Cata Landivar, la arquitecta de la ausencia: "El arte ilumina los silencios y los dolores familiares"
La actriz, dramaturga y escritora visitó el programa "Alto Día" y compartió una profunda reflexión sobre su multifacética carrera. Desde sus 30 años en el teatro hasta su actual exploración de la no ficción, un viaje por la improvisación, los procesos creativos y su interés central: la memoria, el duelo y las historias que no se cuentan.
En el vibrante ecosistema cultural de Tandil, hay figuras que actúan como puentes, conectando lenguajes, disciplinas y sensibilidades. Catalina Landivar es, sin duda, una de ellas. Actriz, dramaturga, escritora, docente y "acompañante de procesos creativos", su trayectoria es un mapa en constante expansión.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn charla con el programa Alto Día, que se emite cada sábado de 11 a 13 por El Eco Streaming, Eco TV y Tandil FM 104.1, desgranó las múltiples patas que sostienen su vocación, un camino que comenzó hace 30 años y que hoy la encuentra indagando en los territorios más profundos de la memoria familiar y el duelo.
"Hace 30 años que hago teatro, pero porque medio que nací en uno", confesó, aludiendo a una vinculación familiar que marcó su inicio. Ante la pregunta de cuál de sus muchos roles es el más fuerte, describió un presente de equilibrio y exploración. "Siento que en este momento tengo como dos patas. Una que es la teatral, el trabajo con el grupo Proyecto Mondo y la docencia, y otra en la que me estoy tirando más a escribir, a formarme más en escritura ya no tan vinculada a lo escénico. Pero todo el tiempo estoy pivoteando, yendo y viniendo, integrando".
Esa integración de lenguajes se materializó recientemente en "Pino", un libro álbum creado en sociedad creativa con su amigo ilustrador Andrés Yanesas (Andrelo), un ejemplo de cómo su curiosidad la lleva a "explorar un poco otros lenguajes".
El magnetismo de la escena: una silla envuelta en vendas
Su primer encuentro consciente con el poder del teatro no fue actuando, sino observando. "Mi mamá actuaba de reina en una obra que hacía con sus alumnos", recordó. "Yo iba con el colegio, me gustaba, me atraía mucho ver la escena. Era en el Aula Magna de la Universidad y no era una obra para nenes, para nada. Yo no entendía bien qué decían, pero claro, todos con vestidos largos, con camisas...".
Pero fue un detalle escenográfico el que selló ese pacto inicial, un detalle que, visto en retrospectiva, parece una metáfora de toda su obra posterior. "Había solamente una silla en el medio de la escena que era un trono, pero era una silla envuelta con vendas blancas. Y yo ahí me acuerdo que me magneticé mucho por verlos".
Ese magnetismo inicial se transformó en juego y diversión cuando empezó sus propios talleres en el Club de Teatro. "Nos divertíamos mucho", rememoró sobre esas primeras obras con amigos, un espíritu lúdico que la acompaña hasta hoy, especialmente en su faceta como improvisadora.
El salto al abismo: la improvisación y el juego
La improvisación, que parece tan espontánea, es para Landivar el resultado de un largo entrenamiento. "Estamos cumpliendo diez años con el grupo Proyecto Mondo", relató. "Empezamos a improvisar y ya a esta altura, diez años después, sentimos que tenemos más masticado esto de la improvisación, que es muy divertido".
Para ella, eso está íntimamente vinculado a la escritura, a ese vértigo de "la hoja en blanco", pero con una diferencia fundamental: la red de contención del compañero. "Es más con el otro, ¿viste? Como que si te quedás medio ahí, sabés que él te va a salvar o que la otra te va a tirar una acción y vos te vas a agarrar de eso".
Ese trabajo en red es un valor que destaca no solo en la escena, sino en todo proceso creativo. Con Proyecto Mondo, un grupo de cinco personas que "se conocen mucho", la gestión es compartida. "Hay un funcionamiento en red que te va sosteniendo. No hacés todo vos. Te juntás a ensayar y pasa con el otro. Es hermoso", contrastó con los procesos solitarios, que, según admitió, le "cuestan un poco más".
De la escena a la página: el giro hacia la no ficción
Si el teatro fue su cuna, la escritura fue su segunda lengua. "Apareció también de chiquita. Me gustaba escribir, hacer cosas con las palabras", recordó. Aunque en la adolescencia dejó de hacerlo, retomó en la facultad, enfocándose primero en la dramaturgia, estudiando en Buenos Aires y escribiendo para puestas en escena.
Sin embargo, en los últimos años, su brújula literaria giró decididamente hacia otro norte. "Ahora estoy escribiendo más narrativa, me estoy formando más en el periodismo narrativo puntualmente. Tengo un gran interés en la no ficción, en lo real", confió.
¿Qué motivó ese cambio? "Creo que es mi mayor búsqueda en este momento. En la experiencia personal y en cómo hurgar en lo propio para después traducirlo, y también en lo que le pasa a otros". Este camino, admitió, la saca de su zona de confort. "Me encuentro con mucho desafío también. Hay cosas que manejo, hace un montón que ensayo una obra, pero de golpe ahora estoy en un proceso de escribir un libro y me cuesta más. Es como bueno, cambiar ahí de formato y de forma".
La herida como motor: escribir sobre el duelo y la memoria
El corazón de esta nueva búsqueda late en temas profundos y, a menudo, silenciados: la familia, la memoria y el duelo. "Es algo que a mí me interesa y que ha sido un poco mi herida también", confesó con honestidad. Sus talleres actuales, como "La familia escrita", nacen de esa misma indagación. "Me veo coordinando grupos hablando de la muerte. A veces me asombro de seguir hablando de esto, pero sí, es como habilitar ahí charlar de cosas que no se hablan tanto".
Lejos de ser espacios sombríos, aclaró, "son livianos, nos reímos", pero se centran en la reflexión. "Yo vivo en el mundo vincular", definió. Estos talleres, a menudo virtuales, le permiten una "retroalimentación espectacular" con gente de todas partes, ampliando su propia mirada.
Esa "herida" tiene un anclaje personal que hoy nutre su ficción. "En mi familia está la muerte de mi tía, que falleció muy joven, con quien yo tuve cierta referencia. Lo que estoy escribiendo recupera un poco esa figura, con mucha dificultad también, porque no es sencillo hurgar en las memorias familiares. Siempre hay muchos silencios y hay muchos dolores, y la escritura ilumina, el arte ilumina".
Esta fascinación por lo no dicho, por lo que falta, la devuelve a su recuerdo fundacional del teatro. "El teatro es pura ausencia", definió. "Eso creo que es lo que más me atrajo. Era 'ahí hay una silla sola y eso es un reino'. ¿Cómo lo hacen estos tipos? En 'impro' pasa, somos cinco y de golpe estamos en un campo, estamos en una pileta…".
Es esa capacidad de construir mundos sobre el vacío lo que la sigue maravillando.