Tres de cada diez personas manifestaron síntomas de ansiedad o depresión en la Argentina
Cada 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Esta fecha es una gran oportunidad para hablar de algo que nos atraviesa a todos: cómo nos sentimos por dentro.
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Según un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el malestar psicológico en la Argentina urbana mostró un incremento sostenido en el período 2010-2024, pasando del 18,4% al 28,1% en la población adulta. Este aumento significa que casi tres de cada diez personas manifiestan síntomas ansiosos o depresivos.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl análisis presentado permitió observar que un 58% de la población se mantuvo estable y sin malestar psicológico; un 5% sufrió sintomatología persistente durante los tres años, un 12% transitó un patrón intermitente y un 18% empeoró su salud mental durante 2024. Estos resultados indican que en un lapso muy corto de tiempo, en dos de cada diez adultos se deterioró la salud mental de estos adultos.
“Durante mucho tiempo, la salud mental estuvo rodeada de prejuicios. Se pensaba que pedir ayuda era una señal de debilidad. Hoy sabemos que es todo lo contrario. Reconocer lo que nos pasa y animarnos a hablarlo es un acto de valentía”, comentó la doctora Valeria El Haj, directora médica nacional de Ospedyc, y agregó: “Los problemas emocionales son comunes y tratables. No estás solo ni sola en lo que te pasa. Hablar de lo que sentís ayuda a prevenir complicaciones y a sentirte acompañado”.
Pedir ayuda trae beneficios concretos: permite sentirse comprendido, aprender herramientas para manejar la ansiedad y el estrés, mejorar la calidad de vida y fortalecer la relación con la familia y amigos.
Cuidar la salud mental también tiene que ver con lo cotidiano: dormir lo suficiente, moverse y hacer ejercicio, disfrutar de actividades relajantes como la música, la lectura o la meditación; alimentarse bien, tomar agua, practicar la gratitud y enfocarse en lo que se puede controlar.
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El Haj explicó que “también es importante hablar del rol de la familia en este proceso. Acompañar a un ser querido puede ser desafiante, sobre todo en momentos de diagnóstico, crisis o recaídas. Para que el acompañamiento sea realmente beneficioso y ayude a la recuperación, es clave contar con recursos y apoyos adecuados. Tener información sobre lo que le pasa al familiar, conocer la red de servicios disponibles y saber a dónde acudir en caso de dudas o crisis puede marcar la diferencia. Buscar apoyo profesional también es fundamental: los equipos tratantes no solo guían al paciente, sino que deben orientar a la familia para reconocer situaciones como un ataque de pánico y saber cómo contenerlas”.
Además, involucrarse y participar en el proceso terapéutico, respetando siempre los límites del paciente y del médico, ayuda a construir una red de apoyo sólida. Contar con los teléfonos de los profesionales tratantes y armar un círculo de confianza con familiares y amigos son pasos fundamentales para enfrentar los momentos más difíciles.
“Pedir ayuda no es rendirse, es un acto de cuidado y respeto hacia uno mismo. Es animarse a dar un paso que puede transformar tu bienestar. Si se atraviesan momentos de ansiedad, tristeza o emociones difíciles de manejar, buscar acompañamiento puede marcar la diferencia”, finalizó la directora médica de Ospedyc.
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