Las huellas ocultas de Tandil: un viaje al Fuerte Independencia y el viejo cementerio
El arqueólogo y antropólogo Julio Merlos desentraña nuevas perspectivas sobre la fundación de Tandil, proponiendo una reubicación del Fuerte Independencia y revelando detalles inquietantes sobre el antiguo cementerio de Plaza Moreno, donde el misterio de Tata Dios aún resuena.
El reciente interés suscitado por la historia del viejo cementerio de Tandil, ubicado en la zona de lo que hoy es la Plaza Moreno, ha reabierto un fascinante capítulo en el pasado de la ciudad. A raíz de una publicación del programa "Alto Día", el arqueólogo y antropólogo Julio Merlos, un referente en el estudio del patrimonio local, profundizó en "La Mañana" sobre estas estructuras históricas, conectándolas con una audaz hipótesis sobre la verdadera ubicación del Fuerte Independencia. Merlos explicó que el cementerio en cuestión surgió en simultáneo con la fortificación en 1823, una necesidad inherente a cualquier asentamiento europeo de la época. Este concepto contrastaba marcadamente con las prácticas de los pueblos originarios, quienes solían enterrar a sus muertos en los mismos lugares donde vivían, sobre la premisa de la continuidad de la vida bajo tierra. Para la cultura europea, en cambio, los cementerios se establecían en lugares más alejados, una tradición que se replicó en la estructura de los fuertes. El experto detalló un patrón común: la comandancia al centro, las viviendas a los costados, el hospital detrás y, finalmente, el cementerio aún más atrás. Esta disposición, "o ibas al hospital, o venías para adelante, o te ibas para atrás", subraya la lógica militar y sanitaria de la época.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailUna nueva mirada al Fuerte Independencia
Este modelo de disposición espacial, según Merlos, fue clave para cimentar su hipótesis sobre la ubicación del Fuerte Independencia. Contrario a la creencia popular, señalada incluso por placas conmemorativas, el arqueólogo sostiene que el fuerte no estaba donde tradicionalmente se lo sitúa. Su argumento principal radica en que si el cementerio siempre se ubicaba en la parte trasera del fuerte, entonces la Plaza Moreno y el pedemonte del Parque Independencia (conocido entonces como Cerro del Águila) coincidirían con esa ubicación posterior. Si el fuerte estuviera en su ubicación tradicional, el cementerio habría quedado al costado, lo que iría en contra de la lógica militar de la época. Para Merlos, la entrada principal del Fuerte Independencia no era la iglesia del centro, como sugiere la concepción tradicional, sino la esquina donde hoy se erige la Iglesia Danesa. Esta entrada, orientada hacia Buenos Aires, tenía un sentido estratégico evidente: "Apuntaba a lo que era el Río Salado, porque era el lugar donde venían las carretas, donde estaba la comunicación y donde si había algún problema, si la gente se tenía que ir o había algún malón, la gente se tenía que ir, se iban a Buenos Aires". El camino directo a la capital era vital para la comunicación y la evacuación, a diferencia de la dirección hacia Azul u Olavarría, zonas entonces pobladas por grupos indígenas como los catrileros y con rastrilladas importantes. Además de la disposición del cementerio, otras pruebas refuerzan la hipótesis de Merlos. El arqueólogo señaló que los fuertes solían instalarse en sectores altos y cercanos a cursos de agua. La esquina del Firpo, por ejemplo, es uno de los puntos más elevados del centro de Tandil, y el arroyo entubado que hoy pasa por la zona del Club Independiente habría sido la fuente de agua más cercana al fuerte, posiblemente con derivaciones para alimentar las fosas. Un cartel con código QR en la Iglesia Danesa, que expone parte de esta investigación, revela un camino subterráneo no coincidente con la iglesia, así como materiales arqueológicos en ese sector que sugieren una relación con el fuerte.
El persistente misterio del viejo cementerio y Tata Dios
Cuando se construyó el actual cementerio municipal, los cuerpos del viejo camposanto de la Plaza Moreno fueron trasladados. Sin embargo, Merlos, basándose en la memoria oral de su abuela, cuyo padre trabajó desenterrando tumbas, asegura que no todos los restos fueron removidos. Muchas sepulturas carecían de demarcación, y es altamente probable que algunos cuerpos hayan permanecido allí. Este cementerio se extendía hacia el pedemonte del Parque Independencia y la plaza adyacente a la diagonal, sectores también elevados, adecuados para un camposanto. La existencia de la Plaza Moreno al lado de un parque, una redundancia en términos de espacios verdes, cobra sentido bajo esta luz: "Nadie va a construir sobre un cementerio". Esta idea es reforzada por anécdotas locales, recordaba que la plaza estuvo cerrada por años y era considerada "la entrada a un antiguo cementerio". Otro relato fascinante es el de un circo brasilero que intentó instalarse en el lugar, y cuyos obreros se negaron a cavar por encontrar restos humanos, demostrando un respeto y una concepción cultural distinta a la de hoy. De hecho, en un sondeo arqueológico realizado por Merlos en el pedemonte del parque, se halló un cráneo humano, una prueba tangible de que el lugar aún guarda secretos. En este contexto, surge la legendaria figura de Tata Dios. La masacre de la familia Chapar, ocurrida el 1 de enero de 1872, llevó a que sus miembros fueran enterrados en el actual cementerio municipal. Cinco días después, Tata Dios murió misteriosamente en un calabozo, víctima de dos tiros: uno en la cadera y otro en el pecho. Merlos postula que, en ese período, ambos cementerios funcionaban de forma simultánea, aunque con una clara distinción social: "Los de poder económico importante, o sea, los ricos, iban al cementerio nuevo. Y los que eran de bajo poder adquisitivo iban al cementerio viejo". Es muy probable que Tata Dios, dado su estatus, haya sido enterrado en el camposanto de la Plaza Moreno, que se siguió usando para "gente humilde que no tenía recursos". El hallazgo de un cráneo en el pedemonte abre la posibilidad de que sean los restos de Tata Dios. Sin embargo, el suelo ácido de la región dificulta la preservación de los huesos, que se presentan muy frágiles y requieren de una consolidación especial para su extracción y análisis. Si se encontraran los restos con las marcas de los disparos descritos en el parte médico de la época, la identificación sería concluyente. Aunque no se puede confirmar aún, el análisis del desgaste molar del cráneo encontrado coincide con la edad de Tata Dios al momento de su muerte, un dato esperanzador. Finalmente, la popular leyenda de que Tata Dios fue enterrado de pie "para que no descanse nunca más en paz" añade un elemento macabro al enigma. Merlos, con su pragmatismo de arqueólogo, señala la complejidad de tal sepultura: "Excavar profundo, muy profundo, un mínimo o más de dos metros. Y ponerlo en un hueco que no es fácil hacerlo". Si bien no puede confirmarlo sin evidencia directa, la tradición persiste. Un dato del libro de Hugo Nario menciona el hallazgo de un esqueleto en posición elevada en una casa frente a la Plaza Moreno, que algunos sospecharon eran los restos de Tata Dios, pero la ausencia de pruebas visuales y la posterior desaparición de los restos, presuntamente llevados por la Policía Federal, dejan el misterio en el aire. La labor de Julio Merlos, prestigioso académico, sigue desasnando sobre estos temas que, con cada nueva hipótesis y hallazgo, reescriben y enriquecen la historia profunda de Tandil.