Fue en 11 de Septiembre al 800
Conmovedor relato de un matrimonio que salvó su vida arrojándose de una ventana en un incendio
En pocos días se cumplirán dos meses desde que Mabel Arce y José Luis Sánchez quedaron acorralados por las llamas en la habitación de su vivienda situada en 11 de Septiembre al 800. En el siniestro perdieron absolutamente todo pero por milagro y gracias a que tomaron la decisión de saltar por la ventana, lograron sobrevivir. “Se nos fueron 37 años de trabajo, porque nunca nadie nos regaló nada”, dijo Mabel Arce, quien mientras se recupera de las múltiples heridas sufridas expresó que lo que más lamenta fue el fallecimiento de sus dos perritas, a quienes querían como hijas.
El matrimonio que salvó su vida al arrojarse de una ventana para escapar de un incendio hace casi dos meses relató el traumático momento que vivieron y cómo lograron sobrevivir cuando quedaron atrapados por la llamas en la habitación del primer piso del departamento 50 situado en 11 de Septiembre 858. “Empezaremos de vuelta”, dijeron con resignación mientras se recuperan no sólo de las heridas que el siniestro dejó en sus cuerpos, sino de las marcas psicológicas y emocionales llevan consigo a causa de la situación tan traumática que les tocó vivir.
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Mabel Arce y José Luis Sánchez, mejor conocido como “Pocho”, de 56 años, no solamente sufrieron fracturas y múltiples heridas al escapar del fuego, sino que además perdieron todo lo que construyeron juntos durante más de 30 años. Sin embargo, lo que más lamentan es la pérdida de sus dos perritas, a quienes querían como sus hijas, y que lamentablemente fallecieron en el incendio.
Mabel Arce contó que esa noche del 17 de julio estaban durmiendo y de pronto notaron que se cortaba la corriente debido a que es paciente electrodependiente y duerme con un C-PAP, entonces enseguida percibió que el aparato se había apagado ya que cuando se corta la luz el generador activa una especie de alarma que produce un sonido.
En ese momento, su marido visualizó en unas cámaras que tiene que no había luz, y escucharon ruido de vidrios y cosas que se rompían. Entonces, pensaron que les habían entrado a robar.
Tomó una linterna, abrió la puerta de la habitación y empezó a bajar las escaleras. Pero no llegó a bajar cuatro escalones que el humo no le permitió seguir descendiendo.
Se dio cuenta de que la casa se estaba incendiando, entonces intentó envolverse en una toalla para bajar peor fue imposible. “Era impresionante el fuego”, describió.
Rápidamente, mientras él llamaba a su hija, ella hacía lo propio con los Bomberos. Su hijo, Joaquín, llegó de inmediato porque vive en el mismo complejo de departamentos. Su padre, desde la ventana le sugería que agarrara los matafuegos de los vehículos.
Sin embargo, era imposible sofocar las llamas y cada vez la desesperación era más grande.
“Fue nuestra peor pérdida”
Mabel y José vivían con sus dos perritas que dormían con ellos en la casa y que lamentablemente perdieron la vida en el incendio.
Mabel Arce contó que “eso fue lo peor que nos pasó. Ellas se han dormido, porque ni ladraron. Cuando yo prendí la linterna del celular ya estaba la habitación llena de humo, entonces ellas ya estarían asfixiadas o dormidas. Eran nuestras hijas, así las criamos. Sofi, era la mía, de 10 años, cruza con fox terrier y la de él una caniche de 6 años. Yo las vestía igual, les compraba ropa, les mandaba a hacer la ropa con los nombres de ellas”.
“Siempre re paquetas las dos, tenía un cajón del placard con sus ropas. Esa fue nuestra peor pérdida”, expresó sin poder contener las lágrimas.
Y agregó que “se nos fueron 37 años de trabajo, porque nunca nadie nos regaló nada, yo entré a trabajar cuando terminé la secundaria en un laboratorio y al mes ya empecé a pagar la casa sin conocerlo a él. Eso era todo lo que teníamos”.
Atrapados en la habitación
“Al abrir la puerta de la habitación, lo que hicimos fue acelerar el fuego hacia arriba. Ella no quería saltar y no me dejaba saltar a mí. Quedamos atrapados en la habitación”, explicó José.
Y señaló que mientras analizaba la posibilidad de saltar, consideraba que luego podría arrancar una reja y hacer una especie de escalera para que su esposa pudiera bajar.
Ante la situación extrema, José decidió saltar desde ese primer piso, unos cinco metros de altura.
“Yo salté y no me paré más. Me quebré los pies, las rodillas, los dedos de los pies, los empeines, los talones”, indicó.
En tanto, Mabel explicó que ella en realidad nunca tuvo la decisión de arrojarse por la ventana.
“Yo no me di cuenta de que estaba rodeada del fuego en ningún momento. Me quemé todo el brazo izquierdo, la espalda y el brazo derecho. En un momento no sé qué pasó, fue algo extraño”, expuso.
Y continuó relatando que “llegaron los Bomberos y en esa milésima de segundo, no sé qué pasó, es la pura verdad. No podía saltar porque la ventana me daba al pecho y no llegaba a hacer pie ahí, por eso tengo un desplazamiento del esternón de tanto colgarme para poder respirar. Pero yo sentí como que algo desde abajo me subió, lo que yo viví fue algo que apareció como una plataforma muy suave pero a la vez firme que me elevó mientras Joaquín me gritaba ‘no te tires que están acá los bomberos’”.
