Juan Hoffman y su hija Justina, de tan sólo 10 años, fueron trasplantados de riñón en diferentes épocas, aunque pasaron juntos muchas circunstancias adversas. Esta familia que se completa con Gimena, la esposa y mamá, de un día para otro comprendió eso de que la vida no te avisa cuándo “se viene la mala”, como vulgarmente se dice. Sacó fuerzas, no perdió las esperanzas y dio una hermosa lección de vida. Toda una familia involucrada buscando la felicidad de los otros. Y salió bien.