Eva Retondo nació el 11 de julio de 1920 en María Ignacia, Vela.

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Vivió  y formó su familia en la vecina localidad, siendo madre de 7 hijos, abuela de 22 nietos, bisabuela de 23 bisnietos, y también tatarabuela.

Su vida no supo de descansos, más bien todo lo contrario: fue un compendio de trabajo duro y sacrificado. Durante 25 años se desempeñó como cocinera del comedor de la Escuela N° 13, donde hasta  el día de hoy los alumnos  recuerdan sus comidas, las variedades que preparaba y el amor que les prodigaba.

Los colores de su corazón estuvieron teñidos siempre de verde y rojo, colaborando permanentemente con el club Velense.

Saben todos los vecinos de María Ignacia  que ella se encargaba de que el equipo llegara a la cancha impecable cada fin de semana (“Lavo las medias blancas a mano para que siempre queden bien”, decía).

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El 2020 la encontró celebrando su centenario con la parte de la familia que pudo llegar  y con sus amigos más cercanos.

La pandemia conspiró para que el festejo fuera masivo, pero el amor y el cariño de los que no pudieron estar físicamente  se hicieron presentes gracias a la tecnología.

Eva, con sus flamantes 100 años, ya no camina por el pueblo (y menos con este frío) pero es habitual verla salir a la vereda y conversar con aquellos que atinan a pasar por su domicilio, a la mayoría de los cuales vio nacer y crecer. Y lo bueno es que lo hace con total lucidez.

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Eva, además, tuvo la grandeza de donarle a los 70 años un riñón a uno de sus hijos. Lamentablemente el órgano fue rechazado y semejante acto de amor no contó con la compensación que merecía, sino que produjo un lógico e inmenso dolor en ella.

Sin embargo, siguió adelante y demostró que no hay una sino mil maneras de honrar la vida.