Los 200 años de la ciudad
La Universidad de Tandil y una historia indispensable para comprender el Bicentenario
A doscientos años de la fundación cabe dedicar un espacio especial al que, a mi juicio, es el acontecimiento más relevante de nuestra joven historia ciudadana.
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Se trata de la creación y desarrollo de nuestra Universidad. Y debemos permitirnos decir “nuestra” porque, la hoy Unicen, fue para nuestra ciudad, antes la Universidad de Tandil y primero el Instituto Universitario Tandil.
Y este espacio tiene dos protagonistas excluyentes: Osvaldo Marcelino Zarini y el pueblo de Tandil.
Zarini por creador. Por su incansable insistencia para que Tandil tuviera “SU” universidad. Por su desapego personal a lo material. Por su enorme habilidad para convencer. Por su enorme capacidad intelectual y de trabajo.
Y nuestro querido pueblo tandilense que se sumó a la epopeya. Con lo que cada uno pudo. Empresarios y trabajadores. Jóvenes y mayores. Educadores y otros profesionales. Un pueblo unido por un sueño.
Nuestra Universidad inició sus actividades en 1964 con la Facultad de Ciencias del Hombre, hoy Facultad de Ciencias Humanas. Formalmente la sostuvo la Fundación Universidad de Tandil con el aporte de la Asociación de Amigos de la Universidad, que cerraba el vínculo con el pueblo tandilense cobrando puerta a puerta una muy modesta cuota mensual.
El aporte empresarial podemos representarlo en don Santiago Selvetti, a la postre declarado Profesor Honorario de la Universidad por sus aportes al sostenimiento y desarrollo de la misma. En su figura abarcamos a muchos más. Aquellos que “salvaban las papas” cuando Zarini y su gente quedaban al borde del ahogo.
Los trabajadores, a través de sus gremios e individualmente, allegando a sus hijos a la nueva posibilidad de estudios superiores. Hecho imposible sin la iniciativa de Zarini. Y no debemos dejar de recordar a las columnas de la CGT, encabezadas multitudinariamente por la UOM cuando se pretendió rematar los bienes de la Universidad. Y valorar a aquellos profesionales que prestaron su colaboración para ser colaboradores de los profesores viajeros, que prestigiaban las carreras que se dictaban.
El 14 de enero de 1973 falleció el fundador, alma mater de la Universidad de Tandil. Lo lloró el pueblo, lo lloraron los dirigentes de las instituciones tandilenses y lo lloraron todos los que lo acompañaban de cerca en la Fundación y la Asociación de Amigos. Estos últimos quedaron a cargo de proseguir y consolidar la obra.
Este año se cumplieron 50 años de la muerte de Osvaldo Zarini. En este bicentenario debemos recordarlo en sus propias palabras: “por sus obras lo conoceréis”. Hay algo seguro: éste, nuestro Tandil del bicentenario no sería el que hoy es sin su Universidad.
Esta Universidad que es hoy la Unicen, se construyó institucionalmente a través de la tarea de los integrantes de la Fundación y de la Asociación de Amigos, con la incorporación de un nuevo rector, Raúl Roque Cruz. Fueron ellos los encargados de gestionar, junto a la Fundación Fortabat de Olavarría y a la Fundación Azcona de Azul, la creación de una Universidad Pública regional con financiamiento del presupuesto nacional.
Y fue entonces que otro vecino de Tandil tomó la iniciativa para intentar convertir la necesidad en Ley: el Dr. Juan Carlos Pugliese (p). Acompañado por los dirigentes de los emprendimientos universitarios de las tres ciudades, acordó con el gobierno del Frente Justicialista (que además tenía la mayoría requerida en las Cámaras) la creación de la Universidad Nacional del Centro.
Pugliese en el Senado (radical) Carlos Auyero en Diputados (Frente Justicialista de Liberación) aprobaron la ley. Jorge Taiana, ministro de Educación del gobierno peronista, la avaló y designó al Rector Normalizador, otorgando el primer presupuesto el 1 de setiembre de 1975.
Desde ya pido comprensión a mis amigos y colegas de Azul y Olavarría por contar solo la parte que le tocó jugar a los tandilenses. En ambas ciudades hubo pioneros que deberán ser oportunamente reconocidos porque gracias a ellos existe nuestra universidad regional.
Pero es que este relato es fundamental para demostrar que siempre que las fuerzas políticas populares trabajaron a favor de quienes representan y pensando en lo mejor para todos, el pueblo fue claro beneficiario. Cuando juntos, peronistas y radicales crearon la Unicen no pensaron que enviaban a su pueblo a “caer en la educación pública” y mucho menos pensaron que estaban “creando una universidad pública a la que no iban a concurrir los pobres”.
Miles de graduados universitarios, más de 50 carreras de grado y posgrados acreditadas por Coneau, diplomaturas, con 3000 estudiantes tandilenses y más de 7000 de otros lugares de la patria, científicos destacados múltiplemente premiados y cientos de investigadores de excelente nivel, la creación y desarrollo del Polo Informático (imposible sin la Unicen), un Centro Cultural, una productora de contenidos audiovisuales ganadora de premios internacionales, una Sala Incaa donde nuestro pueblo accede a producciones nacionales y extranjeras a precios accesibles, una Universidad Barrial en Villa Aguirre, con una moderna Ludoteca, un colegio secundario, un jardín de infantes, dos jardines maternales, comedores y residencias para la comunidad universitaria, son algunos de los ítems que demuestran el enorme valor agregado que en términos sociales, educativos, científicos y económicos representa la Universidad en nuestra ciudad.
Casi 3000 empleos de personal docente y no docente en Tandil y una actividad de vinculación y transferencia tecnológica siempre activa suman a lo dicho.
Miles de argentinos que vinieron a estudiar a nuestra Universidad, hoy son residentes tandilenses, formaron familia, lograron empleos, crearon empresas. En concreto, aportaron, aportan y aportarán al desarrollo y a la calidad de vida de Tandil.
Esto es algo que nuestro pueblo sabe. Que lo disfruta y reconoce. Por eso, ésta es una conmemoración que nos une. Y por eso es que la Universidad ha jugado, juega y jugará un papel clave en la fisonomía, el desarrollo y el posicionamiento de nuestro querido Tandil.
La decisión, el esfuerzo y el empuje de nuestro pueblo, que se demostró en la epopeya universitaria, ha sido siempre la razón central para llegar al Tandil del Bicentenario con la alegría de haber logrado una ciudad de la que enorgullecernos, aunque sabemos que faltan corregir inequidades.
Sé, también, que hay problemas sociales sobre los que trabajar, como la vivienda y la urbanización, la circulación y el transporte público, la organización de la industria cultural, los residuos urbanos y otros que deberían ser motivo de una planificación estratégica hoy ausente.
A doscientos años de su fundación, un Tandil para todos exige que el desarrollo y la calidad de vida se proyecten sin inequidades a nuestro pueblo.
Roberto Tassara
Miembro titular de la Coneau (Comision Nacional de Evaluacion y Acreditación Universitaria)
Exrector de la Unicen