Miradores de Montecristo, el primer barrio sustentable que propone una nueva forma de habitar Tandil
Un desarrollo pionero en innovación ambiental, diseño consciente y vida comunitaria. Un modelo de barrio que mira hacia el futuro sin perder la esencia del paisaje serrano. Ubicado en un entorno natural, el proyecto “Miradores de Montecristo” propone un modelo de urbanización responsable, con energía renovable en cada vivienda, gestión cooperativa y soluciones sustentables para agua, residuos y forestación.
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En el corazón serrano de Tandil, a cinco minutos del centro y rodeado de naturaleza, se levanta Miradores de Montecristo, el primer barrio autosustentable de la ciudad. Concebido bajo una mirada integral que une arquitectura bioclimática, energías renovables y un fuerte compromiso comunitario. El proyecto se presenta como una alternativa real frente a los modelos tradicionales de urbanización con tres pilares interconectados: sostenibilidad medioambiental, integración paisajística y un fuerte sentido de comunidad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn un predio que combina vistas panorámicas, lomadas y amplios espacios verdes, la iniciativa busca mimetizarse con el entorno natural, sin interrumpir ni en entorpecer la armonía del paisaje. Los desarrolladores Gastón Giove y Pedro Vargas, contaron que se buscaba crear un espacio donde la sustentabilidad no fuera un concepto accesorio, sino la base estructural de la vida cotidiana. “No se trata solo de construir casas, sino de generar una forma distinta de habitar, más respetuosa, consciente y armónica con el entorno”, afirmó Giove.
El proyecto integra lotes destinados a viviendas familiares, caminos internos diseñados para priorizar la circulación peatonal y áreas comunes que promueven la interacción vecinal. Pero lo que realmente lo distingue son su infraestructura ecológica y su filosofía, ya que cada decisión técnica y organizativa responde a una idea de equilibrio entre el desarrollo humano y la preservación ambiental.
“Queremos demostrar que el desarrollo urbano puede ir de la mano con el cuidado ambiental. Miradores de Montecristo no es solo un barrio, es una propuesta de vida más consciente”, resumieron los desarrolladores, quienes además destacaron el potencial de Tandil para convertirse en un polo de urbanismo sustentable en el interior bonaerense.
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Energía, agua y paisaje, pilares de la sustentabilidad
El trazado histórico del loteo, con sus calles ya marcadas y cedidas a la provincia en 1945/1947, sirve como base legal para el proyecto, cuya planificación para un sistema sustentable, mixto y solar comenzó en 2020, lo que coincidió con el inicio de los estudios de ingeniería e impacto ambiental. Adicionalmente, existía un convenio firmado con la usina local en 2021, año en que también se aprobó la factibilidad de la luz de red
Esto demuestra que, desde su concepción, Miradores de Montecristo fue pensado para minimizar el impacto ambiental y aprovechar al máximo los recursos naturales. Las viviendas se construyen siguiendo criterios de arquitectura bioclimática, orientadas para optimizar la luz solar y la ventilación natural. El diseño paisajístico prioriza especies nativas y la conservación del relieve serrano, evitando grandes movimientos de suelo y promoviendo corredores verdes que funcionan como refugio de biodiversidad.
Más allá del diseño urbano, uno de los ejes centrales del proyecto es la convivencia. Desde el inicio, los impulsores definieron un reglamento interno basado en principios de respeto mutuo, coherencia estética y cuidado ambiental. Estas normas no buscan limitar, sino garantizar que el espíritu del barrio se mantenga en el tiempo.
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Los lineamientos constructivos establecen alturas máximas para las edificaciones, la utilización de materiales naturales o reciclables y la aplicación de cercos vivos, para que no interrumpan la continuidad visual del paisaje. “La idea es que las viviendas dialoguen entre sí y con el entorno”, sostuvieron Giove y Vargas.
