueológico por la época en que fue ejecutado, fue pintado en Sevilla el año 1428 por Murillo".

No debía ser tan antiguo, sin embargo, porque Bartolomé Esteban Murillo nació... 189 años después, en 1617.

"Representa el purgatorio -continuaban las referencias- o sea el infierno de los que mueren en pecado venial..."

Y proseguía el aviso del remate: "Este gran pintor, al tiempo de dibujarlo, se lo presentó al obispo de aquella diócesis, quien le aconsejó que no pintase en el infierno sino las almas de los plebeyos.

Esto irritó los nobles sentimientos del pintor, quien para demostrar su audacia estampó la figura del prelado entre los demás condenados".

"El obispo al ver esto, elevó su queja al Papa Clemente VIII, quien envió al inmortal Rubens -digno rival de Murillo- para establecer la armonía entre personajes de tal consideración".

"Murillo -continuaba- se cercioró de que Rubens se inclinaba en favor de la causa del obispo y después de echarle en cara su parcialidad… ¡lo arrojó a punta de pies de su taller!, logrando con este proceder la aprobación de toda Europa...

"Por eso -decía el rematador Grandioso Valero Serrano- el cuadro llegó a ser colocado en un lugar de la Catedral de Sevilla. Después Pedro Arbués, inquisidor general de Zaragoza, consiguió dicho cuadro y antes de su muerte, lo legó a sus descendientes... Y ahora, con justo motivo, el propietario lo vende, aquí en el Tandil".

"Espero a los hombres de dinero y a los amigos de proteger el arte y el buen gusto".

"Vengan acompañados de los billetes del banco", finalizaba.

Continúa…

NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.

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