El crimen que se descubrió por una camisa rara
LA BLUSA POCO COMÚN CON RIDÍCULOS BOTONES Y GEMELOS DE HUESO QUE LA EXPERIENCIA DE UN VIEJO POLICÍA ASOCIÓ A LA PRENDA DEL TRABAJADOR DE UN CIRCO, POSIBILITÓ LA DETENCIÓN DEL CRIMINAL.

Clara y Justo Manuel Padín eran hermanos. Ella había alcanzado los ochenta años de edad, en tanto él tenía 77. Integrantes de una antigua familia, ambos vivían en la localidad de María Ignacia, Vela, en la misma casa. Sus vidas transcurrían de manera tranquila, sin sobresaltos.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAquella mañana del 4 de mayo de 1938, le resultó extraño a la mujer que él no estuviera en la cocina, donde alrededor de las 9,30 desayunaban juntos todos los días. Fue por ello que se dirigió a su habitación para averiguar la causa. Y grande fue su sorpresa cuando halló al anciano sin vida, tendido sobre su catre, con la cabeza entre las piernas, aferrada por una manga de camisa fuertemente anudada y con los brazos también atados.
La muerte, según el médico doctor Grieco, quien fue llamado de inmediato para examinar el cuerpo, se había producido por asfixia. Poco pudo aportar la hermana para aclarar el asesinato. Totalmente sorda, nada había podido escuchar. Solo podía decir que faltaban de la habitación de Justo algunas ropas; entre ellas, su traje azul; además, su revólver. También recordó que días atrás el hombre había recibido cierta cantidad de dinero que tampoco estaba, lo que permitía suponer que el móvil del crimen había sido el robo.