"Década infame", Tandil: por la disputa de una hija que no querían, tres criaturas quedaron sin madre
CON DOS CRIMENES INAUDITOS DIO COMIENZO LA DENOMINADA “DECADA INFAME” EN TANDIL, EL 25 DE ENERO DE 1930.

Ismael García, con negocio en 14 de Julio y San Martin a fines de los años 20, fue protagonista de uno de ellos. Andaba económicamente mal el hombre, pero se había dado maña para revertir su penosa situación, producto de afanes desmedidos, según pudo averiguar la policía, fraguando un siniestro con seguros triplicados. Después, según la misma fuente, atribuida esta vez a los empleados policiales intervinientes Roucuard y Troche, se había complicado en un robo de mercaderías que, si bien pudo haberle producido ganancias, le había significado un encierro inevitable; tras ello, se separó de su mujer Luisa María por la misma causa. Después se ausentó de Tandil, aparentemente en forma definitiva, llevándose a su hija mayor de tan solo siete años de edad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailSe lo creía en Buenos Aires, pero en realidad parece que estaba en Pergamino, de donde un día decidió volver a Tandil en busca de la madre de la niña, cansado tal vez de andar con la pequeña a cuestas. Así andaban, padre e hija, recorriendo las calles sin rumbo de esta ciudad y sus alrededores, en procura de la madre de la nena sin saber donde encontrarla.
Hasta que obtuvieron referencias de ella que decían que se hallaba en Villa Aguirre. Pudieron saber también que estaba en concubinato con un empleado ferroviario desde hacía más de un año. García, de origen árabe y de 48 años de edad -cuatro más que la mujer- averiguó a qué hora dejaba la casa la pareja, y cuando eran las 7.40 del 25 de enero, fue con la chica al lugar, en el momento que la mujer acababa de despedir al marido para ir al trabajo. Había servido café con leche en la habitación a la hija de cinco años –hija de García y de ella- y había ubicado al niño de meses –hijo de ella y de su actual compañero-en una camita debajo del corredor. Luego se había dirigido a la cocina y estaba con el mate en la mano, cuando apareció García imprevistamente en el umbral de la puerta. No se sabe qué hablaron en el breve momento que duró la escena.