La importancia de congregar a la gente (algo así como “Luna de Avellaneda”)
Grandes y chicos, familias enteras se dieron cita en el salón de la Sociedad de Fomento del Barrio General Belgrano para asistir al cierre de los talleres que se brindan año tras año en la Biblioteca Valor, aportados por la Unicen y el Municipio.

Hoy voy a hablarles de esta, mi experiencia personal tratando de aprender a dibujar y pintar. Mis primeras aproximaciones al dibujo y la pintura se dieron en el Colegio Sagrada Familia al que asistía en contraturno para aprender unas de las ramas del arte que amo y de la que nunca fui capaz –hasta hoy- de plasmar en un papel. En aquella oportunidad me dieron a dibujar una manzana verde –hasta el color recuerdo- y tengo presente el afán de mis compañeras por trasladar a sus hojas canson esa naturaleza muerta. A mí me fue imposible. ¡Pero tan imposible, que frustrada volví a casa avisándoles a mis padres que no volvería. Y no regresé!
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEsa frustración la llevé toda mi vida como una mochila hasta que –después de la pandemia todos cambiamos en algo- me invitaron a conocer el taller de pintura del profesor Manuel Picallo en la Biblioteca Valor. Y allá fui –conservando en mi memoria aquella naturaleza muerta del Colegio de Hermanas- encontrando un grupo variopinto que me recibió cálidamente. Al ver el nivel de los trabajos, estuve por hacer lo de mi infancia, irme para no volver. Pero el estímulo que me dieron todos, el profe por empezar, el resto del grupo hizo que lo intentara. Y así fue. Los lunes se convirtieron en una cita no negociable por nada. Y admirando el trabajo de mis compañeros, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores y siendo consciente de mis falencias me fui animando cada día más. Fuimos conociéndonos entre nosotros, conociendo en cada encuentro un pedacito de la vida del otro y sintiéndonos unidos por el amor al arte. El día del cierre fue realmente emocionante ver a la gente del barrio y aún más lejos con sus hijos congregados por la cultura. Sí, por la cultura aportada desde la Unicen y el Municipio.
Recordé la bella película de Juan José Campanella, “Luna de Avellaneda”, donde un grupo de socios se aferraran a sus principios para salvar una sociedad de fomento que está por convertirse en casino. Esa película, precisamente habla de valores que en estos tiempos son más que necesarios de tener en cuenta: la amistad, la solidaridad, la confianza, la lealtad, cualidades que, en lo personal, encontré entre las personas de la Biblioteca, sin grieta, sin espíritu competitivo, sin mirar de dónde sos o venís. Allí cada lunes simplemente veíamos en el otro a nuestro “prójimo próximo”, parafraseando a Mario Benedetti.