Como Florio, Tandil también tuvo a su rugbier velocista
A fines de los 80, Mariano Trevisan vivió una historia similar a la del jugador de Los Pumas 7, que en Rosario quedó a una centésima del récord argentino de 100 metros
Franco Florio fue una de los destacados en el Campeonato Argentino de Atletismo que se desarrolló el último fin de semana en Rosario. En una actuación formidable, se quedó con la final de 100 metros y a una centésima de hacer historia en el atletismo argentino, ya que marcó 10.24, muy cerca del récord que comparten Carlos Gats (1998) y Gabriel Simón (1999).
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Florio batió así el récord Sub23 (era de Matías Usandivaras con 10.28 desde 2002) y el del Campeonato (lo tenía Gats con 10.25), y aparece como una de las nuevas y más promisorias figuras del atletismo argentino.
Claro que no es un atleta cualquiera. Más allá de que corre para el club Quirón (FAM) y lo entrena Javier Morillas, no tiene al atletismo como principal actividad deportiva. Es que juega al rugby para Belgrano Athletic, y su velocidad lo llevó a integrar el seleccionado argentino de Seven, Los Pumas 7.
El rugby siempre fue parte de su vida, un juego que comenzó a practicar a los 5 años, pero en los Juegos Olímpicos de 2016, en Río, siguió con atención lo que sucedía en las competencias de velocidad y se entusiasmó. Tiempo después le consiguieron una prueba en el CeNARD con Morillas y comenzó su aventura en el atletismo.
Aunque todavía no había debutado en la Primera de Belgrano, Santiago Gómez Cora, entrenador de Los Pumas 7, lo convocó para la etapa de Las Vegas del circuito Mundial de Seven, en 2019.
La idea de Florio es continuar con ambas disciplinas, pero esa convivencia parece difícil si pretende convertirse en un atleta de alto rendimiento, en cualquiera de los dos deportes. Y seguramente en algún momento deberá decidirse.
La versión tandilense
En la ciudad, hace casi tres décadas, se dio una historia similar a la de Florio. Mariano Trevisán, que actualmente reside en Banfield, pero mantiene vínculos permanentes con Tandil, jugaba al rugby en Los Cardos desde muy pequeño. Fue un apertura muy destacado en las divisiones juveniles, con una gran potencia y velocidad, y en 1987 debutó en la Primera del club del paraje Los Laureles, pero actuando como wing o fullback.
Al terminar la secundaria comenzó a estudiar ciencias exactas en la Unicen, y allí se le dio un encuentro casi fortuito con el atletismo, descubriendo una faceta que no conocía. “Tenía 19 años, jugaba en la primera de Los Cardos y había empezado a estudiar sistemas. Cuando vinieron las Olimpiadas Interfacultades me dijeron que me anotara en atletismo, porque me conocían y sabían que era rápido. Fui al polideportivo municipal y me prestaron los clavos para correr. Era la primera vez en mi vida que los usaba y parecía un pato con botas. No sabía cómo pararme ni cómo hacer la partida. Pero quedé primero en la serie y después en la final le gané a Jorge Diz, que era un chico de Ayacucho que tenía el récord de Tandil en 100 metros. Esa fue la única vez en mi vida que me sentí Maradona, porque se me vinieron encima todos los entrenadores de atletismo de Tandil a preguntarme cómo me llamaba, si quería correr para ellos. Pero bueno, siempre me quedé representando a la Universidad. Fue algo increíble lo que pasó, porque lo mío era el rugby”.
Esa muestra espontánea de potencial para el atletismo de velocidad generó que despertara su interés por el deporte: “Mi mentor fue Luisito Medina, que fue mi preparador junto con Gustavo Iturrioz. Me quemaron la cabeza diciéndome que tenía muchas condiciones y empecé a entrenarme con ellos. Al mismo tiempo seguía jugando en Los Cardos. Pero son dos disciplinas totalmente distintas, porque en una te preparás para golpearte, para el contacto físico constante, y en la otra tenés que estar suelto y volar en la pista. Con el correr de los meses empecé a sufrir un poco el rugby, porque sentía más los golpes. Así que decidí enfocarme en el atletismo”.
En ese 1987, Trevisan formó parte de un selectivo tandilense que estuvo muy cerca de llevarse el triunfo por equipos en la tradicional Semana del Mar que organizaba la Asociación Marplatense de Atletismo. Tandil quedó en el segundo puesto, detrás de Ferro Carril Oeste, que en ese entonces contaba con varios de los mejores exponentes del atletismo nacional. Trevisán ganó la prueba de 100 metros e integró el 4×100 masculino junto a Jorge Diz, Ignacio Aramburu y Marcelo Dadario.
“Fue muy lindo, creo que podría haber hecho más, aunque por circunstancias de la vida tuve que dejar. Tuve muy buenos resultados, competí mucho a nivel local, tuve el récord tandilense de 100 y 200 metros, que los hice en la Sociedad Alemana de Villa Ballester. En esa carrera le gané a Gabriel Somma, que era un capo a nivel nacional en 200 metros. Fue muy linda experiencia, conocí mucha gente muy buena. Yo venía de otro deporte, pero me hicieron sentir uno más y lo disfruté mucho”, agrega Trevisan, cuya mejor marca en 100 metros fue 10.7 (Luciano Vicente posee el récord local actualmente, con 10.6), y conserva el récord tandilense de 200 metros, con 21.9.
“Un tiempo después me fui a estudiar Educación Física a Buenos Aires y tenía un profesor de apellido Ferro, que me quería llevar a entrenar justamente a Ferro Carril Oeste. Yo no tenía le disciplina que se necesitaba y este hombre me retaba bastante. Me decía que tenía muchas condiciones, pero que tenía que esforzarme para mejorar las marcas. Después me fui a vivir unos años a Italia, y ya me alejé definitivamente del atletismo”, cuenta para cerrar Trevisán, que actualmente trabaja como despachante de vuelos en United Airlines.