Sin margen de acción en el conflicto, el Municipio anticipa el impacto que tendría el cierre de Loimar
La secretaria de Desarrollo Productivo transmitió al Gobierno provincial la inquietud por la planta “virtualmente cerrada”. Marcela Petrantonio consideró que “se han agotado” las posibilidades de intervención del Estado, ante las posturas intransigentes del empresario y los trabajadores. Al mismo tiempo, admitió que el cese definitivo de la firma implicaría otro cimbronazo para la ciudad. En términos personales, transmitió impotencia ante “una situación muy difícil”.
El conflicto que tiene parada a la fábrica Loimar se alarga en el tiempo, como un capítulo local abierto en un contexto nacional sumamente complejo. Esta semana, los trabajadores iniciaron acciones para visibilizar la protesta en la explanada de la Municipalidad, mientras juntan firmas de los ciudadanos en defensa de los puestos de trabajo.
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El diálogo de los obreros con funcionarios del Municipio es constante, pero las novedades no llegan. En ese marco, la secretaria de Desarrollo Productivo y Relaciones Internacionales, Marcela Petrantonio, informó sobre la situación al ministro de Producción de la Provincia Augusto Costa.
“Yo hablé con el ministro. Les he comentado a los delegados de los trabajadores de Loimar que trasladamos la inquietud”, ratificó la funcionaria que mantiene conversaciones constantes con los empleados de la planta productora de ladrillos y cerámicos.
“Cuando asumí, llegué con el café frío de la sobremesa, y tomé contacto rápidamente con el empresario para poner la secretaría a disposición y conocer qué necesitaba para que la empresa siguiera abierta, porque estamos hablando de una pyme. Cuando hablamos de una pyme, hablamos de una pequeña y mediana empresa en Argentina”, definió Petrantonio en relación al contexto que envuelve al sector productivo en general.
Y agregó que “el señor empresario expresó su voluntad de continuar a partir de acuerdos con los trabajadores, con el sindicato. Me informa que la empresa está virtualmente cerrada, pero que tenía intenciones de seguir”.
En relación a la postura de los obreros, reseñó que “por supuesto que con los trabajadores hablamos permanentemente. El Municipio los está ayudando, a una gran parte de ellos desde el mes de octubre, porque hay un fin de mes que hay que soportar. Todos tenemos un fin de mes a soportar”.
A mediados de octubre, la firma ladrillera envió once telegramas de despido y notificó sobre 40 suspensiones, al alegar problemas económicos, por ejemplo, para afrontar la factura de energía eléctrica. Las intervenciones de los ministerios de Trabajo de Provincia y Nación no lograron acercar a la patronal y los empleados, que insisten en no aceptar las cesantías. A casi cuatro meses, la fábrica permanece cerrada y no hay señales concretas de su reactivación.
Gestiones agotadas
En cuanto al margen que pudiera quedar para avanzar con gestiones, la secretaria de Desarrollo Productivo definió que “las negociaciones y los acuerdos exceden hoy día al rol municipal” y repasó que “viajó el señor empresario, tuvo una reunión incluso con el señor Intendente, con los delegados; con los trabajadores nos hemos reunido en muchas oportunidades, pero hoy la mesa de decisión y de trabajo es un acuerdo de dos partes privadas, donde está interviniendo el Ministerio de Trabajo de la Nación y funcionarios del Ministerio de Producción de la Nación. Es una situación muy difícil”.
En cuanto a las posibilidades del ministro Augusto Costa para interceder en pos de evitar el cierre definitivo, consideró que “tampoco tiene una órbita de injerencia provincial la situación del conflicto hoy. Está en la órbita nacional”.
Al insistir con las chances de que la Provincia pueda oficiar de puente con funcionarios nacionales, evaluó que “se han agotado esas posibilidades en el rol del Estado”.
Las consecuencias
Al evaluar las consecuencias para la ciudad, Marcela Petrantonio admitió que el cierre de Loimar sería otro cimbronazo para Tandil, ya que se trata de una pyme que genera 80 puestos de trabajo.
Por caso, analizó que “es mucho más que 80 puestos de trabajo. Son los 80 puestos de trabajo, es lo que derrama en términos de la cadena de proveedores de Loimar. Es mucho más que 80”.
En esa línea, agregó que además de ser una firma tradicional de la ciudad, “son estos 80 trabajadores directos, son todos los indirectos, pero hay una historia atrás y una situación que tiene que ver con muchas variables, que ahí es donde el Estado tiene sus limitaciones. Estamos en un sistema donde el privado tiene su decisión”.
La funcionaria expresó que “para nosotros, para el equipo político del doctor Lunghi y para mí en lo personal, es una gran impotencia, porque la realidad es que primero, uno no puede ayudar a quien no se deja ayudar, no quiere que lo ayuden, y segundo, porque es una situación que viene en conflicto y en tensión desde hace mucho tiempo. Esto no es nuevo”. Por eso, marcó que “a medida que pasa el tiempo, empeora”.
Por último, advirtió que el presente del conflicto “es el resultado de muchos factores, es multicausal”.