La historia del bombardeo en Plaza de Mayo de 1955, con Perón como protagonista
El 16 de junio de 1955, aviones de la Armada y sectores de la Fuerza Aérea atacaron la Plaza de Mayo con el objetivo de derrocar a Perón. Más de 350 personas murieron, la mayoría civiles. Hoy se lo reconoce como un crimen de lesa humanidad.

Este lunes se cumplen 70 años del bombardeo más sangriento que sufrió la Ciudad de Buenos Aires en toda su historia. El 16 de junio de 1955, aviones de la Marina y sectores de la Fuerza Aérea atacaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, con el objetivo de asesinar al entonces presidente Juan Domingo Perón e instaurar un gobierno de facto. El saldo fue trágico: más de 350 personas muertas y más de 1200 heridas, en su mayoría civiles, incluidos niños.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa operación, que hoy es considerada un crimen de lesa humanidad, fue planificada con frialdad y odio. El ataque no solo apuntaba a eliminar al presidente, sino también a causar el máximo terror entre la población civil para impedir cualquier resistencia popular. Los agresores lanzaron casi 10.000 kilos de bombas sobre el corazón político del país y dispararon miles de proyectiles contra quienes se encontraban en la zona, muchos de ellos reunidos para presenciar lo que creían que sería un desfile aéreo.
La planificación del horror
La conspiración había comenzado años antes, con múltiples intentos frustrados de golpe de Estado. El clima de tensión se agravó tras un acto católico multitudinario y un confuso episodio con una bandera quemada, que fue utilizado como excusa por los conspiradores para justificar el ataque. Entre ellos se encontraban marinos, aviadores, sectores del radicalismo, del socialismo y de la Iglesia.
El 16 de junio de 1955 a las 12.40 del mediodía, aviones Avro Lincoln y Catalina pintados con la cruz y la letra “V” de “Cristo Vence” comenzaron a bombardear la Casa Rosada y zonas aledañas. Una de las primeras bombas cayó sobre un trolebús repleto de pasajeros. Horas más tarde, una segunda oleada de aviones volvió a atacar y ametralló desde el aire a los civiles reunidos en la plaza.
Perón, el Ejército y la respuesta popular
El presidente Perón logró salir a tiempo hacia el Ministerio de Guerra, alertado por su ministro de Ejército. Esa misma noche, habló por cadena nacional pidiendo calma y justicia por vía legal: “Les pido que se muerdan como me muerdo yo...”, dijo. Pero la indignación popular ya se había desbordado: iglesias fueron incendiadas y la tensión escaló al máximo.
Muchos de los responsables escaparon en aviones hacia Uruguay, donde fueron recibidos y protegidos. Otros, como el vicealmirante Gargiulo, se suicidaron al ver perdido el control de la situación.
Impunidad, dictaduras y herencia sangrienta
Aunque algunos responsables fueron condenados por un consejo de guerra, ninguno cumplió su pena: fueron liberados tras el golpe militar de septiembre de 1955, que derrocó definitivamente a Perón e instauró la autodenominada "Revolución Libertadora".
Varios de los involucrados en el bombardeo, como Emilio Massera, Horacio Mayorga y Oscar Montes, ocuparon años después roles clave durante la última dictadura militar.