El Che bandoneón de Aníbal Marino
Fue uno de los integrantes del Conjunto Municipal de Bandoneones; cumplió 100 años hace pocos días. En charla con La Vidriera este hombre sencillo, lúcido y amable nos relata parte de su vida con la música y el fuelle que lo apasionó desde niño.

“El fuelle me atraía tanto como una pelota de fútbol. La vieja se hizo rogar un poco pero al final me dio el gusto y tuve mi primer bandoneón: 10 pesos por mes en 14 cuotas. Y desde entonces nunca me separé de él” (Troilo)
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNació en Rauch pero se siente tan tandilense como cualquier vecino que haya visto la luz por primera vez en estos pagos. Hasta hace poco vivía solo en su casa pero actualmente está en una residencia geriátrica de la calle San Martín que perteneció a una familia tradicional de Tandil, una casona señorial decorada con muebles de estilo en la que asegura sentirse muy cómodo y tener la mejor cocinera que se puede pedir.
Cuando lo fuimos a ver no encontramos a un hombre que admita una centuria; por el contrario, vimos a una persona animosa bien acicalada y hablada, caminando de un lado para el otro y dispuesto a sacarse todas las fotografías, en especial en las que sale junto a su bandoneón que guarda como una pieza de reliquia en su dormitorio. Afable, hablador, alegre y por sobre todo muy gentil, la semana pasada tuvimos la fortuna de conocer a Aníbal Marino, quien fuera uno de los integrantes del Conjunto Municipal de Bandoneones, aquel cuerpo musical conocido mundialmente y por el que dice sentir un tremendo orgullo.