El desarrollo se distingue por su enfoque en la autonomía energética a través de sistemas solares fotovoltaicos individuales por lote, la gestión de aguas grises mediante biodigestores y la implementación de métodos de construcción de alta eficiencia energética como el panel panel SIPu. Según explicó y mostró Vargas se trata de un sistema constructivo prefabricado que une dos placas de OSB (u otro material) con un núcleo aislante de poliestireno expandido (EPS).
“Queríamos demostrar que la sustentabilidad no es un lujo, sino una elección posible”, explicó Giove.
Vale resaltar que el impacto ambiental positivo no solo se mide en términos técnicos, sino también culturales. El barrio promueve una educación ambiental práctica, en la que cada habitante se convierte en protagonista del cuidado del entorno. En este sentido, remarcaron que “el cambio más importante es el cultural”. “Si aprendemos a usar la energía, el agua y los recursos de otro modo, podemos mejorar la calidad de vida sin dañar el paisaje”, determinaron.
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Una comunidad en construcción
La gobernanza del barrio está articulada a través de una Asociación Civil de Vecinos, conformada por los propios compradores, que vela por el cumplimiento de la visión original y gestiona los desafíos colectivos. Hasta el momento este núcleo está comprendido por unas 50 familias, número que se irá ampliando a medida que los lotes vayan teniendo dueños.
Un dato para destacar es que el 80 por ciento de los compradores se sintieron atraídos específicamente por el concepto de sostenibilidad, sumado a que comparten un conjunto de valores orientados a un estilo de vida consciente, colaborativo y respetuoso con el medio ambiente, posicionando al proyecto como un potencial modelo pionero en la región.
“La asociación nació de la necesidad de construir comunidad, no solo infraestructura”, explicó Gustavo Pose, presidente de la Asociación de Vecinos. “Queremos que este sea un lugar donde las decisiones se tomen entre todos, con diálogo y respeto, manteniendo los valores que dieron origen al proyecto”.
En la misma línea, Bernardo Baigorri, integrante de la comisión directiva, resaltó el valor humano que sostiene al proyecto: “Lo más importante no es el lote o la casa, sino el propósito que compartimos. Todos elegimos vivir acá por una razón común, queremos un estilo de vida más consciente, en contacto con la naturaleza y con nuestros vecinos”.
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Vivir como se sueña
Las familias que ya se sumaron comparten una misma búsqueda: vivir en un entorno que combine naturaleza, tecnología y vida consciente. Muchos de ellos se sienten pioneros de una experiencia que trasciende lo individual. “Invertimos en tierra, pero sobre todo en una manera de ver el futuro”, enfatizó Pose. “Acá cada árbol, cada decisión constructiva, cada reunión entre nosotros tiene un sentido que va más allá de lo económico”. “Queremos vivir acá y de esta manera”, insistió el presidente de la Asociación de Vecinos.
En ese entramado de vínculos se teje el verdadero valor del barrio, que encaja en un modelo de cooperación vecinal que apuesta a una convivencia más humana, sustentable y solidaria. En palabras de Baigorri, “la sustentabilidad también tiene una dimensión social, y eso se nota en cómo trabajamos juntos, en cómo nos escuchamos y en cómo proyectamos un futuro común”.
Con las primeras etapas ya en desarrollo, Miradores de Montecristo se consolida como un punto de referencia para el urbanismo sustentable en el interior bonaerense. Los desafíos parten desde acompañar el crecimiento poblacional con infraestructura acorde, hasta sostener en el tiempo el compromiso ambiental que lo vio nacer. Pero el horizonte, tal como coincidieron Giove, Vargas, Pose y Baigorri, es construir una comunidad que inspire otras formas de habitar.
Juntos reafirmaron el potencial de Tandil para liderar un cambio en la manera en que se piensa la vivienda. “Si logramos que cada proyecto nuevo contemple la sustentabilidad como eje, estaremos aportando a una ciudad más equilibrada, más viva y más coherente con su paisaje”, concluyeron.
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