HABITAT Y CONCIENCIA
Recuperan excretas de los campos y residuos orgánicos para crear fertilizantes y abono agroecológicos
Residuos orgánicos, compost, estiércol, plantas frescas y demás yerbas son términos que han recobrado fuerza últimamente y, además, son aliados de ayer, de hoy de siempre para poder tener un abono orgánico que nutra a los cultivos de todo tipo.
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Se sabe que de un tiempo a esta parte, con el resurgimiento de los sistemas agroecológicos, se ha popularizado este uso milenario que contribuye a la fertilidad del suelo y la salud vegetal.
Buscando y encontrando la manera de facilitar el acceso a estos insumos, y también logrando canalizar aquello que muchos simplemente desechan, un grupo de personas le dio forma a un proyecto sustentable. Se trata de Jazmín Feliu, licenciada en Ciencias Ambientales, que es de Buenos Aires y vive en Tandil hace cuatro años; Rocio Rolando, tandilense licenciada en Gestión Ambiental; Diego Crededio, licenciado en Gestión Ambiental oriundo de Monte Hermoso, pero residente en Tandil hace más de 10 años; y Juan Farinati, tandilense con estudios de Ciencias Económicas.
Todo comenzó en 2019, cuando estas tres personas se cruzaron. Ellos estaban haciendo un camino individual de activismo y voluntariado ambiental, pero tenían la intención de poder involucrarse más aun y generar ingresos con eso.
Así es que hoy se dedican nada más y nada menos que a la producción y distribución de abono y fertilizante sólido a base de excretas animales y residuos comportables, en distintas combinaciones que arman de acuerdo a cada necesidad.
Fertilizar naturalmente
Es difícil encontrar un aspecto negativo en los abonos orgánicos, es decir, los fertilizantes elaborados exclusivamente a partir de materias orgánicas como restos vegetales, estiércol o cenizas, sin asomo de ingredientes químicos.
De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre sus ventajas destaca la protección de la fertilidad de los suelos y la biodiversidad, y lo considera una herramienta básica para los cultivos sostenibles desde grandes explotaciones a un pequeño huerto urbano.
Para llegar a conformar la realidad de su asociación, a la que llamaron Treeco, primero se dispusieron a relevar y entender qué problemáticas había en Tandil, descubriendo que el punto flaco estaba en el exceso o desborde de excretas en tambos y otros establecimientos agrícolas, de hecho se percataron de que en algunos campos se generaban “lagunas” de bosta.
A la par, por ese tiempo, en la ciudad estaba resonando mucho la cuestión de los agrotóxicos y entendieron que era el momento de comenzar a hacer pruebas, investigar y hacer mezclas biológicas. Instalaron un biodigestor y dieron inicio al abono de un predio con un primer preparado.
“Vimos que era un trabajo que prácticamente nadie estaba haciendo, que se podía articular con los residuos sólidos urbanos, generar proyectos con el Municipio y los distintos barrios para aprovechar también los restos de poda”, contó Juan.
No contaban con grandes recursos en sus primeros pasos y poco a poco se pudieron ir equipando, se hicieron de herramientas y dos predios, a pesar de que también tuvieron contratiempos hoy están llenos de expectativas y sueños.
Entre pruebas y testeos de los productos en huertas y cultivos entendieron de la necesidad de diversificar los abonos y ahora ya disponen de hasta cuatro modelos de opciones. Asimismo, tienen la versatilidad de adaptarse a los requerimientos de cada cliente, por lo que su gama es más amplia aun.
Reutilizar los deshechos
“Hemos fantaseado, soñado, con armar un circuito de recolección diferenciada”, reveló el tandilense al contar de la intención de recuperar incluso los residuos de orgánicos de los hogares.
Para esto han entrado en conversaciones con el Municipio y algunos referentes de barrios, como el de Universitarios y La Elena. El fin es poder retirar los residuos orgánicos de quienes no compostan, potenciando la separación en origen, e incluso absorber el excedente de compost.
Asimismo, están en contacto permanente con distintos productores, con quienes coordinan la recolección de las excretas de animales. “Es difícil que al volumen que queremos trabajar nos acerquen los deshechos, así que pensamos en ofrecer un servicio de saneamiento o de higiene de establecimientos productivos”, reveló para el futuro.
Por otro lado, su espíritu emprendedor los llevó a presentar al Municipio un proyecto para poder retirar o tratar en el mismo relleno sanitario los restos de poda y jardinería. Para más adelante, no descartan ofrecerse como canalizadores de esas materias orgánicas que descartan los jardineros o cortadores de pasto.
Por el momento, ya es un montón lo que hacen al manejar los volúmenes que están a su alcance de recuperar con la camioneta o carros prestados de los campos, pero sin dudas su visión no es al corto plazo, sino que proyectan hacia futuro constantemente con el afán de seguir promoviendo la práctica de fertilización y abonos orgánicos.
“Estamos felices de lo que estamos haciendo y de lo que proyectamos en nuestra cabeza”, concluyó.
Salud terrenal y vegetal
Durante su proceso de descomposición, las materias primas de origen vegetal o animal liberan su contenido de nutrientes (fundamentalmente nitrógeno, potasio y fósforo) y así enriquecen la composición de la tierra, estimulan la actividad microbiana y contribuyen al crecimiento, así como a la buena salud de las plantas.
Junto a los distintos nutrientes minerales, este tipo de abonos contiene materia orgánica que mejora la estructura y la fertilidad del suelo ya que sirven de alimento a los microorganismos, de acuerdo a la explicación de los expertos Hortensia Lemaître y José T. Gállego, autores de bibliografía referencial en el tema.
Con una ventaja añadida para la sostenibilidad y la gestión racional de los recursos, según estos especialistas, los suelos ricos en materia orgánica conservan mejor la humedad y por ello requieren ser regados de forma menos frecuente.
El crecimiento de la producción de abonos orgánicos se retroalimenta con el auge de la agricultura ecológica. Y no solo por cuestiones medioambientales y fomento del desarrollo sostenible, también debido al incremento de la productividad si se gestiona correctamente.
“A nivel mundial, la agricultura ecológica puede producir un promedio de aproximadamente un 30 por ciento más de alimentos por hectárea que la agricultura convencional. Al no emplear insumos químicos que son muy contaminantes, puede permitir un importante ahorro a los agricultores”, aseveraron en una reflexión compartida desde la agrupación Greenpeace.