Salida al conflicto
Persiste la toma de lotes en La Movediza y el viernes habrá una reunión en la Defensoría del Pueblo
Los ocupantes del predio de Piccirilli al 1000 resisten los embates del clima, mientras esperan novedades orientadas a una eventual reubicación. En la reunión del viernes, las instituciones que realizaron el censo habitacional buscarán articular soluciones para resolver pacíficamente el conflicto, en el marco del protocolo activado por la Justicia.
La toma de lotes que se inició en febrero en la zona de La Movediza continúa su ritmo cotidiano a la espera de novedades judiciales. Según informaron fuentes oficiales, este viernes se va a desarrollar una reunión en la Defensoría del Pueblo bonaerense con todas las organizaciones que intervinieron en el censo que se realizó el pasado 17 de abril.
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En esta línea, la pretensión es que a partir de la discriminación de datos se pueda articular alguna solución para las familias más vulnerables instaladas en el predio de Piccirilli al 1000.
El relevamiento -que contabilizó unos 120 grupos asentados en el lugar- se llevó a cabo en el marco del protocolo de la Suprema Corte de Justicia para estos casos, con el objeto de encauzar una salida pacífica al conflicto y no proceder a un desalojo compulsivo, encuadrado en la causa penal por “Usurpación” que tramitan la UFI 3 y el Juzgado de Garantías 1 a partir de la denuncia del titular de las tierras.
En tanto, el trabajo en cuestión contó con la participación de todas las instituciones convocadas para el cumplimiento del protocolo. En concreto, prestaron colaboración la Defensoría del Pueblo de Tandil, la Defensoría del Pueblo bonaerense, la Unicen, la Secretaría de Hábitat provincial, la Defensoría Oficial, la Defensoría General de Azul y el Instituto Provincial de la Vivienda, entidades que formarán parte del encuentro mencionado.
De este modo, los datos censales fueron recopilados por la Defensoría del Pueblo bonaerense y posteriormente entregados a la Secretaría de Hábitat de la Provincia para que confeccione un informe que categorice a los grupos instalados de acuerdo a sus niveles de vulnerabilidad. Con este suministro de información sobre la mesa, las partes intentarán articular propuestas viables para resolver la demanda habitacional planteada, en articulación con el Poder Judicial.
Los pies en el barro
Entrado el otoño la crudeza del clima se refleja en el terreno. El barro que no se seca y las casillas precarias que resisten los embates del frío, el viento y la lluvia. Hace unos días, la Defensoría oficial solicitó al juez Moragas que modificara la cautelar que aún rige para impedir cambios en el lugar y la instalación de más personas, con el fin de garantizar que los acampantes puedan efectuar mejoras en las endebles estructuras que les permitan sostener las condiciones mínimas de habitabilidad. La petición fue rechazada. No obstante, desde el verano a esta parte, el predio cambió su cara y los cambios en las “construcciones” resultan evidentes.
Antes de la ocupación, la zona se encontraba totalmente descampada, sin calles demarcadas y comprende dos manzanas. U sector se encuentra demarcado por Piccirilli -de tierra en regular estado y sin cordón cuneta- entre calles Formosa y Misiones; y la otra por calle Picirilli entre Formosa y Salta.
Al recorrer el macizo es posible ver casillas de madera y/o chapas, y otras levantadas con toldos plásticos y hasta piletas de lona a modo de techo. El paisaje diario exhibe jardines y hasta pequeñas huertas montadas en el espacio de cada “casa”, síntoma del tiempo trascurrido y del afán de generar algo parecido a una vida cotidiana pese al complejo contexto. Los cordeles llenos de ropa completan la ilusión doméstica.
En tanto, en contacto con El Eco de Tandil, dos vecinas refirieron que después del censo no tuvieron más novedades del asunto, pero que esperan que la próxima semana haya novedades. En tanto, destacaron que no han sufrido ningún tipo de intimidación ni han tenido problemas por permanecer allí, y aguardan que la Justicia se expida. En tal sentido, los ocupantes confían en que sea posible canalizar alguna propuesta vinculada a la relocalización. Es decir, liberar el macizo privado a cambio de poder acceder a algún loteo de manera consensuada.
“Acá estamos como en el tiempo de antes; calentamos agua para bañarnos, usamos calentadores a kerosene para cocinar y para todo. De noche no hay luz, no se ve nada. Están muy caros los alquileres, vamos a ver qué pasa”, graficaron a modo de cierre.