Su esposo, contó la desesperación que sentía al ver que mientras Mabel se colgaba de la ventana, las llamaradas salían detrás de ella. “Fue tan grande la desesperación”, expresó.
De pronto, sin registrar cómo, Mabel saltó, y cayó arriba de su hijo, lo cual amortiguó el golpe y gracias a eso no sufrió lesiones que pusieran en riesgo su vida.
“Me quebré la muñeca, la cabeza de radio, y me tuvieron que operar y colocar 8 tornillos pero ya me sacaron los puntos. Yo creí que me había quebrado la columna cuando me caí y ahí mire que de la ventana de la habitación salían las llamaradas, en ese mismo instante en que Joaquín me sostenía la cabeza”, recordó.
Joaquín en tanto no sufrió ninguna lesión, solamente se le rompieron los anteojos.
“Si yo me hubiera parado en la ventana tendría quemada la planta de los pies, por eso yo sentí que me empujaron porque yo no me pensaba tirar”, aseveró.
“Sólo tenemos palabras de agradecimiento a la
comunidad”, expresaron las víctimas del incendio
José Sánchez sufrió múltiples quebraduras. “Me tuvieron que operar la rodilla izquierda, que estalló, la tuvieron que volver a armar, la rótula, me quebré los dos talones, me disloqué tres dedos del pie izquierdo, en dos dedos me tuvieron que poner clavijas, del otro día me quebré el talón, el empeine, el dedo y otras quebraduras. Llevo 42 días sin caminar, tengo que esperar 10 días a ver si me puedo empezar a parar”, explicó.
Mientras realiza rehabilitación, ambos se encuentran con internación domiciliaria.
Mabel estuvo 34 días internada en la Clínica Chacabuco, además de las quemaduras y quebraduras, tuvo neumonía por inhalar tanto monóxido.
“Quiero agradecer a todo el personal del tercer piso de la clínica Chacabuco, enfermeros, mucamas, a las doctoras Paula Martínez, Bruggesser, Romero, Franco, a la doctora Sarrasín, que estuvieron en todo momento, y otros cirujanos y médicos que también estuvieron, quiero agradecer a todas mis amigas, sobrinas, a mi familia. En los 34 días no estuve sola un segundo, porque todas mis amigas y familias se turnaban para cuidarme porque yo necesitaba ayuda hasta para ir al baño”, manifestó.
Y expresó que “nos sentimos muy acompañados, hasta por gente que ni conocemos”.
Además, Mabel pertenece a la ONG Cannabis Medicinal, es la secretaria y en el incendio se perdió “todo el trabajo de 5 años que teníamos de archivo de la ONG, se quemó la notebook. Se quemaron todas las historias clínicas, nos quedamos sin nada”.
“Supuestamente por lo que tenemos entendido de la reconstrucción del departamento se va a hacer cargo el Municipio, eso nos hizo saber el concejal Luciano Grasso, y Melisa Greco, la diputada provincial”, indicó.
También destacó la atención del personal del Hospital Ramón Santamarina, donde operaron a su esposo.
“Nosotros sólo tenemos palabras de agradecimiento hacia la comunidad, tanto gente que conocemos y que no conocemos”, resaltó.
Volver a empezar
Respecto a cómo sobrellevan el hecho de haber vivido una situación tan traumática, Mabel expresó que “estamos los dos con ayuda psicológica desde el principio, me atiende el doctor Garaguso, a mi marido también, mi eterno agradecimiento hacia él. En un principio pensé ‘tan malas personas fuimos para que nos pasara esto, para perderlo todo’”.
“Yo siempre traté de ser activista en las causas de los sin voz, bregando por la libertad de nosotros los usuarios de cannabis, en mi caso por artritis rematoidea. Yo al principio tomé esto como un castigo, después todos me hicieron ver que nunca estuve sola, siempre hubo cantidad de gente acompañándonos”, afirmó.
Pero admitió que “lo peor fue perderla a las chicas (por sus mascotas), muchos dirán eran dos perras pero ellas eran importantes porque hoy estarían acá, nos estarían dando vida y nos harían más fácil las cosas. Eso nos tiró para atrás, hubiéramos podido remontar todo más fácil si ellas hubieran estado”.
“Tenemos 56 años, empezaremos de vuelta. Tenemos un hijo maravilloso que hasta nos ayuda a bañar, nos cuida, y será cuestión de volver a empezar”, expresó.
José Sánchez por su lado, afirmó que “me quede sólo con un pañuelo y un calzoncillo, lo demás se quemó todo. Nos quedamos sin nada”.
También le agradecieron a una amiga que les prestó la casa donde viven actualmente. “Agradecemos también a Dar Salud, Y a otras personas que nos ofrecieron departamentos pero el tema era el tipo de baño por la silla de ruedas”, indicó.
Si alguien desea colaborar con la familia para que puedan recuperar algo de lo que perdieron hay una cuenta donde se puede depositar dinero: Sopa.boleto.pupila, 0720114788000038099636.