El cultivo del bonsái, entre la paciencia, la técnica y el vínculo con la naturaleza
Con más de cien ejemplares cultivados desde semilla, Lucas Cepeda compartió su recorrido personal, la evolución de este arte milenario y las herramientas y cuidados básicos para mantener un bonsái en casa.
El aficionado y divulgador Lucas Cepeda dialogó con Alto Día, programa que se emite todos los sábados de 11 a 13 por El Eco Streaming, Eco TV y Tandil FM 104.1, y sostuvo que el bonsái es, ante todo, una forma de arte que se diferencia de otras porque trabaja con seres vivos. A diferencia de un cuadro o una escultura que se conservan en estado estable, explicó que un bonsái “va a seguir creciendo, va a necesitar agua, nutrientes y presencia”, y que esa interacción permanente es parte de su esencia estética y emocional.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCepeda recordó que su primer encuentro con un bonsái ocurrió a los siete u ocho años, cuando un vecino español le mostró aquellos “arbolitos curiosos” que lo fascinaron de inmediato. Sin acceso a herramientas, manuales o información —en tiempos sin redes sociales ni internet—, su acercamiento fue artesanal y autodidacta. Hoy, décadas después, afirma que la paciencia sigue siendo el sello de quienes se dedican a esta disciplina.
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Con más de cien ejemplares en su casa, Cepeda convive con especies diversas y asegura que su jardín “es casi una selva”. Sin embargo, destaca que no todos los árboles funcionan igual en el interior de una vivienda: “Ninguna planta nace naturalmente adentro de una casa”, aclaró, y recomendó mantener los bonsáis preferentemente a la intemperie, salvo especies sensibles como el ombú ante las heladas.
Entre sus ejemplares más llamativos mostró un ombú trabajado durante años. “En realidad no es un árbol, porque no tiene madera dura, pero es el favorito de todos. La gente se enamora del ombú”, comentó. La clave, dice, está en elegir plantas que gusten y que puedan adaptarse a la zona, para evitar sufrimientos innecesarios a largo plazo.
Cómo se hace un bonsái y qué mitos existen
El aficionado dedicó buena parte de la charla a desmontar creencias frecuentes, entre ellas la idea de que existen “semillas de bonsái”. “Eso no existe —afirmó—. Son semillas de árboles comunes que uno va formando con el tiempo.” Tampoco, explicó, hay árboles “enanos” desde el punto de vista botánico: la técnica es la que mantiene al ejemplar pequeño, no su genética.
Cepeda describió las distintas formas de iniciar un bonsái: desde semilla —su método preferido por el vínculo que se genera al ver crecer la planta en todas sus etapas—, desde esquejes, acodos aéreos o incluso a partir de una planta comprada en un vivero. Para elegir bien, recomienda especies con hojas pequeñas, buena corteza y raíces visibles que aporten carácter al conjunto.
Otro punto clave es comprender cómo funciona la planta. Cepeda relató que un maestro lo introdujo en la observación microscópica y en la biología vegetal, lo que transformó completamente su práctica. “Yo no hablo con las plantas —dijo entre risas—, yo las escucho. Aprendí su idioma: saber qué necesitan, cuándo y por qué.” Para él, el cuidado se basa en el amor y la atención, del mismo modo que las generaciones anteriores cuidaban sus plantas con métodos caseros, efectivos o no.
También valoró los estudios contemporáneos que muestran cómo los árboles colaboran entre sí a través de redes de hongos, en una relación de simbiosis que, según expresó, “muestra que la naturaleza es perfecta, mientras que los humanos aún tenemos mucho que aprender”.
Técnicas, herramientas y el rol de la maceta
Cepeda explicó que un bonsái no se define solo por la planta sino por la combinación árbol–maceta, un concepto central: “Si sacás la planta de la maceta, deja de ser un bonsái. Va a crecer como cualquier árbol en la tierra.” En ese sentido, la contención del espacio y el manejo de raíces son fundamentales.
Detalló que el mantenimiento consiste en la poda aérea, la poda de raíces y los trasplantes periódicos para renovar el sustrato. La planta, por naturaleza, crece hacia la luz, por lo que el cultivador debe frenar ese impulso mediante pinzados regulares. “Las raíces van a seguir creciendo —explicó—, y eso te va indicando cuándo intervenir.”
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Sobre las herramientas, mostró diferentes piezas tradicionales japonesas: una kumade o rastrillo para desenredar raíces, podadoras cóncavas que permiten cortes limpios y cicatrizaciones adecuadas, alicates para manipular alambre y otros instrumentos diseñados especialmente para la disciplina. Aun así, insistió en que no es necesario empezar con un equipo costoso: “Con un tenedor doblado, una pinza de electricista y un tarro cualquiera ya podés arrancar”.
El alambrado cumple un rol estético y estructural: permite posicionar las ramas para imitar la forma que tendrían en un árbol viejo, caídas por el peso o por el clima. A diferencia de otras técnicas, el trasplante es la única intervención que la naturaleza no realiza por sí sola, pero el resto de los procedimientos buscan replicar lo que el viento, la lluvia o los animales producen en un árbol nativo.
Cómo empezar sin abrumarse
Cepeda animó a quienes desean iniciarse en el bonsái a perder el miedo. “No hace falta ser botánico ni ingeniero agrónomo”, aseguró. El primer paso, dice, es identificar la especie y conocer sus necesidades básicas. Hoy, las aplicaciones móviles facilitan mucho esa tarea.
Para comenzar, sugiere elegir una planta resistente, adecuada al clima local y de mantenimiento sencillo. Después, trabajarla en una maceta de entrenamiento antes de pasarla a una pieza definitiva. “Que no se enloquezcan con herramientas de lujo ni con macetas japonesas —insistió—. Lo importante es entender a la planta”.
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Respecto al cuidado cotidiano, remarcó que un bonsái requiere sol, agua y un sustrato adecuado. El riego depende del clima y del entorno, no de fórmulas rígidas. “Cuando alguien me dice ‘se me secó, pero lo regué un montonazo’, ya está diciendo la causa”, señaló. También recomendó realizar aplicaciones preventivas contra plagas y observar señales como raíces visibles o drenaje deficiente, que indican la necesidad de un trasplante.
Para quienes temen no tener tiempo, trajo tranquilidad: “No le dedico horas todos los días. No hay que estar encima de la planta todo el tiempo. Lo que sí aconsejo es no llenarse de ejemplares al principio, porque después es difícil cuidarlos, sobre todo si uno se va de vacaciones”. En su caso, tiene un sistema automatizado de riego, pero considera que no es necesario para quienes empiezan.
Al finalizar, agradeció el espacio y dejó un mensaje simple: “Lo esencial es disfrutar el proceso. El bonsái tiene que dar satisfacción, no dolor de cabeza”.